Adriano Correia nació un 26 de abril de 1984 y llegó al Sevilla en 2004 proveniente del Coritiba Footbal Club brasileño en cifras que no fueron publicadas. Conociendo a Monchi, estamos seguros que no tiraron la casa por la ventana.
En el club de Nervión, el oriundo de Curitiba, estuvo hasta la el verano de 2010 en el que fue traspasado al Barcelona por 9.5 millones de euros. Su primer año como culé jugó 969 minutos repartidos en 15 encuentros. Ganó Liga y Champions en un curso salpicado por el tumor en el hígado encontrado a Eric Abidal, otro de los polifuncionales de Guardiola.
En lo que llevamos jugado de temporada, el brasileño apunta a superar los minutos y partidos disputados hace un año, ya que lleva 14 encuentros en los que ayudó a los suyos en 891 minutos. Ha jugado nueve como titular y el resto partiendo desde el banquillo. Ha rematado tres veces y marcó un gol. Ha cometido siete faltas y le han hecho tres.
Pep Guardiola pidió y consiguió el fichaje de Adriano porque veía en él lo que todos llevamos reconociendo en los últimos siete años: polifuncionalidad y capacidad de adaptación táctica, que se parecen pero no son lo mismo.
Adriano puede jugar como extremo o lateral por ambas bandas e, incluso de interior. Casi ambidiestro, propone desde sus pies un juego vertical en ambas direcciones y también una visión de juego que, ocasionalmente, pasa de muy buena, tal fue el caso del pase cruzado a ras del suelo a Leo Messi contra el Leverkusen. Así pues, Adriano es polifuncional.
Pero también encarna la ductilidad táctica del jugador moderno porque entiende perfectamente los secretos del carrilero en defensa de tres, la colocación y cierre en diagonal cuando es lateral y la necesidad de profundidad y pase cuando en un 4-3-3 es extremo puro por cualquiera de las bandas.
Se habla poco de él pero es el jugador número 12 de la plantilla culé. Con la lesión de Eric Abidal vuelve a ocupar posición defensiva pero su gran virtud es estar siempre preparado para jugar donde el míster lo ponga y con la sonrisa a cuestas. Es, definitivamente, un profesional útil y hace grupo.
No se si es el mejor doce, es complicado el saberlo.
En el club de Nervión, el oriundo de Curitiba, estuvo hasta la el verano de 2010 en el que fue traspasado al Barcelona por 9.5 millones de euros. Su primer año como culé jugó 969 minutos repartidos en 15 encuentros. Ganó Liga y Champions en un curso salpicado por el tumor en el hígado encontrado a Eric Abidal, otro de los polifuncionales de Guardiola.
En lo que llevamos jugado de temporada, el brasileño apunta a superar los minutos y partidos disputados hace un año, ya que lleva 14 encuentros en los que ayudó a los suyos en 891 minutos. Ha jugado nueve como titular y el resto partiendo desde el banquillo. Ha rematado tres veces y marcó un gol. Ha cometido siete faltas y le han hecho tres.
Pep Guardiola pidió y consiguió el fichaje de Adriano porque veía en él lo que todos llevamos reconociendo en los últimos siete años: polifuncionalidad y capacidad de adaptación táctica, que se parecen pero no son lo mismo.
Adriano puede jugar como extremo o lateral por ambas bandas e, incluso de interior. Casi ambidiestro, propone desde sus pies un juego vertical en ambas direcciones y también una visión de juego que, ocasionalmente, pasa de muy buena, tal fue el caso del pase cruzado a ras del suelo a Leo Messi contra el Leverkusen. Así pues, Adriano es polifuncional.
Pero también encarna la ductilidad táctica del jugador moderno porque entiende perfectamente los secretos del carrilero en defensa de tres, la colocación y cierre en diagonal cuando es lateral y la necesidad de profundidad y pase cuando en un 4-3-3 es extremo puro por cualquiera de las bandas.
Se habla poco de él pero es el jugador número 12 de la plantilla culé. Con la lesión de Eric Abidal vuelve a ocupar posición defensiva pero su gran virtud es estar siempre preparado para jugar donde el míster lo ponga y con la sonrisa a cuestas. Es, definitivamente, un profesional útil y hace grupo.
No se si es el mejor doce, es complicado el saberlo.