Las casualidades y los caprichos del calendario han hecho de esta
jornada de la Segunda división, la trigésimo octava, una de las más
decisivas para el devenir de la competición.
Por un lado, Celta
contra Alcorcón o la necesidad contra la revelación, o lo que es lo
mismo: tercero contra quinto. Y mañana otro primer plato, servido a la
hora del desayuno en forma de Valladolid ante el Hércules, segundo
frente al cuarto. Es decir, los aspirantes al título se enfrentan entre
sí.
El Alcorcón ha pasado de tener un sueño, como lo tuvo en su día
Martin Luther King, a vivir la realidad de disputar con los gigantes de
la categoría una plaza para el ascenso. Los amarillos son como un niño
que se ha hecho grande, que ha dado el estirón en un verano y ahora es
un incómodo aspirante que puede incorporarse a la élite nacional, porque
argumentos no le faltan.
A pesar de que las circunstancias
podían predisponer al conjunto alfarero a saltar con respeto a Balaídos,
dadas las numerosas bajas importantes para los madrileños, la sensación
de control del partido la pusieron los hombres de Anquela, en los
primeros instantes, con posesión y oportunidades.
Un desajuste
en la defensa del Alcorcón permitió a uno de los hombres más habilidosos
de la categoría, Iago Aspas, anotar su decimosexto gol en la Liga
Adelante, aprovechando un pase en profundidad de Hugo Mallo y una
inteligente maniobra del chileno Orellana.
Precisamente, dos de
los protagonistas en el tanto celtiña fueron los artífices de que el
dominio pasara a ser propiedad de los hombres de Paco Herrera con las
armas habituales de este equipo: las bandas y la velocidad. Aspas y
Orellana marcaban un ritmo de baile compuesto por paredes y rápidas
combinaciones que desmantelaban la defensa de Alcorcón. Al filo del
descanso, Toni conectaba con Orellana que con una elegante finta echaba a
Herrera al suelo para anotar a portería vacía. Gol psicológico y
descanso.
El segundo tiempo recuperó la versión más ambiciosa del
Alcorcón, las oportunidades se sucedían y una de ellas terminaba en
gol, aunque el asistente interpretó que la posición de Oriol era ilegal.
De nuevo el catalán llevaba el peligro con un testarazo, minuto 58 y
los amarillos demostraban ser el rival incómodo que se presuponía.
Abraham
probaba desde fuera del área en el 72', el cántaro seguía yendo a la
fuente, confiada en su zaga, en la que el polivalente francés Babin
había bajado de posición para ocupar el centro de la defensa y así
frenar al rápido Iago Aspas que volvía a hacer acto de presencia en el
80', un premonitorio aviso de lo que ocurría 5 minutos después cuando
remataba un buen balón servido desde la derecha por Hugo Mallo, siendo
el segundo tanto del moañés en el encuentro.
Con esta victoria,
el Celta se acuesta segundo e instala la presión en Valladolid, donde
los pucelanos tienen mañana un duelo vital contra el Hércules. Para los
alfareros, el golpe ha sido duro viendo el juego desplegado, pero con
las opciones intactas dado que la derrota del Almería deja inalterada la
distancia a expensas del duelo que tienen ambos que dirimir la próxima
jornada.
Los vigueses se sitúan momentáneamente segundos en la clasificación,
a la espera del Valladolid - Hércules que se celebrará mañana