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El Borussia Dortmund termina como líder de grupo merced a la diana ejecutada por Grosskreutz a tres minutos del pitido final y del triunfo del Nápoles sobre el Arsenal. El Olympique de Marsella termina su aventura europea como el único equipo de la Champions que no ha puntuado en todo el torneo, aunque esta noche tuvo opciones para hacerlo -incluso jugando con uno menos por espacio de una hora-.
El grupo de la muerte llegaba a la última jornada con tremenda igualdad entre los tres equipos favoritos, exceptuando al Olympique. La misión del Borussia Dortmund era clara: trasladar la presión al encuentro de San Paolo lo antes posible. Así lo hacía Lewandowski, a los 4 minutos, al cubrir con su cuerpo un balón en profundidad para después guiar el cuero a las mallas.
El conjunto albiceleste respondía con contundencia, antes de lo previsto. Una falta frontal mostraba las carencias de la zaga alemana -la cual contaba con cuatro bajas para esta cita-. Payet colocaba el balón en el área donde Khelifa se adelantaba a Weidenfeller para rematar al larguero, el rebote era recogido por un solitario Diawara quien simplemente ponía con su testa el esférico en la meta del Dortmund. El empate que se reflejaba en Nápoles dejaba al Borussia todavía en Champions, pero el objetivo de los visitantes era vencer para no depender de terceros.
La defensa gala formada por dos líneas muy juntas complicaban las acometidas borussiers en un choque que se iba alocando con el paso de los minutos. Más si cabe, cuando Payet veía la segunda cartulina a los 34' por simular una pena máxima. La superioridad numérica otorgaba la posesión definitivamente a los negroamarillos, aunque no las oportunidades, que seguían repartiéndose.
El segundo acto era un asedio del cuadro dirigido por Jürgen Klopp, con pases filtrados a la espalda de la defensa que ahora hacían daño. Un cabezazo de Kuba era sacado por Mandanda y, a renglón seguido, el chut de Reus tropezaba con el poste. Parecía cuestión de tiempo que los de la cuenca del Ruhr se adelantaran en el electrónico del Vélodrome. El inevitable desenlace se hacía esperar, incluso Lewandoski fallaba a portería vacía, en posición angulada, después de una indecisión de Diawara y Mandanda.
El Dortmund seguía perdonando. Reus mandaba la pelota a las nubes con todo a su favor, y un malicioso bote en contra. No había reproche a la actitud de los teutones, a quien le fallaban tanto el último remate como las noticias que llegaban desde Italia. El tanto de Higuaín en Nápoles echaba al Dortmund de los octavos de final. La paciencia y la circulación del balón parecían insuficientes para desarbolar el muro construído alrededor del arco galo hasta que Grosskreutz, medio cayéndose, lograba el salvador gol, el que mantiene al subcampeón en el torneo. Fuente goal.com
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El grupo de la muerte llegaba a la última jornada con tremenda igualdad entre los tres equipos favoritos, exceptuando al Olympique. La misión del Borussia Dortmund era clara: trasladar la presión al encuentro de San Paolo lo antes posible. Así lo hacía Lewandowski, a los 4 minutos, al cubrir con su cuerpo un balón en profundidad para después guiar el cuero a las mallas.
El conjunto albiceleste respondía con contundencia, antes de lo previsto. Una falta frontal mostraba las carencias de la zaga alemana -la cual contaba con cuatro bajas para esta cita-. Payet colocaba el balón en el área donde Khelifa se adelantaba a Weidenfeller para rematar al larguero, el rebote era recogido por un solitario Diawara quien simplemente ponía con su testa el esférico en la meta del Dortmund. El empate que se reflejaba en Nápoles dejaba al Borussia todavía en Champions, pero el objetivo de los visitantes era vencer para no depender de terceros.
La defensa gala formada por dos líneas muy juntas complicaban las acometidas borussiers en un choque que se iba alocando con el paso de los minutos. Más si cabe, cuando Payet veía la segunda cartulina a los 34' por simular una pena máxima. La superioridad numérica otorgaba la posesión definitivamente a los negroamarillos, aunque no las oportunidades, que seguían repartiéndose.
El segundo acto era un asedio del cuadro dirigido por Jürgen Klopp, con pases filtrados a la espalda de la defensa que ahora hacían daño. Un cabezazo de Kuba era sacado por Mandanda y, a renglón seguido, el chut de Reus tropezaba con el poste. Parecía cuestión de tiempo que los de la cuenca del Ruhr se adelantaran en el electrónico del Vélodrome. El inevitable desenlace se hacía esperar, incluso Lewandoski fallaba a portería vacía, en posición angulada, después de una indecisión de Diawara y Mandanda.
El Dortmund seguía perdonando. Reus mandaba la pelota a las nubes con todo a su favor, y un malicioso bote en contra. No había reproche a la actitud de los teutones, a quien le fallaban tanto el último remate como las noticias que llegaban desde Italia. El tanto de Higuaín en Nápoles echaba al Dortmund de los octavos de final. La paciencia y la circulación del balón parecían insuficientes para desarbolar el muro construído alrededor del arco galo hasta que Grosskreutz, medio cayéndose, lograba el salvador gol, el que mantiene al subcampeón en el torneo. Fuente goal.com
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