Atajar la sangría con un torniquete de emergencia en Atenas. Es el mensaje y el objetivo. Porque se puede perder el partido, faltaría más, pero en ningún caso más crédito y autoestima. No parece, desde luego, el pabellón de La Paz y la Amistad del Olympiacos, donde el Unicaja jamás ha ganado en sus cinco enfrentamientos anteriores, el lugar idóneo para levantar el vuelo y resurgir tras las desagradables derrotas en Madrid y Bilbao. Pero tampoco puede el Unicaja permitirse el lujo de desvalijar de nuevo su imagen. El equipo sabe que debe obligarse hoy a un esfuerzo que borre todas las dudas creadas en una fatídica última semana.
Será difícil, muchos dirán que hasta improbable, rebañar algo positivo de El Pireo. Una segunda victoria europea suena a reto loable pero imaginario para el que el Unicaja parece no estar aún preparado. No es que el Olympiacos, tras caer sorprendentemente en Alemania ante el Bamberg (73-61), esté para tirar cohetes. Pero el subcampeón de la Euroliga mete miedo sólo con poner a sus 12 elegidos en la presentación, después de que el veterano Dusan Ivkovic tenga que hacer hasta tres descartes para la cita.
Por eso lo de esta tarde suena a trámite envenenado. A partido en el que, al igual que sucedió en Madrid, hay mucho que ganar y poco que perder. El problema es que al equipo de Aíto García Reneses, vistos y analizados sus últimos duelos, comienza a agotársele el crédito. Por eso está permitido caer hoy en Atenas. Pero no de cualquier forma. No permitiendo que el rival te coja 54 rebotes o te anote más del 70 por ciento de los tiros que lanza de dos puntos. Eso, querido Unicaja, está terminantemente prohibido. De lo contrario se crearía un complicado caldo de cultivo que ni las lesiones podrían explicar –hoy sólo falta Saúl– ni excusar.
Perder se puede perder. Pero hay formas. Códigos. Normas. Lo lógico sería acostarse esta noche con un balance de una victoria y dos derrotas en el casillero de la Euroliga, tras haber pasado ya por las pistas de los dos máximos favoritos del Grupo B. Pero, fuera pesimismos, también existe la esperanza. ¿Quién es el guapo que puede ejecutar al Unicaja antes de medirse al todopoderoso Olympiacos griego?
En situaciones más adversas se ha visto el equipo verde. Y no hace falta retroceder demasiado en el tiempo. Con el mismo Aíto en el banquillo, durante su primer año en Málaga, los verdes, cargados de bajas –sin Cabezas, Berni, Germán y Haislip– conquistaron el Nokia Arena del Maccabi Tel Aviv (73-80). Antes, con Scariolo, ya se vio la luz en Atenas, escenario imposible en Euroliga en la historia cajista, en la cancha del Panathinaikos, en el curso 05/06, por 93-95. Y en el último año de Maljkovic (02/03), también en Tel Aviv, –sin Berni, Sonko y Esteller–, Cabezas y Gurovic, en una inolvidable prórroga, derrumbaron a los amarillos: 86-89.
Nadie puede rendirse antes de tiempo. El Unicaja sólo arrastra la baja de Saúl. El resto del equipo está en perfecto estado de revista, con los golpes y el cansancio lógicos. McIntyre está preparado para la batalla, con sus molestias. Llegó la hora de recuperar valores perdidos como el espíritu, superación, trabajo o defensa. Hoy es un buen día.
Alli no ganamos ni loco
Será difícil, muchos dirán que hasta improbable, rebañar algo positivo de El Pireo. Una segunda victoria europea suena a reto loable pero imaginario para el que el Unicaja parece no estar aún preparado. No es que el Olympiacos, tras caer sorprendentemente en Alemania ante el Bamberg (73-61), esté para tirar cohetes. Pero el subcampeón de la Euroliga mete miedo sólo con poner a sus 12 elegidos en la presentación, después de que el veterano Dusan Ivkovic tenga que hacer hasta tres descartes para la cita.
Por eso lo de esta tarde suena a trámite envenenado. A partido en el que, al igual que sucedió en Madrid, hay mucho que ganar y poco que perder. El problema es que al equipo de Aíto García Reneses, vistos y analizados sus últimos duelos, comienza a agotársele el crédito. Por eso está permitido caer hoy en Atenas. Pero no de cualquier forma. No permitiendo que el rival te coja 54 rebotes o te anote más del 70 por ciento de los tiros que lanza de dos puntos. Eso, querido Unicaja, está terminantemente prohibido. De lo contrario se crearía un complicado caldo de cultivo que ni las lesiones podrían explicar –hoy sólo falta Saúl– ni excusar.
Perder se puede perder. Pero hay formas. Códigos. Normas. Lo lógico sería acostarse esta noche con un balance de una victoria y dos derrotas en el casillero de la Euroliga, tras haber pasado ya por las pistas de los dos máximos favoritos del Grupo B. Pero, fuera pesimismos, también existe la esperanza. ¿Quién es el guapo que puede ejecutar al Unicaja antes de medirse al todopoderoso Olympiacos griego?
En situaciones más adversas se ha visto el equipo verde. Y no hace falta retroceder demasiado en el tiempo. Con el mismo Aíto en el banquillo, durante su primer año en Málaga, los verdes, cargados de bajas –sin Cabezas, Berni, Germán y Haislip– conquistaron el Nokia Arena del Maccabi Tel Aviv (73-80). Antes, con Scariolo, ya se vio la luz en Atenas, escenario imposible en Euroliga en la historia cajista, en la cancha del Panathinaikos, en el curso 05/06, por 93-95. Y en el último año de Maljkovic (02/03), también en Tel Aviv, –sin Berni, Sonko y Esteller–, Cabezas y Gurovic, en una inolvidable prórroga, derrumbaron a los amarillos: 86-89.
Nadie puede rendirse antes de tiempo. El Unicaja sólo arrastra la baja de Saúl. El resto del equipo está en perfecto estado de revista, con los golpes y el cansancio lógicos. McIntyre está preparado para la batalla, con sus molestias. Llegó la hora de recuperar valores perdidos como el espíritu, superación, trabajo o defensa. Hoy es un buen día.
Alli no ganamos ni loco