La Liga rebaja la tensión de la Copa, y las aguas bajan mansas ya en la Casa Blanca después de la visita del Zaragoza. El año pasado este clásico de España generó más de un tirón de pelos entre
el madridismo, pero esta temporada parece que definitivamente no es la
de los maños. Un equipo que en el Bernabéu mostró una paupérrima
versión, con poca fe y menos fútbol, desperdiciando la ventaja inicial
que le dio el gol de Lafita ante un Real Madrid que sin meter siquiera la cuarta marcha
fue capaz de sumar tres puntos más que le hacen caminar firme en la que
es su competición fetiche desde el pasado miércoles. Kaká, Ronaldo y
Özil le dieron la victoria a un Real Madrid que pudo guardar fuerzas
para el mes de febrero que recién empieza, y que pareció encontrar de
nuevo la complicidad de su público.
Ya desde antes del pitido
inicial, daba la sensación de que llegaría la calma para el Real Madrid
con la visita del colista Zaragoza al Santiago Bernabéu después de toda la tempestad que supuso la eliminatoria copera
contra el Barcelona y el espinoso partido contra el Athletic. El equipo
blanco se llevó incluso la ovación del respetable antes del inicio para
templar aún más los nervios. Sin embargo, el partido comenzó con
sorpresa. Y fue, cómo no, Lafita el ejecutor de la misma.
El año pasado fue toda una pesadilla para los blancos, y al minuto diez
se encargó de rememorar viejos fantasmas al rematar a gol un centro
lateral ante la pasividad de toda la zaga local.
Aunque eso sí, el susto inicial no pasó a dramas mayores. El gol maño provocó que el equipo visitante retrasara un poco más las líneas
de lo que ya las tenía de inicio, causando un embotellamiento
considerable en el cuarto del campo más cercano a Roberto. Y es que al
Real Madrid le costó más de lo previsto romper la red que tejió Manolo
Jiménez. Mourinho dio la alternativa a jugadores menos habituales como
Carvalho, Kaká, Altintop o Granero. Y ya fuera porque algunos de ellos
hicieron gala de por qué son los menos habituales, o porque el equipo en
conjunto anduvo más impreciso de lo habitual, lo cierto es que en el
primer tercio del partido el guardameta del Zaragoza mantuvo los guantes
limpios, como recién sacados de la caja.
Pero esa primera media
hora fue sólo un oasis dentro del desierto que le quedaba por atravesar
al colista. Y es que poco a poco, el Real Madrid fue madurando el
partido, intentándolo con ahínco, hasta que el rival dejó la retaguardia
desguarnecida. Y fue curiosamente Carvalho el que encontró la rendija
para abrir las compuertas visitantes, justo cuando se empezaba a echar
ya de menos la clarividencia de Sergio Ramos sacando el balón desde la
zaga. El luso encontró a Kaká en profundidad, y el brasileño resolvió con suficiencia en el mano a mano con Roberto. Haciendo fácil lo espinoso. Como esos grandes jugadores entre los que hace tiempo que no está el ‘8’ blanco.
El empate, fruto de la inercia y de la cadencia atacante del Real Madrid, fue el preludio de la remontada. Con el mismo fútbol ramplón que venía practicando hasta entonces
el cuadro blanco, pero con un Zaragoza que sintió desvanecerse un sueño
que quizá nunca se creyó, fue suficiente para desnivelar la balanza
hacia el lado contrario. Ronaldo mandó una falta lamiendo el palo poco
antes del descanso, Kaká forzó un penalti que el ‘sueco’ Iturralde no quiso pitar antes de cumplirse el minuto de la reanudación, y fue rondando el cincuenta cuando Ronaldo mató el partido al remachar a gol un buen centro lateral de Ozil tras una buena jugada elaborada de los blancos.
El
luso terminó la primera vuelta batiendo el récord histórico goleador de
la Liga, y empezó la segunda de igual manera. Situación parecida a la
de Özil. Pues el ‘10’ blanco, asistente en el segundo gol, fue el
ejecutor en el tercero. Una jugada bien trenzada entre Granero y Kaká
dio con el balón en los pies del germano, que fusiló a Roberto por el
palo corto desde dentro del área. El broche a un partidazo de Özil, que
parece haber recuperado su mejor tono habiendo encadenado varios
partidos a un altísimo nivel.
Con el 3-1 en el marcador, el partido había mostrado toda su historia ya.
Nada de novelas, un monólogo nada más. Así, el último tercio apenas dio
para una moraleja siquiera. Mourinho dio descanso a Xabi Alonso, y
Hélder Postiga probó los reflejos de Casillas en un par de ocasiones,
nuevamente con más gritos que lágrimas. Pero el marcador no volvió a
moverse. Al Real Madrid no le hacía falta. El Zaragoza nunca creyó que
podría hacerlo.
a pesar del susto inicial que se adelanto el Zaragoza el Madrid saco adelante con claridad el partido.
el madridismo, pero esta temporada parece que definitivamente no es la
de los maños. Un equipo que en el Bernabéu mostró una paupérrima
versión, con poca fe y menos fútbol, desperdiciando la ventaja inicial
que le dio el gol de Lafita ante un Real Madrid que sin meter siquiera la cuarta marcha
fue capaz de sumar tres puntos más que le hacen caminar firme en la que
es su competición fetiche desde el pasado miércoles. Kaká, Ronaldo y
Özil le dieron la victoria a un Real Madrid que pudo guardar fuerzas
para el mes de febrero que recién empieza, y que pareció encontrar de
nuevo la complicidad de su público.
Ya desde antes del pitido
inicial, daba la sensación de que llegaría la calma para el Real Madrid
con la visita del colista Zaragoza al Santiago Bernabéu después de toda la tempestad que supuso la eliminatoria copera
contra el Barcelona y el espinoso partido contra el Athletic. El equipo
blanco se llevó incluso la ovación del respetable antes del inicio para
templar aún más los nervios. Sin embargo, el partido comenzó con
sorpresa. Y fue, cómo no, Lafita el ejecutor de la misma.
El año pasado fue toda una pesadilla para los blancos, y al minuto diez
se encargó de rememorar viejos fantasmas al rematar a gol un centro
lateral ante la pasividad de toda la zaga local.
Aunque eso sí, el susto inicial no pasó a dramas mayores. El gol maño provocó que el equipo visitante retrasara un poco más las líneas
de lo que ya las tenía de inicio, causando un embotellamiento
considerable en el cuarto del campo más cercano a Roberto. Y es que al
Real Madrid le costó más de lo previsto romper la red que tejió Manolo
Jiménez. Mourinho dio la alternativa a jugadores menos habituales como
Carvalho, Kaká, Altintop o Granero. Y ya fuera porque algunos de ellos
hicieron gala de por qué son los menos habituales, o porque el equipo en
conjunto anduvo más impreciso de lo habitual, lo cierto es que en el
primer tercio del partido el guardameta del Zaragoza mantuvo los guantes
limpios, como recién sacados de la caja.
Pero esa primera media
hora fue sólo un oasis dentro del desierto que le quedaba por atravesar
al colista. Y es que poco a poco, el Real Madrid fue madurando el
partido, intentándolo con ahínco, hasta que el rival dejó la retaguardia
desguarnecida. Y fue curiosamente Carvalho el que encontró la rendija
para abrir las compuertas visitantes, justo cuando se empezaba a echar
ya de menos la clarividencia de Sergio Ramos sacando el balón desde la
zaga. El luso encontró a Kaká en profundidad, y el brasileño resolvió con suficiencia en el mano a mano con Roberto. Haciendo fácil lo espinoso. Como esos grandes jugadores entre los que hace tiempo que no está el ‘8’ blanco.
El empate, fruto de la inercia y de la cadencia atacante del Real Madrid, fue el preludio de la remontada. Con el mismo fútbol ramplón que venía practicando hasta entonces
el cuadro blanco, pero con un Zaragoza que sintió desvanecerse un sueño
que quizá nunca se creyó, fue suficiente para desnivelar la balanza
hacia el lado contrario. Ronaldo mandó una falta lamiendo el palo poco
antes del descanso, Kaká forzó un penalti que el ‘sueco’ Iturralde no quiso pitar antes de cumplirse el minuto de la reanudación, y fue rondando el cincuenta cuando Ronaldo mató el partido al remachar a gol un buen centro lateral de Ozil tras una buena jugada elaborada de los blancos.
El
luso terminó la primera vuelta batiendo el récord histórico goleador de
la Liga, y empezó la segunda de igual manera. Situación parecida a la
de Özil. Pues el ‘10’ blanco, asistente en el segundo gol, fue el
ejecutor en el tercero. Una jugada bien trenzada entre Granero y Kaká
dio con el balón en los pies del germano, que fusiló a Roberto por el
palo corto desde dentro del área. El broche a un partidazo de Özil, que
parece haber recuperado su mejor tono habiendo encadenado varios
partidos a un altísimo nivel.
Con el 3-1 en el marcador, el partido había mostrado toda su historia ya.
Nada de novelas, un monólogo nada más. Así, el último tercio apenas dio
para una moraleja siquiera. Mourinho dio descanso a Xabi Alonso, y
Hélder Postiga probó los reflejos de Casillas en un par de ocasiones,
nuevamente con más gritos que lágrimas. Pero el marcador no volvió a
moverse. Al Real Madrid no le hacía falta. El Zaragoza nunca creyó que
podría hacerlo.
a pesar del susto inicial que se adelanto el Zaragoza el Madrid saco adelante con claridad el partido.