Raúl no ha disputado una semifinal de Champions desde 2003, el año
siguiente a La Novena. Su actual equipo, el Schalke, no ha llegado nunca
tan alto. Un hito (salvo descalabro en la vuelta, cosa improbable
puesto que al Inter ya no lo entrena Mourinho) en el fondo y en la forma
dado que lo han conseguido tumbando al actual campeón de Europa, en San
Siro y por goleada.
Se veía, para los que profesan el madridismo y bien le conocen, que
era una noche para el 7. El partido empezó como acaban las
eliminatorias: a tumba abierta. Con un gol imposible de Stankovic desde
el centro del campo. Un gol a lo Santi Aragón a Zubizarreta. Raúl clavó
los ojos en el banquillo del Inter y pareció comunicarse con su amigo
Figo: "os vais a enterar". Empató el Schalke, volvió a marcar el Inter y
volvió a empatar el equipo alemán. Empate a dos en el descanso y la
sensación de que no era una eliminatoria a doble partido, sino una
final.
Cuando empieza la segunda parte, con la gente abriendo la bolsa de
las colombas (el bollo italiano de Semana Santa, el igual a nuestras
torrijas), con los más rezagados saliendo a la carrera del baño, Raúl
recibe el balón de espaldas a la portería, hace un movimiento similar al
de los pivotes de balonmano, se planta ante Julio Cesar y le bate con
la derecha, para más mérito. Era el gol con el que el Schalke remontaba,
el gol que hundió en la depresión al campeón, tras el que el Inter se
marcó un gol en propia puerta y se quedó con diez por expulsión. Un gol
de los que te arruinan la vida.
Un chaval.
Se veía que era una noche para Raúl porque no sólo era un día para
listos, sino también porque esta vez no era el más veterano sobre el
campo. No en vano en el Inter juega gente más talludita que él. Con 33
años, la edad de Cristo, sus contemporáneos Córdoba, Lucio, Samuel o
Stankovic le deben ver realmente como un ser superior. También Zanetti,
con sus 37 castañas. Ese gol de Raúl (el 70 en Champions y subiendo) fue
un capón de nudillos para el Inter, que se desquició. Lo siguiente fue
el autogol de Ranocchia y la expulsión de Chivu, quien ya que juega con
casco debería abrochárselo. O que le quiten los puntos del carnet.
Queda la vuelta, pero es un trámite. Raúl aparece por el horizonte
tirando del carro del Schalke y espera al Manchester o al Chelsea en
semifinales. Y puede que más allá al Madrid. Eso se le debió pasar por
la cabeza a Figo cuando, al final del partido, le devolvió la mirada a
Raúl y pareció decirle: "La que nos has liado, Rulo. Me han dado ganas
de saltar al campo contigo, porque además como ibas de blanco...". En
ese momento se escucharon en San Siro aplausos lejanos. Venían directos
desde el Bernabéu.
siguiente a La Novena. Su actual equipo, el Schalke, no ha llegado nunca
tan alto. Un hito (salvo descalabro en la vuelta, cosa improbable
puesto que al Inter ya no lo entrena Mourinho) en el fondo y en la forma
dado que lo han conseguido tumbando al actual campeón de Europa, en San
Siro y por goleada.
Se veía, para los que profesan el madridismo y bien le conocen, que
era una noche para el 7. El partido empezó como acaban las
eliminatorias: a tumba abierta. Con un gol imposible de Stankovic desde
el centro del campo. Un gol a lo Santi Aragón a Zubizarreta. Raúl clavó
los ojos en el banquillo del Inter y pareció comunicarse con su amigo
Figo: "os vais a enterar". Empató el Schalke, volvió a marcar el Inter y
volvió a empatar el equipo alemán. Empate a dos en el descanso y la
sensación de que no era una eliminatoria a doble partido, sino una
final.
Cuando empieza la segunda parte, con la gente abriendo la bolsa de
las colombas (el bollo italiano de Semana Santa, el igual a nuestras
torrijas), con los más rezagados saliendo a la carrera del baño, Raúl
recibe el balón de espaldas a la portería, hace un movimiento similar al
de los pivotes de balonmano, se planta ante Julio Cesar y le bate con
la derecha, para más mérito. Era el gol con el que el Schalke remontaba,
el gol que hundió en la depresión al campeón, tras el que el Inter se
marcó un gol en propia puerta y se quedó con diez por expulsión. Un gol
de los que te arruinan la vida.
Un chaval.
Se veía que era una noche para Raúl porque no sólo era un día para
listos, sino también porque esta vez no era el más veterano sobre el
campo. No en vano en el Inter juega gente más talludita que él. Con 33
años, la edad de Cristo, sus contemporáneos Córdoba, Lucio, Samuel o
Stankovic le deben ver realmente como un ser superior. También Zanetti,
con sus 37 castañas. Ese gol de Raúl (el 70 en Champions y subiendo) fue
un capón de nudillos para el Inter, que se desquició. Lo siguiente fue
el autogol de Ranocchia y la expulsión de Chivu, quien ya que juega con
casco debería abrochárselo. O que le quiten los puntos del carnet.
Queda la vuelta, pero es un trámite. Raúl aparece por el horizonte
tirando del carro del Schalke y espera al Manchester o al Chelsea en
semifinales. Y puede que más allá al Madrid. Eso se le debió pasar por
la cabeza a Figo cuando, al final del partido, le devolvió la mirada a
Raúl y pareció decirle: "La que nos has liado, Rulo. Me han dado ganas
de saltar al campo contigo, porque además como ibas de blanco...". En
ese momento se escucharon en San Siro aplausos lejanos. Venían directos
desde el Bernabéu.