A la tercera no fue la vencida. Rafa Nadal, de nuevo con debilidad en el saque, incluidas seis dobles faltas, perdió su tercera final en el torneo de Miami, tras sus derrotas ante Roger Federer en 2005 y Nikolay Davydenko en 2008. Rozó el listón de Novak Djokovic, que sigue iluminado en su racha, pero no lo pudo saltar. El serbio venció por segunda vez (la primera en 2007) en el Masters 1000 floridano, 4-6, 6-3 y 7-6 (7-4), y suma ya 24 victorias en la temporada del circuito, a una solo de Ivan Lendl, que alcanzó 25 en 1986. Lejos aún queda el récord de 39 logrado por John McEnroe dos años antes, en 1984. Djokovic volvió a frenar a Nadal, como hace dos semanas en Indian Wells.
Nombres legendarios, mitos de batallas épicas a los que hay que unir aún más al serbio y al español que lucharon 3 horas y 21 minutos. Nadal obligó a remontar el partido a Djokovic y llegó a estar a dos puntos del título, con 6-5 en el marcador en el tercer set. Pero se impuso la frialdad de Djokovic, que contrasta en momentos decisivos con sus reacciones descontroladas tras sus fallos. Es una rara mezcla de genio, pero que ha conseguido sacar a la luz mucho más sus enormes virtudes que sus defectos. Lo justo para llegar a ser el más grande. Llegó a romper la raqueta contra el suelo al cometer uno de sus muchos fallos de revés cuando intentaba volver al partido en la segunda manga, pero no se descompuso.
Ganó el juego más largo hasta entonces, por encima de los ocho minutos, y con 3-0 puso ya muy cuesta arriba lo que al principio pintaba muy bien para Nadal. Aunque el español mandó en el marcador en el set decisivo no pudo evitar el desempate y tampoco hizo valer la primacía que llevaba sobre Djokovic en los tie break. Cinco ganados de seis disputados. Esta vez la muerte súbita empezó como una lotería, quitándose ambos el servicio, pero el español se desfondó sin saque. Incluso cometió su sexta doble falta en esos momentos. De nada le sirvieron los cinco "aces" del partido. Su porcentaje de primeros saques volvió a bajar al 60%. Djokovic estuvo aún peor, pero sacó ventaja en los golpes, especialmente en los ganadores, aunque cometió muchos errores con el revés.
Miles de personas llenaron las playas de Miami en un día más veraniego que primaveral, pero casi 15.000 ni se lo plantearon. Abarrotaron las gradas del Stadium de Crandon Park, en Key Biscayne, con mucho calor, rozando los 30 grados y una humedad cercana al 70%. Por algo Nadal tuvo que cambiarse hasta cuatro veces de camiseta. Incluso un ligero viento del suroeste molestó más que otra cosa. El espectáculo merecía la pena.
Djokovic empezó intratable y ganó el primer juego en blanco. Fue el número 41 consecutivo con su servicio en el torneo. Imbatible. Nada nuevo y anuncio de lo que podía seguir siendo su historia interminable de victorias esta temporada. Pero la guerra no había hecho más que comenzar. Quedaban muchas batallas por cada punto. Nadal volvió a tener problemas con el saque, como en todo el partido, pero sacó adelante el segundo juego. Y en el tercero se lo rompió a Djokovic. Novedad absoluta y magnífica señal. Y no quedó ahí. Tras salvar tres break con su siguiente saque logró una nueva rotura en el quinto juego. Le estaba costando una enormidad todo, pero un 4-1 nada más empezar ante el intocable serbio no podía ser mejor.
Tenía que sudar cada punto y forzar los errores de un rival que no se rindió ni en ese primer set. Djokovic sí aprovechó otro punto de break en el octavo juego y a punto estuvo de tener otro con 5-4 en contra. Pero aún parecía entonces que era el Nadal de los momentos límite, salvando puntos decisivos. Todo empezó a cambiar con el segundo set. Djokovic le quitó al fin su saque en el segundo juego, se acercó a conseguirlo en el cuarto y lo rozó con dos oportunidades más en el sexto. El 6-3 igualó todo, pero buena prueba de que Nadal seguía sudando más fueron sus apuros para volver a guardar su servicio en el primer juego del último set, donde perdió el punto más largo, con 24 golpes sobre la red. Djokovic tuvo clara ventaja en ellos.
Pero Nadal resistió, el partido se apretó y ya cada uno amarró sus saques en medio de un intercambio durísimo, difícilmente resistible. Nadal llegó a estar con 15-30 para quitar el servicio de Djokovic en el 12 juego, y ganar, pero tras un revés extraordinario cometió dos errores y apareció otra vez la derecha cruzada enorme del serbio para plantarse en el tie break. Sorprendentemente, ambos se rompieron los cinco primeros servicios en la muerte súbita. Todo a punto del infarto, pero peor para Nadal, que se dejó tres saques, y el último con una doble falta que le hundió. Del 3-2 se pasó al 6-2 y aunque el mallorquín salvó las dos primeras bolas de partido no pudo con la tercera. Djokovic, como un depredador, sacó lo justo, abrió ángulos y terminó con una bola a la esquina imposible de devolver por Rafa.
Fue la primera final desde 1995 en que se enfrentaron los dos primeros jugadores de la lista mundial. Entonces, en otro choque de ilustres, también Andre Agassi, número dos, se impuso a Pete Sampras en el desempate del tercer set. Fue la revancha tras el triunfo del número uno en Indian Wells. Parecido, pero eran otros tiempos, cuando Estados Unidos aún estaba en la cumbre del tenis. Ahora, incluso su número uno, Andy Roddick, ganador el año pasado, cayó en su debú ante el uruguayo Pablo Cuevas, uno de tantos aspirantes a encontrar un hueco entre los mejores. Sólo Mardy Fish cumplió hasta estrellarse en semifinales con el muro Djokovic.
El serbio acumula ya números de ensueño. 24 victorias en el circuito (y 26 consecutivas con la final de la Copa Davis), cuatro torneos (Open de Asutralia, Dubai, Indian Wells y Miami) y 59 set ganados de 65. Pero había cedido 18 juegos en los cinco partidos disputados en Crandon Park y ayer sólo Nadal le ganó 15. "No es que tenga la sensación de que no pueda perder", comentó Djokovic tras ganar a Fish en semfinales. "Es que me siento en la mejor forma de mi vida". Seguridad, se le notó. "Ha sido increible", dijo. "Ganar al número uno mundial y en el tie break".
Ganó el juego más largo hasta entonces, por encima de los ocho minutos, y con 3-0 puso ya muy cuesta arriba lo que al principio pintaba muy bien para Nadal. Aunque el español mandó en el marcador en el set decisivo no pudo evitar el desempate y tampoco hizo valer la primacía que llevaba sobre Djokovic en los tie break. Cinco ganados de seis disputados. Esta vez la muerte súbita empezó como una lotería, quitándose ambos el servicio, pero el español se desfondó sin saque. Incluso cometió su sexta doble falta en esos momentos. De nada le sirvieron los cinco "aces" del partido. Su porcentaje de primeros saques volvió a bajar al 60%. Djokovic estuvo aún peor, pero sacó ventaja en los golpes, especialmente en los ganadores, aunque cometió muchos errores con el revés.
Djokovic empezó intratable y ganó el primer juego en blanco. Fue el número 41 consecutivo con su servicio en el torneo. Imbatible. Nada nuevo y anuncio de lo que podía seguir siendo su historia interminable de victorias esta temporada. Pero la guerra no había hecho más que comenzar. Quedaban muchas batallas por cada punto. Nadal volvió a tener problemas con el saque, como en todo el partido, pero sacó adelante el segundo juego. Y en el tercero se lo rompió a Djokovic. Novedad absoluta y magnífica señal. Y no quedó ahí. Tras salvar tres break con su siguiente saque logró una nueva rotura en el quinto juego. Le estaba costando una enormidad todo, pero un 4-1 nada más empezar ante el intocable serbio no podía ser mejor.
Tenía que sudar cada punto y forzar los errores de un rival que no se rindió ni en ese primer set. Djokovic sí aprovechó otro punto de break en el octavo juego y a punto estuvo de tener otro con 5-4 en contra. Pero aún parecía entonces que era el Nadal de los momentos límite, salvando puntos decisivos. Todo empezó a cambiar con el segundo set. Djokovic le quitó al fin su saque en el segundo juego, se acercó a conseguirlo en el cuarto y lo rozó con dos oportunidades más en el sexto. El 6-3 igualó todo, pero buena prueba de que Nadal seguía sudando más fueron sus apuros para volver a guardar su servicio en el primer juego del último set, donde perdió el punto más largo, con 24 golpes sobre la red. Djokovic tuvo clara ventaja en ellos.
Pero Nadal resistió, el partido se apretó y ya cada uno amarró sus saques en medio de un intercambio durísimo, difícilmente resistible. Nadal llegó a estar con 15-30 para quitar el servicio de Djokovic en el 12 juego, y ganar, pero tras un revés extraordinario cometió dos errores y apareció otra vez la derecha cruzada enorme del serbio para plantarse en el tie break. Sorprendentemente, ambos se rompieron los cinco primeros servicios en la muerte súbita. Todo a punto del infarto, pero peor para Nadal, que se dejó tres saques, y el último con una doble falta que le hundió. Del 3-2 se pasó al 6-2 y aunque el mallorquín salvó las dos primeras bolas de partido no pudo con la tercera. Djokovic, como un depredador, sacó lo justo, abrió ángulos y terminó con una bola a la esquina imposible de devolver por Rafa.
El País. Juan José Fernández
Nombres legendarios, mitos de batallas épicas a los que hay que unir aún más al serbio y al español que lucharon 3 horas y 21 minutos. Nadal obligó a remontar el partido a Djokovic y llegó a estar a dos puntos del título, con 6-5 en el marcador en el tercer set. Pero se impuso la frialdad de Djokovic, que contrasta en momentos decisivos con sus reacciones descontroladas tras sus fallos. Es una rara mezcla de genio, pero que ha conseguido sacar a la luz mucho más sus enormes virtudes que sus defectos. Lo justo para llegar a ser el más grande. Llegó a romper la raqueta contra el suelo al cometer uno de sus muchos fallos de revés cuando intentaba volver al partido en la segunda manga, pero no se descompuso.
Ganó el juego más largo hasta entonces, por encima de los ocho minutos, y con 3-0 puso ya muy cuesta arriba lo que al principio pintaba muy bien para Nadal. Aunque el español mandó en el marcador en el set decisivo no pudo evitar el desempate y tampoco hizo valer la primacía que llevaba sobre Djokovic en los tie break. Cinco ganados de seis disputados. Esta vez la muerte súbita empezó como una lotería, quitándose ambos el servicio, pero el español se desfondó sin saque. Incluso cometió su sexta doble falta en esos momentos. De nada le sirvieron los cinco "aces" del partido. Su porcentaje de primeros saques volvió a bajar al 60%. Djokovic estuvo aún peor, pero sacó ventaja en los golpes, especialmente en los ganadores, aunque cometió muchos errores con el revés.
Miles de personas llenaron las playas de Miami en un día más veraniego que primaveral, pero casi 15.000 ni se lo plantearon. Abarrotaron las gradas del Stadium de Crandon Park, en Key Biscayne, con mucho calor, rozando los 30 grados y una humedad cercana al 70%. Por algo Nadal tuvo que cambiarse hasta cuatro veces de camiseta. Incluso un ligero viento del suroeste molestó más que otra cosa. El espectáculo merecía la pena.
Djokovic empezó intratable y ganó el primer juego en blanco. Fue el número 41 consecutivo con su servicio en el torneo. Imbatible. Nada nuevo y anuncio de lo que podía seguir siendo su historia interminable de victorias esta temporada. Pero la guerra no había hecho más que comenzar. Quedaban muchas batallas por cada punto. Nadal volvió a tener problemas con el saque, como en todo el partido, pero sacó adelante el segundo juego. Y en el tercero se lo rompió a Djokovic. Novedad absoluta y magnífica señal. Y no quedó ahí. Tras salvar tres break con su siguiente saque logró una nueva rotura en el quinto juego. Le estaba costando una enormidad todo, pero un 4-1 nada más empezar ante el intocable serbio no podía ser mejor.
Tenía que sudar cada punto y forzar los errores de un rival que no se rindió ni en ese primer set. Djokovic sí aprovechó otro punto de break en el octavo juego y a punto estuvo de tener otro con 5-4 en contra. Pero aún parecía entonces que era el Nadal de los momentos límite, salvando puntos decisivos. Todo empezó a cambiar con el segundo set. Djokovic le quitó al fin su saque en el segundo juego, se acercó a conseguirlo en el cuarto y lo rozó con dos oportunidades más en el sexto. El 6-3 igualó todo, pero buena prueba de que Nadal seguía sudando más fueron sus apuros para volver a guardar su servicio en el primer juego del último set, donde perdió el punto más largo, con 24 golpes sobre la red. Djokovic tuvo clara ventaja en ellos.
Pero Nadal resistió, el partido se apretó y ya cada uno amarró sus saques en medio de un intercambio durísimo, difícilmente resistible. Nadal llegó a estar con 15-30 para quitar el servicio de Djokovic en el 12 juego, y ganar, pero tras un revés extraordinario cometió dos errores y apareció otra vez la derecha cruzada enorme del serbio para plantarse en el tie break. Sorprendentemente, ambos se rompieron los cinco primeros servicios en la muerte súbita. Todo a punto del infarto, pero peor para Nadal, que se dejó tres saques, y el último con una doble falta que le hundió. Del 3-2 se pasó al 6-2 y aunque el mallorquín salvó las dos primeras bolas de partido no pudo con la tercera. Djokovic, como un depredador, sacó lo justo, abrió ángulos y terminó con una bola a la esquina imposible de devolver por Rafa.
Fue la primera final desde 1995 en que se enfrentaron los dos primeros jugadores de la lista mundial. Entonces, en otro choque de ilustres, también Andre Agassi, número dos, se impuso a Pete Sampras en el desempate del tercer set. Fue la revancha tras el triunfo del número uno en Indian Wells. Parecido, pero eran otros tiempos, cuando Estados Unidos aún estaba en la cumbre del tenis. Ahora, incluso su número uno, Andy Roddick, ganador el año pasado, cayó en su debú ante el uruguayo Pablo Cuevas, uno de tantos aspirantes a encontrar un hueco entre los mejores. Sólo Mardy Fish cumplió hasta estrellarse en semifinales con el muro Djokovic.
El serbio acumula ya números de ensueño. 24 victorias en el circuito (y 26 consecutivas con la final de la Copa Davis), cuatro torneos (Open de Asutralia, Dubai, Indian Wells y Miami) y 59 set ganados de 65. Pero había cedido 18 juegos en los cinco partidos disputados en Crandon Park y ayer sólo Nadal le ganó 15. "No es que tenga la sensación de que no pueda perder", comentó Djokovic tras ganar a Fish en semfinales. "Es que me siento en la mejor forma de mi vida". Seguridad, se le notó. "Ha sido increible", dijo. "Ganar al número uno mundial y en el tie break".
Ganó el juego más largo hasta entonces, por encima de los ocho minutos, y con 3-0 puso ya muy cuesta arriba lo que al principio pintaba muy bien para Nadal. Aunque el español mandó en el marcador en el set decisivo no pudo evitar el desempate y tampoco hizo valer la primacía que llevaba sobre Djokovic en los tie break. Cinco ganados de seis disputados. Esta vez la muerte súbita empezó como una lotería, quitándose ambos el servicio, pero el español se desfondó sin saque. Incluso cometió su sexta doble falta en esos momentos. De nada le sirvieron los cinco "aces" del partido. Su porcentaje de primeros saques volvió a bajar al 60%. Djokovic estuvo aún peor, pero sacó ventaja en los golpes, especialmente en los ganadores, aunque cometió muchos errores con el revés.
Djokovic empezó intratable y ganó el primer juego en blanco. Fue el número 41 consecutivo con su servicio en el torneo. Imbatible. Nada nuevo y anuncio de lo que podía seguir siendo su historia interminable de victorias esta temporada. Pero la guerra no había hecho más que comenzar. Quedaban muchas batallas por cada punto. Nadal volvió a tener problemas con el saque, como en todo el partido, pero sacó adelante el segundo juego. Y en el tercero se lo rompió a Djokovic. Novedad absoluta y magnífica señal. Y no quedó ahí. Tras salvar tres break con su siguiente saque logró una nueva rotura en el quinto juego. Le estaba costando una enormidad todo, pero un 4-1 nada más empezar ante el intocable serbio no podía ser mejor.
Tenía que sudar cada punto y forzar los errores de un rival que no se rindió ni en ese primer set. Djokovic sí aprovechó otro punto de break en el octavo juego y a punto estuvo de tener otro con 5-4 en contra. Pero aún parecía entonces que era el Nadal de los momentos límite, salvando puntos decisivos. Todo empezó a cambiar con el segundo set. Djokovic le quitó al fin su saque en el segundo juego, se acercó a conseguirlo en el cuarto y lo rozó con dos oportunidades más en el sexto. El 6-3 igualó todo, pero buena prueba de que Nadal seguía sudando más fueron sus apuros para volver a guardar su servicio en el primer juego del último set, donde perdió el punto más largo, con 24 golpes sobre la red. Djokovic tuvo clara ventaja en ellos.
Pero Nadal resistió, el partido se apretó y ya cada uno amarró sus saques en medio de un intercambio durísimo, difícilmente resistible. Nadal llegó a estar con 15-30 para quitar el servicio de Djokovic en el 12 juego, y ganar, pero tras un revés extraordinario cometió dos errores y apareció otra vez la derecha cruzada enorme del serbio para plantarse en el tie break. Sorprendentemente, ambos se rompieron los cinco primeros servicios en la muerte súbita. Todo a punto del infarto, pero peor para Nadal, que se dejó tres saques, y el último con una doble falta que le hundió. Del 3-2 se pasó al 6-2 y aunque el mallorquín salvó las dos primeras bolas de partido no pudo con la tercera. Djokovic, como un depredador, sacó lo justo, abrió ángulos y terminó con una bola a la esquina imposible de devolver por Rafa.
El País. Juan José Fernández