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Después del agridulce empate inaugural ante Italia, España se planta
en la tercera jornada de la fase de grupos de la Euro dependiendo de sí
misma y con todo a su favor para clasificarse a los cuartos de final. Y
por la puerta grande además después de la victoria ante Irlanda. Un
triunfo delicioso de ésos tan habituales de La Roja, logrado con el
esmoquin puesto, con aroma a oro y brillantes, de los que valen tres
puntos pero quizás debieran valer más. Irlanda amenazó en la previa con
encerrarse, pero es que no pudo hacer otra cosa ante el vendaval rojo,
que supo pulir sus fallos en la primera jornada para percutir contra la
portería de Given con todas sus armas posibles. Fernando Torres se
reivindicó con un gol en el minuto tres, y Silva dio la puntilla con un
gol también a los tres minutos, pero de la segunda parte. Torres, que
renació con la selección, marcó también el tercero, con el ‘falso 9’
Cesc marcando el cuarto. Y lo cierto es que pudieron llegar muchísimos
más si hubiera entrado cualquiera de la más de una decena de ocasiones
para España.
Y para aportar más razones aún, el canario también
dio el pase del tercer gol, de nuevo obra de un Fernando Torres que
renació cual ave fénix. Xavi y Busquets pudieron haber marcado rondando
la hora de partido cuando, a veinte minutos del final, el delantero del
Chelsea se plantó solo ante Given y resolvió con un gol. Como se le
presupone al delantero de toda una selección campeona del mundo, como
hacía Torres hace un tiempo, como no hizo ante Italia. Cesc, el otrora
falso 9 también tuvo su gol, el cuarto, para añadir más leña al debate
mientras llega el choque ante Croacia. Hasta entonces, hay licencia para
saborear este balsámico partido. Para Torres, pero también para la
selección, para los escépticos, para España entera. Los cuartos de final
se ven ya más cerca.
Decían los irlandeses antes del partido que podría ser como aquel
Barcelona-Chelsea de las semifinales de la Champions. Pero se
equivocaban. Primero, y principal, porque esta vez el que puso el fútbol
fue el que se llevó la victoria. Y segundo, porque esta vez la
diferencia entre ambos equipos fue infinitamente mayor a la de aquella
eliminatoria. Es cierto que Irlanda se vio abocada a encerrarse en su
propia área, como hiciera el Chelsea por decisión propia, pero es que
esta España mostró su versión más eléctrica, su lado más eficiente,
estético y depurado.
Y no sólo porque Vicente Del Bosque se
decantara por jugar con Fernando Torres de la partida, que también
contribuyó y mucho, sino porque la actitud de todo el equipo evolucionó.
Se vio a una España con los laterales permanentemente en campo
contrario, a una España que hizo una presión asfixiante, a una España
que circulaba el balón con rapidez y mordiente, en vertical y no sólo en
horizontal, a esa España que ya todos conocen que a base de paredes,
tacones, sombreros y desmarques eleva el concepto del fútbol a un nivel
al que no todos los equipos y selecciones pueden llegar. Una España que,
al contrario que ante Italia, no sólo tenía la posesión del partido,
sino que dominaba el encuentro a su antojo mientras que Irlanda se veía
impotente a defender los envites en su propio campo y con el recurso del
‘patapum parriba’ como única vía de escape.
Además, la
selección española se benefició también del tempranero gol de Fernando
Torres en el minuto tres. Sí, Torres, el mismo que ha centrado el debate
en estos últimos tres días, y que protagonizará los de los próximos
tres. Una buena triangulación de la Roja que terminó en los pies de
Silva fue desbarata por un defensa irlandés, al que sin saber aún cómo
ni por qué, Torres le robó el balón dentro del área para después fusilar
a Given y poner el 1-0 en el marcador. Un resultado que evidentemente
insufló confianza en España para que insistiera con su juego y su
estilo, a la vez que dejaba a Irlanda en un aprieto.
Así
discurrió la primera parte, como si de un frontón se tratara, con
España acosando por todos los frentes a Irlanda sin que de Casillas se
supiera si jugaba al Bubble Shooter como la ministra o qué hacía.
Torres, Iniesta Silva, Xabi y Xavi cercaron el gol en hasta ocho
ocasiones antes del descanso sin encontrar el premio que bien habría
merecido el chutazo de Iniesta al rechace de una falta, o el pase de la
muerte de Arbeloa para que El Niño rematara fuera desde dentro del área.
Aunque eso sí, tampoco tuvo que esperar mucho para celebrar tras el
tiempo de asueto.
Nuevamente con el mismo guión, Arbeloa había
avisado ya antes de que David Silva marcara el segundo para España, otra
vez a los tres minutos de la reanudación. El canario recogió dentro del
área un rechace de Given a tiro de Iniesta con tres defensas delante, y
con un temple tan característico de su tierra como poco habitual en el
fútbol, Silva tiró a un defensa de un amago, para después dar un pase a
la red por debajo de las piernas de otro de los tres zagueros, justo a
donde no llegaba el portero. Un golazo pleno de clase y estilo. 30
millones de euros habría pagado el Manchester City por su fichaje. Le
salió barato.
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