El Real Madrid consiguió la victoria ante un atrevido Rayo después de dos tropiezos consecutivos, con goleada incluida. Triunfo que puede que haya borrado la sonrisa de algunos,
como dijo Mourinho, pero que paradójicamente y a pesar de los goles,
ha vuelto a evidenciar los problemas de fútbol e ideas que ha venido
demostrando el Madrid en estas últimas dos semanas. Y es que el Rayo se adelantó a los 18 segundos, y
con media hora de juego, Mourinho tuvo que tirar de Ozil para dar un
vuelco a la situación. Con el germano sobre el campo, el Real Madrid sí
tomó entonces las riendas del partido y los goles fueron cayendo.
El comienzo del partido supuso un jarro de agua fría para el
madridismo además de un serio toque de atención de lo que podía
acontecer después.. Y es que eso fue lo que tardó el Rayo Vallecano en
marcar gol. Lass, el de blanco, falló en el centro del campo, Tamudo
fusiló a Casillas desde lejos, cuyo rechace fue recogido por Michu para
que remachara a gol con la portería vacía y con los centrales madridistas pensando aún qué estaba pasando.
Y lo que estaba pasando es que el conjunto franjirrojo le estaba
dando una lección táctica al mismísimo Real Madrid de Mourinho. Pues el Rayo no sólo se adelantó en el marcador, sino
que durante la primera media hora estuvo compartiendo posesión e
incluso ocasiones con un cuadro merengue donde se evidenció aún un poco
más la falta de fútbol, o mejor dicho, de creadores de fútbol. Con presión arriba, entre Movilla, Javi Fuego y Michu ataron
muy en corto a Xabi, y sin el tolosarra como faro y con Ozil en el
banquillo, al cuadro blanco le cuesta encontrar la luz. Y si a eso se
añade que en los primeros compases Varane demostró andar en formación
aún, que Marcelo estuvo hoy despistadísimo más allá de dos filigranas y
dos subidas con peligro, que Di María y Ronaldo estuvieron tan desaparecidos como desconcentrados,
y que Kaká no ha terminado de encontrar su sitio en el césped en los
dos años y poco que lleva en Concha Espina, el resultado fue que el
Bernabéu acabó pitando a los suyos y que Mourinho reculó en su idea
inicial.
Y es que Ozil empezó a calentar cuando apenas se llevaba cuarto de hora de partido,
y saltó al campo por Lass cuando apenas se llevaba media hora del
mismo. El caso es que el Real Madrid recuperó el tono habitual. Con un
4-1-4-1, los mediocentros del atrevido y descarado Rayo tuvieron que
recular un poco, y con ello se acabaron los sustos de Tamudo, las
internadas de Lass B por la banda derecha del Rayo y las recuperaciones
de Movilla. El Real Madrid tomó entonces el control del partido, y poco a poco fueron llegando las ocasiones incluso.
Así, hasta que rondando el minuto cuarenta el cuadro merengue
consiguió la igualada. Y fue en la jugada más desafortunada posible
para los visitantes, pues nació de un saque de banda en la línea de
tres cuartos del campo merengue. A Tito se le escapó el balón de las manos, Ozil lo recogió y lo cedió a Kaká, que lanzó el contraataque con un pase a Ronaldo, el luso se internó en el área y su disparo se coló entre las piernas de Dani Giménez.
El tanto dio alas a un Real Madrid que hasta entonces había estado
muy aletargado. Y en las inmediaciones del descanso, remontó para
ponerse con dos goles por delante. El segundo gol blanco llegó en el
minuto 45, en una de las pocas faltas que Ronaldo deja botar a otro que
no es a sí mismo. Xabi centró, Ramos partiendo de una posición dudosa cabeceó sin oposición
mientras la defensa rayista guardaba la línea adelantada esperando al
árbitro, e Higuaín remachó a puerta vacía. Y el tercer tanto llegó de
las botas de Ronaldo de nuevo al lanzar un penalti cometido por Movilla
sobre Kaká, nuevamente en un contraataque. No había deslumbrado con su
fútbol, pero en dos contras y una jugada a balón parado el Real Madrid ya había dado la vuelta al partido en un margen de apenas diez minutos, veinte desde que entrara Ozil al verde.
Durante cuarenta minutos, el Rayo había estado por delante del Real Madrid en la clasificación
liguera, pero una vez se consumó la remontada, esa situación no volvió
a darse ya. Seis minutos después del tanto de Ronaldo, Michu recortó
distancias en el marcador ‘pecando’ de listo en un córner al remachar
un balón peinado en el segundo palo sin marca. Casillas sacó el balón sin que éste tocara las mallas,
pero Paradas Romero dio por válido el tanto. Y el mismo Paradas Romero
poco después expulsaría a Di María con una segunda tarjeta amarilla
por manos. Expulsión tan infantil y boba como justa, que servía para redondear la noche horribilis del Fideo.
En esta nueva tesitura y con media hora por delante aún, Mourinho decidió sacar a Khedira y Benzema por Kaká e Higuaín, y
situar a sus jugadores cuatro pasos por detrás de lo que lo venían
haciendo, esperando al Rayo en el centro del campo sin rubor alguno. Y a
pesar de la inferioridad numérica, funcionó a la perfección. Pues no
sólo mantuvo los tres puntos, sino que aumentó la distancia en el marcador hasta la goleada, y sin pasar tantos apuros como pudiera parecer tras el gol de Michu y la expulsión de Di María.
Varane se estrenaría como goleador blanco rondando el minuto 65 al rematar con la espuela a gol en un córner. Benzema marcaría su golito diez minutos después al cerrar un nuevo contraataque lanzado por Ozil con pase atrás tras una recuperación en el centro del campo. Y Ronaldo marcaría el tercero en su cuenta particular al transformar un penalti
cometido por Dani sobre él mismo en otra nueva contra guiada por Ozil
con pase en profundidad. Tres goles que suponían la mejor inyección de
estímulo posible tras ‘una semana mala’, y que demostrò nuevamente la
tremenda pegada que tiene el equipo blanco.
Un comienzo de partido que parecia que el final podria ser dramatico,pero al final decidio la calidad de los jugadores y el Madrid se inpuso con claridad.
como dijo Mourinho, pero que paradójicamente y a pesar de los goles,
ha vuelto a evidenciar los problemas de fútbol e ideas que ha venido
demostrando el Madrid en estas últimas dos semanas. Y es que el Rayo se adelantó a los 18 segundos, y
con media hora de juego, Mourinho tuvo que tirar de Ozil para dar un
vuelco a la situación. Con el germano sobre el campo, el Real Madrid sí
tomó entonces las riendas del partido y los goles fueron cayendo.
El comienzo del partido supuso un jarro de agua fría para el
madridismo además de un serio toque de atención de lo que podía
acontecer después.. Y es que eso fue lo que tardó el Rayo Vallecano en
marcar gol. Lass, el de blanco, falló en el centro del campo, Tamudo
fusiló a Casillas desde lejos, cuyo rechace fue recogido por Michu para
que remachara a gol con la portería vacía y con los centrales madridistas pensando aún qué estaba pasando.
Y lo que estaba pasando es que el conjunto franjirrojo le estaba
dando una lección táctica al mismísimo Real Madrid de Mourinho. Pues el Rayo no sólo se adelantó en el marcador, sino
que durante la primera media hora estuvo compartiendo posesión e
incluso ocasiones con un cuadro merengue donde se evidenció aún un poco
más la falta de fútbol, o mejor dicho, de creadores de fútbol. Con presión arriba, entre Movilla, Javi Fuego y Michu ataron
muy en corto a Xabi, y sin el tolosarra como faro y con Ozil en el
banquillo, al cuadro blanco le cuesta encontrar la luz. Y si a eso se
añade que en los primeros compases Varane demostró andar en formación
aún, que Marcelo estuvo hoy despistadísimo más allá de dos filigranas y
dos subidas con peligro, que Di María y Ronaldo estuvieron tan desaparecidos como desconcentrados,
y que Kaká no ha terminado de encontrar su sitio en el césped en los
dos años y poco que lleva en Concha Espina, el resultado fue que el
Bernabéu acabó pitando a los suyos y que Mourinho reculó en su idea
inicial.
Y es que Ozil empezó a calentar cuando apenas se llevaba cuarto de hora de partido,
y saltó al campo por Lass cuando apenas se llevaba media hora del
mismo. El caso es que el Real Madrid recuperó el tono habitual. Con un
4-1-4-1, los mediocentros del atrevido y descarado Rayo tuvieron que
recular un poco, y con ello se acabaron los sustos de Tamudo, las
internadas de Lass B por la banda derecha del Rayo y las recuperaciones
de Movilla. El Real Madrid tomó entonces el control del partido, y poco a poco fueron llegando las ocasiones incluso.
Así, hasta que rondando el minuto cuarenta el cuadro merengue
consiguió la igualada. Y fue en la jugada más desafortunada posible
para los visitantes, pues nació de un saque de banda en la línea de
tres cuartos del campo merengue. A Tito se le escapó el balón de las manos, Ozil lo recogió y lo cedió a Kaká, que lanzó el contraataque con un pase a Ronaldo, el luso se internó en el área y su disparo se coló entre las piernas de Dani Giménez.
El tanto dio alas a un Real Madrid que hasta entonces había estado
muy aletargado. Y en las inmediaciones del descanso, remontó para
ponerse con dos goles por delante. El segundo gol blanco llegó en el
minuto 45, en una de las pocas faltas que Ronaldo deja botar a otro que
no es a sí mismo. Xabi centró, Ramos partiendo de una posición dudosa cabeceó sin oposición
mientras la defensa rayista guardaba la línea adelantada esperando al
árbitro, e Higuaín remachó a puerta vacía. Y el tercer tanto llegó de
las botas de Ronaldo de nuevo al lanzar un penalti cometido por Movilla
sobre Kaká, nuevamente en un contraataque. No había deslumbrado con su
fútbol, pero en dos contras y una jugada a balón parado el Real Madrid ya había dado la vuelta al partido en un margen de apenas diez minutos, veinte desde que entrara Ozil al verde.
Durante cuarenta minutos, el Rayo había estado por delante del Real Madrid en la clasificación
liguera, pero una vez se consumó la remontada, esa situación no volvió
a darse ya. Seis minutos después del tanto de Ronaldo, Michu recortó
distancias en el marcador ‘pecando’ de listo en un córner al remachar
un balón peinado en el segundo palo sin marca. Casillas sacó el balón sin que éste tocara las mallas,
pero Paradas Romero dio por válido el tanto. Y el mismo Paradas Romero
poco después expulsaría a Di María con una segunda tarjeta amarilla
por manos. Expulsión tan infantil y boba como justa, que servía para redondear la noche horribilis del Fideo.
En esta nueva tesitura y con media hora por delante aún, Mourinho decidió sacar a Khedira y Benzema por Kaká e Higuaín, y
situar a sus jugadores cuatro pasos por detrás de lo que lo venían
haciendo, esperando al Rayo en el centro del campo sin rubor alguno. Y a
pesar de la inferioridad numérica, funcionó a la perfección. Pues no
sólo mantuvo los tres puntos, sino que aumentó la distancia en el marcador hasta la goleada, y sin pasar tantos apuros como pudiera parecer tras el gol de Michu y la expulsión de Di María.
Varane se estrenaría como goleador blanco rondando el minuto 65 al rematar con la espuela a gol en un córner. Benzema marcaría su golito diez minutos después al cerrar un nuevo contraataque lanzado por Ozil con pase atrás tras una recuperación en el centro del campo. Y Ronaldo marcaría el tercero en su cuenta particular al transformar un penalti
cometido por Dani sobre él mismo en otra nueva contra guiada por Ozil
con pase en profundidad. Tres goles que suponían la mejor inyección de
estímulo posible tras ‘una semana mala’, y que demostrò nuevamente la
tremenda pegada que tiene el equipo blanco.
Un comienzo de partido que parecia que el final podria ser dramatico,pero al final decidio la calidad de los jugadores y el Madrid se inpuso con claridad.