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Desde que acabó el derbi, la opinión pública sólo se ha centrado
en la jugada polémica que ha marcado el devenir del encuentro. Pero más
allá de la expulsión, justa según la mayoría y ‘naranja’ según el resto,
el choque por el dominio de la Mole Antonelliana ha sido Juventino casi
de principio a fin.Con el partido
absolutamente sentenciado, la Juventus se dedicó a contemporizar, a
hacer pasar el tiempo y esperar que pasaran los minutos, tratando si
fuese posible de aumentar la ventaja. Y fue de nuevo Claudio Marchisio,
el mejor de los suyos sobre el verde, el que materializó el 3-0
definitivo. Como era de esperar, el derbi tuvo un marcado color bianconero.
Era de esperar, por supuesto. La Juventus tiene un equipo
sensiblemente superior en calidad y capacidad que el Torino y estaba
destinado a tener el balón, a dominarlo con autoridad. Como suele pasar
en el campionato italiano, nadie le discute eso a la Juve y aunque fuera un derbi, el Toro
tampoco estaba en condiciones de hacerlo. Y todo ello a pesar de que
Conte decidió cambiar su ya típico 3-5-2 (o 3-3-4, como se quiera ver) y
regresó a la defensa de cuatro, dejando a Chiellini en el banquillo
todavía.
Conte apostó por Giaccherini como extremo diestro para
abrir el campo y acompañar los desplazamientos ofensivos de Lichtsteiner
por esa misma banda. Pero el rendimiento del pequeño centrocampista fue
nulo durante los 45 minutos que estuvo sobre el campo. Cada balón que
le llegaba suponía una pérdida peligrosa, sobre todo teniendo en cuenta
el equipo que dispuso Ventura, muy focalizado hacia el contragolpe. De
hecho, Meggiorini estuvo muy cerca de adelantar al Torino, pero su
disparo se desvió por milímetros de la portería de Buffon.
Aun
así, Giaccherini protagonizó la jugada del encuentro. Recibió un balón
en mediocampo, algo dividido, lo que incitó a salir a Glik con toda la
intención para robárselo, pero llegó tarde y aunque tocó pelota,
arrastró la pierna del jugador bianconero y Rocchi no lo dudó y le mostró la roja. El Toro
iba a tener que luchar contra el mejor equipo de Italia con diez.
Además, unos minutos después, Basha cometió un claro penalti que podía
haber matado el encuentro, pero Pirlo lanzó el balón a la grada.
Los granata
tuvieron el gran mérito de llegar al descanso con igualdad a nada en el
marcador, pero su sensación y la de todo el Juventus Stadium era que
tarde o temprano tendría que caer el primer gol juventino, el que
abriera la lata. Y curiosamente fueron los dos jugadores turineses del
equipo, Marchisio y Giovinco fabricaron la ventaja. Primero Giovinco
metió un centro perfecto a la cabeza de su compañero, que no falló, y
diez minutos después fusiló a Gillet con un derechazo raso pegado a la
base del poste, ahí donde le duele a los porteros.
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