Tres destellos sirvieron al Santos para sellar su pase a la final del Mundial de Clubes. Los golazos de Neymar, Borges y Danilo castigaron al Kashiwa japonés, digno semifinalista y merecedor de algo más ante los brasileños. Los nipones dominaron, crearon ocasiones pero les faltó la puntería que sí tuvo su rival. El Santos y Neymar ya tienen su final, pero el camino hacia ella no ha sido ni mucho menos convincente. En una hipotética final con el Barça, la historia puede ser bien distinta.
Diferente tiene que ser la imagen de los de Ramalho si quieren optar al título. Las deficiencias defensivas son tremendas y su escaso rigor en la recuperación o el pressing les dejan en una situación muy débil si el domingo tienen enfrente al Barça. Cedieron sin vergüenza la posesión al Kashiwa y se agarraron a sus individualidades para resolver el trámite. Les pudo salir caro, pero Sawa o Kitajima no son Neymar o Ganso. Bien lo sabía el Santos.
El conjunto nipón elaboró con criterio, dispuso un buen planteamiento y llevó el peso del partido. Siempre que quiso el Santos, claro. Los brasileños esperaron la aparición de su gran estrella, que no tardó en desatascar el partido. A los siete minutos, Neymar había errado una fácil definición pero doce minutos después respondió con un gol de crack. Amagó y pisó con la derecha y sacó un precioso disparo de rosca con la zurda que se coló por la escuadra de la meta de Sugeno. Primer zarpazo y a otra cosa.
Cinco minutos más tarde fue Borges el que aprovechó la permisividad defensiva nipona. Se buscó el hueco con comodidad en la frontal y soltó un misil que castigaba en exceso la fragilidad de su rival en el marcaje. Sin haber hecho nada, el Santos tenía encarrilada la eliminatoria a la media hora de juego.
El aviso nipón
Mientras Ganso aparecía con cuentagotas y Danilo perdía su vocación ofensiva de manera alarmante, el Kashiwa ofrecía la persistencia y disciplina en el trabajo tan característica de la cultura oriental. Sus ataques inofensivos del primer acto se convirtieron en punzantes y dolorosas llegadas tras el paso por los vestuarios.
A la salida de un córner llegó la recompensa. Sakai cabeceó a la red y plasmó en el marcador la diferencia real que se había visto entre ambos equipos en el Toyota Stadium hasta el momento: todo era cuestión de pegada. La misma que tuvo, nueve minutos después, Danilo a balón parado. Con la complacencia de un despistado Sugeno, el lateral volvió a poner una distancia inalcanzable para los hombres de Nelsinho.
Cerrado el choque, el Santos se dedicó a sestear sabedor de la falta de efectividad rival. Sawa lo corroboró con un disparo al palo y otro a las nubes cuando dormitaba debajo de la portería brasileña. El Santos sólo necesitó algo de paciencia y puntería para certificar su presencia en la final. Allí necesitará más, mucho más para levantar el título.
mucha pegada del santos pero poco mas lo que le ha faltado a los japoneses para ganar el partido
mucho van a tener que mejorar para plantar cara al barça si esque pasa a la final
Diferente tiene que ser la imagen de los de Ramalho si quieren optar al título. Las deficiencias defensivas son tremendas y su escaso rigor en la recuperación o el pressing les dejan en una situación muy débil si el domingo tienen enfrente al Barça. Cedieron sin vergüenza la posesión al Kashiwa y se agarraron a sus individualidades para resolver el trámite. Les pudo salir caro, pero Sawa o Kitajima no son Neymar o Ganso. Bien lo sabía el Santos.
El conjunto nipón elaboró con criterio, dispuso un buen planteamiento y llevó el peso del partido. Siempre que quiso el Santos, claro. Los brasileños esperaron la aparición de su gran estrella, que no tardó en desatascar el partido. A los siete minutos, Neymar había errado una fácil definición pero doce minutos después respondió con un gol de crack. Amagó y pisó con la derecha y sacó un precioso disparo de rosca con la zurda que se coló por la escuadra de la meta de Sugeno. Primer zarpazo y a otra cosa.
Cinco minutos más tarde fue Borges el que aprovechó la permisividad defensiva nipona. Se buscó el hueco con comodidad en la frontal y soltó un misil que castigaba en exceso la fragilidad de su rival en el marcaje. Sin haber hecho nada, el Santos tenía encarrilada la eliminatoria a la media hora de juego.
El aviso nipón
Mientras Ganso aparecía con cuentagotas y Danilo perdía su vocación ofensiva de manera alarmante, el Kashiwa ofrecía la persistencia y disciplina en el trabajo tan característica de la cultura oriental. Sus ataques inofensivos del primer acto se convirtieron en punzantes y dolorosas llegadas tras el paso por los vestuarios.
A la salida de un córner llegó la recompensa. Sakai cabeceó a la red y plasmó en el marcador la diferencia real que se había visto entre ambos equipos en el Toyota Stadium hasta el momento: todo era cuestión de pegada. La misma que tuvo, nueve minutos después, Danilo a balón parado. Con la complacencia de un despistado Sugeno, el lateral volvió a poner una distancia inalcanzable para los hombres de Nelsinho.
Cerrado el choque, el Santos se dedicó a sestear sabedor de la falta de efectividad rival. Sawa lo corroboró con un disparo al palo y otro a las nubes cuando dormitaba debajo de la portería brasileña. El Santos sólo necesitó algo de paciencia y puntería para certificar su presencia en la final. Allí necesitará más, mucho más para levantar el título.
mucha pegada del santos pero poco mas lo que le ha faltado a los japoneses para ganar el partido
mucho van a tener que mejorar para plantar cara al barça si esque pasa a la final