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Que Grecia saliese a defender con prácticamente todos sus hombres no
lo dudaba absolutamente nadie, ni en Polonia, ni en Grecia ni en el
resto de Europa. Fernando Santos ha remozado al equipo griego de cara a
esta Eurocopa, introduciendo varios jóvenes valores helenos que prometen
muchas alegrías al país de Platón. Pero a pesar de ello, Grecia no está
siendo capaz en ningún momento de tocar el balón con criterio y buscar
al rival, más bien todo lo contrario.
Por momentos, muchos durante el encuentro, Grecia jugaba con un
6-3-1, convirtiendo a los propios interiores del equipo, Katsouranis y
Maniatis, en falsos centrales-laterales, incrustándose entre los
defensores de banda, formando una maraña de jugadores casi imposible de
sobrepasar por los delanteros y 'trequartistas' rusos.
Aunque los
flashes durante esta Eurocopa en Rusia están yendo hacia Arshavin y
Dzagoev, no sin razón, hay otros jugadores fundamentales para que el
planteamiento de Advocaat sea fructífero. Uno de ellos estaba siendo
Konstantin Zyryanov, que daba equilibrio a la medular y hacía a menudo
de enganche entre la delantera y la mediapunta, compartiendo labor con
Shirokov. Su ausencia por enfermedad se notó.
El balón fue ruso
desde el principio hasta prácticamente el final del partido. Durante la
primera parte, Rusia dominó a su rival con absoluta comodidad, ya que
Grecia no ofrecía nada que no fuera defensa a ultranza y contrataques
insuficientes. Pero lo cierto es que Rusia no tenía profundidad, algo
difícil de conseguir con el entramado defensivo heleno. La persecución
que sufrió Andrei Arshavin fue abusiva, pero no menos destacable fue la
que tenía encima uno de los 'Pichichis' de la Euro, Alan Dzagoev. El
habilidoso jugador del CSKA se ofrecía a sus compañeros, pero no
encontraba el espacio necesario para combinar con comodidad y encontrar
los espacios para poner el pase preciso.
Sí encontró el espacio
Grecia de forma casi inverosímil por ser el primer tiro entre los tres
palos de la portería de Malafeev. En el último suspiro de la primera
parte, rusa de cabo a rabo, los griegos llevaron a cabo la jugada tantas
veces utilizada por Roberto Carlos y Raúl: saque de banda profundo a la
espalda de los centrales y definición en soledad con el portero, con la
suerte esta vez que el toque de Ignasevich benefició la carrera del
capitán griego. Karagounis, más listo que cualquier otro, aprovechó la
situación para hacer soñar a los suyos con los cuartos. Poco pudo hacer
el buen arquero ruso.
Era imposible encontrar un mejor momento
para hacer daño a Rusia que justo antes del descanso. Rusia salió con
más intensidad tras la reanudación, pero con más precipitación y nervios
sobre el cuerpo, precisamente lo que menos necesitaban. Aunque no
estaban encontrando a Sifakis, las asociaciones de los de rojo eran
mucho más precisas y creaban más sensación de peligro. De hecho,
tuvieron más ocasiones en la segunda parte desde fuera del área que
desde dentro de la misma. Además, la inseguridad de los de Advocaat
abría más espacios a sus espaldas y en varias contras Grecia pudo matar
el partido, como en una falta de Tzavellas que se estrelló en la misma
escuadra.
La inteligencia que tiene el '10' griego le concedió el
premio del gol, pero le jugó una mala pasada mediada la reanudación. En
uno de los contragolpes de los que hoy vestían de blanco, el balón le
llegó a Karagounis, que cayó dentro del área rusa, pidiendo a gritos un
penalti que el árbitro no concedió. En vez de ello, le mostró una
tarjeta amarilla que le impide jugar el partido de cuartos de final.
Ciertamente da la impresión de que Katsouranis se tira voluntariamente
y, aunque hay contacto con el defensa, es el propio griego el que busca
la pierna rival.
Cuando la República Checa se adelantó en el otro
partido del grupo, los rusos no podían dar crédito. Uno de los equipos
que mejor fútbol había realizado en todo lo que llevábamos de Eurocopa
estaba quedando fuera a las primeras de cambio. La historia del último
partido de los grupos de 2004 se estaba volviendo a repetir. Muchos
calificarán la clasificación de Grecia como la victoria del antifútbol,
de un equipo que en ningún momento en los tres partidos disputados ha
ofrecido nada, pero detrás de la poca vistosidad del juego griego hay un
trabajo y una entrega fuera de lo común. La labor de Fernando Santos ha
sido sensacional y el entendimiento con sus jugadores ha sido total. El
corazón de jugadores como Katsouranis y Karagounis bien se merecía unos
cuartos.
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