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Independientemente de los resultados conseguidos, el Valencia y sus
aficionados abandonan cada partido con un sentido de obnubilación.
Ocurrió en salidas de enjundia, en Madrid y Barcelona, donde el equipo
compitió bien pero apenas consiguió un punto y en victorias como local
ante equipos menores como Celta o Zaragoza. También ante el Lille, un
partido que dejó tres puntos imprescindibles pero despejó pocas dudas
sobre la identidad y el presente del equipo. Sigue sin saber a lo que
juega.
Le cuesta horrores a este Valencia quitarse una etiqueta
funcionarial y darle vuelo a su juego. Hasta que el partido se rompió en
el tramo final, con un Lille estirado y partido, no pudo el conjunto de
Mauricio Pellegrino controlar de verdad el choque. No hay cadencia en
un equipo en el que los interiores apenas contribuyen en la
construcción. Ni Feghoulí ni Guardado en los costados se sumaron a tejer
las jugadas, haciendo inerme el buen trabajo de Gago en la salida de la
jugada.
Perdidos por los designios económicos jugadores como
Mata o Silva, el Valencia añora la vuelta de futbolistas como Canales o
Banega, ambos en el tramo final de sus recuperaciones. Los dos hablan un
idioma que este equipo desconoce ahora mismo, y con ellos debería
crecer futbolísticamente el Valencia. En ausencia de estos hombres, y
dada la naturaleza de sus reemplazantes, el plantel de Pellegrino se
quedó a expensas de las contadas apariciones de Jonas entre líneas.
Fruto de una de ellas llegó el primer gol.
Es un jugador
intuitivo este Jonas, inteligente para jugar entre líneas y perfecto
para jugar detrás de un delantero de referencia como Soldado. Pese a que
no asomó todo lo que la disposición del Lille demandaba, una sola
cambió el rumbo del partido. Fue en el momento de mayor agobio del
Valencia, que amenazó con descuajeringarse con poco. Dos desajustes
defensivos terminaron con sendos disparos de Payet y De Melo que no
encontraron puerta. Las pérdidas en la base son otro de los problemas
que asolan al Valencia siempre que no se presenta Gago.
Más
alegre el Lille, capitalizó el Valencia. Jonas encontró la espalda de
Verrati, se apoyó en Soldado y se filtro a la espalda de la defensa. El
pase alcanzó su destino con fortuna, tras tropezar en un rival y Jonas
definió con sutileza. Apenas cambió el paisaje el gol. El Valencia no
encontró más control sobre el partido y las dificultades para llevar el
balón en franquicia a posiciones de peligro continuaron.
Durante
la segunda mitad, el equipo español, aunque ciertamente sin sufrir,
siguió en el alambre. Incapaz de generar un volumen de llegadas
disuasorio para su rival ni de asumir el mando del balón, dio carrete a
un Lille que en realidad da para poco. Tras la marcha de Hazard, el
equipo francés no encuentra su sino, y ya acumula siete partidos sin
ganar. Comparte dudas con el Valencia, un equipo al que hoy le fue
suficiente para ganar pero no para convencer ni para despejar
incógnitas. Tiene mucho por delante Pellegrino.
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