No tiene pinta de futbolista moderno. Tampoco luce músculos de acero ni mechas doradas en el pelo. Xavi Hernández (Tarrasa. 1980) es un hombre de metro setenta, peinado anticuado y mirada sensata. Un futbolista con precisión de cirujano que ha logrado convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo gracias a sus pases milimétricos y a esa capacidad de interpretar el juego quizá heredada de la intuición materna.
Con ese sexto sentido del que Xavi dispone en el campo, el Barcelona ha evolucionado hasta erigirse en uno de los conjuntos con el fútbol más armonioso del planeta. La influencia de su juego ha servido para definir el 'estilo Barça' y hacer posible el sueño histórico de miles de españoles: ser campeones de Europa y del Mundo. 'Pelopo' es ahora la referencia del FC Barcelona y de la Selección. El mayor exponente del 'tiqui-taca'. El encargado de coser los hilos que enhebran los circuitos de sus compañeros.
Pero su éxito en Can Barça y a posteriori en La Roja tiene como consecuencia la cabezonería de María Mercè, su madre. La mujer que se empecinó en que su pequeño no abandonara La Masía con destino a Milán y cumpliera así con su sueño de triunfar en el Barcelona. "Xavi tenía ficha del Barça B, acababa de ganar con España el mundial juvenil de Nigeria, tenía 19 años, y el señor Galliani se reunió con Joaquín (su marido) en el hotel Princesa Sofía para que fichase por el Milán", explica Mercè en el suplemento 'Magazine' de La Vanguardia.
"Si se va, me divorcio"
El equipo italiano, uno de los más potentes del viejo continente, no quería desaprovechar el talento incipiente de un Xavi que era discutido en el Barça y cuyo futuro estaba en duda ante la presencia en la medular de Pep Guardiola. Desde Milán le ofrecían la titularidad garantizada, un chalet, 250 millones de pesetas durante cinco años, un trabajo para su padre y los billetes de avión que quisieran. La familia decidió que debían de aprovechar la oportunidad e ir a Italia al ver difícil su progresión. Pero su madre no lo vio claro y desafió con el divorcio.
Fue una amenaza dura, pero eficaz. “Probablemente tenía que haberse marchado, crecer fuera. Yo veía que lo pasaba mal. Pero con las críticas, las que decían que tenía que irse, o que era muy bajito, y gracias a su tozudez, Xavi se hizo fuerte. ‘No os preocupéis, decía, yo confío en mí y los entrenadores, también'". Doce años después, los ánimos de su madre y la obcecación del '6' por triunfar en el equipo de sus amores se han traducido en la explosión del futbolista total. La eclosión de aquel bajito con peinado raro que hizo sonreír al Barça y hasta a todo un país.
lo voy a poner no sea quue luis_neng se rebote xd no me creo la noticia
Con ese sexto sentido del que Xavi dispone en el campo, el Barcelona ha evolucionado hasta erigirse en uno de los conjuntos con el fútbol más armonioso del planeta. La influencia de su juego ha servido para definir el 'estilo Barça' y hacer posible el sueño histórico de miles de españoles: ser campeones de Europa y del Mundo. 'Pelopo' es ahora la referencia del FC Barcelona y de la Selección. El mayor exponente del 'tiqui-taca'. El encargado de coser los hilos que enhebran los circuitos de sus compañeros.
Pero su éxito en Can Barça y a posteriori en La Roja tiene como consecuencia la cabezonería de María Mercè, su madre. La mujer que se empecinó en que su pequeño no abandonara La Masía con destino a Milán y cumpliera así con su sueño de triunfar en el Barcelona. "Xavi tenía ficha del Barça B, acababa de ganar con España el mundial juvenil de Nigeria, tenía 19 años, y el señor Galliani se reunió con Joaquín (su marido) en el hotel Princesa Sofía para que fichase por el Milán", explica Mercè en el suplemento 'Magazine' de La Vanguardia.
"Si se va, me divorcio"
El equipo italiano, uno de los más potentes del viejo continente, no quería desaprovechar el talento incipiente de un Xavi que era discutido en el Barça y cuyo futuro estaba en duda ante la presencia en la medular de Pep Guardiola. Desde Milán le ofrecían la titularidad garantizada, un chalet, 250 millones de pesetas durante cinco años, un trabajo para su padre y los billetes de avión que quisieran. La familia decidió que debían de aprovechar la oportunidad e ir a Italia al ver difícil su progresión. Pero su madre no lo vio claro y desafió con el divorcio.
Fue una amenaza dura, pero eficaz. “Probablemente tenía que haberse marchado, crecer fuera. Yo veía que lo pasaba mal. Pero con las críticas, las que decían que tenía que irse, o que era muy bajito, y gracias a su tozudez, Xavi se hizo fuerte. ‘No os preocupéis, decía, yo confío en mí y los entrenadores, también'". Doce años después, los ánimos de su madre y la obcecación del '6' por triunfar en el equipo de sus amores se han traducido en la explosión del futbolista total. La eclosión de aquel bajito con peinado raro que hizo sonreír al Barça y hasta a todo un país.
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