Dos dobletes de Messi y Cristiano sellaron las tablas en un clásico que mantiene con vida la Liga, aunque con el Barça disparado aún a ocho puntos del Madrid. Los blancos se adelantaron en un buen primer tiempo del que Messi rescató a su equipo. Tras el decanso, color azulgrana, gracias a otro libre directo magistral de Messi que fue contestado por Cristiano, infalible en el mano a mano con Valdés. Ambos equipos se apuntaron además sendos remates a la madera en un clásico que, de nuevo, dejó con ganas de más.
Ha habido tal avalancha de estos partidos en los últimos años que en el de este domingo se dieron varias de las situaciones vividas en ellos. Hubo dos indultos en el Camp Nou, uno por cabeza. El Madrid fue mejor en el primer tiempo y el Barça en el segundo. Lo que permanece inalterable es la jerarquía de Messi y Cristiano. Ambos se repartieron los goles y dieron otra vuelta de tuerca a un pulso absolutamente histórico. Dos jugadores de leyenda con un peso brutal en sus equipos.
La primera mitad recordó al Madrid la frustración de varias de sus últimas visitas al Camp Nou. Jugó mejor que su rival, pero el marcador le negó la evidencia. El líder sobrevivió a una gran primera media hora del campeón, valiente en la pizarra y sobre el césped, como exigía el rival, el escenario y la ocasión. Golpeó primero con el gol de Cristiano y pudo hundir al Barça con el 0-2, en una ocasión clamorosa desperdiciada por Benzema, que remató al poste, y Di María.
Ambos equipos vivieron sensaciones conocidas en los últimos clásicos: el Madrid no 'mató' en el primer tiempo y el Barça no supo aprovechar su superioridad en el segundo
Como tantas otras veces, el Barça no necesitó de su mejor versión para sobrevivir. Cuando peor lo estaba pasando, sobrevenida además la lesión de Alves, encontró el gol del empate. Pedro entró por la derecha, donde Marcelo no tuvo las ayudas que exigía el juego al espacio del canario, y su centro al interior del área se lo comió Pepe, que estaba realizando otro partido impecable. El regalo cayó a pies de Leo Messi, que lo recibió como suele.
Tras el gol creció el Barça. Se estabilizó atrás con la entrada de Montoya, encontró el balón y apretó a un Madrid tembloroso, como consciente de la oportunidad perdida. Aparecieron Cesc e Iniesta, y la banda izquierda comenzó a generar juego, aunque Arbeloa contó con el impagable auxilio de Khedira, un lujo del que nunca disfruta Marcelo. Con todo, al descanso, sensación de 'déjà vu': quizá ya no futbolísticamente, pero mentalmente el Barça parece seguir por encima de su gran rival.
El partido mejoró tras el descanso. El Madrid se rearmó en la caseta, pero el Barça encontró la mejor versión del de siempre. Leo Messi sembró el pánico con sus diagonales antes y después de repetirle gentilmente a Casillas el gol de libre directo que le clavó en la vuelta de la Supercopa. A Leo le ayudaron Pedro, que atormentó a Marcelo, y, sobre todo Iniesta, mucho más participativo que en el primer tiempo.
Y entonces llegó el 'déjà vu para el Barça: como en la ida de la Supercopa, cuando más sometido estaba su rival, llegó el gol del empate, una maravillosa asistencia de Özil que Cristiano embocó con solvencia ante Valdés. El luso estaba ya tocado del hombro, y así acabó el partido, echando incluso una mano atrás en la contra de Pedrito que cerró el partido. Antes, Montoya envió al travesaño la ocasión que pudo dejar los tres puntos en Barcelona, pero la madera escupió un balón que podía desanimado al Madrid en la pelea por la Liga. Hubiera sido una lástima, porque nos hubiera privado de seguir viviendo el pulso eterno entre dos escuadras poderosísimas en los que brillan dos estrellas que, aunque no lo parezcan, son de este mundo y de este tiempo.
pues seguimos A8
Ha habido tal avalancha de estos partidos en los últimos años que en el de este domingo se dieron varias de las situaciones vividas en ellos. Hubo dos indultos en el Camp Nou, uno por cabeza. El Madrid fue mejor en el primer tiempo y el Barça en el segundo. Lo que permanece inalterable es la jerarquía de Messi y Cristiano. Ambos se repartieron los goles y dieron otra vuelta de tuerca a un pulso absolutamente histórico. Dos jugadores de leyenda con un peso brutal en sus equipos.
La primera mitad recordó al Madrid la frustración de varias de sus últimas visitas al Camp Nou. Jugó mejor que su rival, pero el marcador le negó la evidencia. El líder sobrevivió a una gran primera media hora del campeón, valiente en la pizarra y sobre el césped, como exigía el rival, el escenario y la ocasión. Golpeó primero con el gol de Cristiano y pudo hundir al Barça con el 0-2, en una ocasión clamorosa desperdiciada por Benzema, que remató al poste, y Di María.
Ambos equipos vivieron sensaciones conocidas en los últimos clásicos: el Madrid no 'mató' en el primer tiempo y el Barça no supo aprovechar su superioridad en el segundo
Como tantas otras veces, el Barça no necesitó de su mejor versión para sobrevivir. Cuando peor lo estaba pasando, sobrevenida además la lesión de Alves, encontró el gol del empate. Pedro entró por la derecha, donde Marcelo no tuvo las ayudas que exigía el juego al espacio del canario, y su centro al interior del área se lo comió Pepe, que estaba realizando otro partido impecable. El regalo cayó a pies de Leo Messi, que lo recibió como suele.
Tras el gol creció el Barça. Se estabilizó atrás con la entrada de Montoya, encontró el balón y apretó a un Madrid tembloroso, como consciente de la oportunidad perdida. Aparecieron Cesc e Iniesta, y la banda izquierda comenzó a generar juego, aunque Arbeloa contó con el impagable auxilio de Khedira, un lujo del que nunca disfruta Marcelo. Con todo, al descanso, sensación de 'déjà vu': quizá ya no futbolísticamente, pero mentalmente el Barça parece seguir por encima de su gran rival.
El partido mejoró tras el descanso. El Madrid se rearmó en la caseta, pero el Barça encontró la mejor versión del de siempre. Leo Messi sembró el pánico con sus diagonales antes y después de repetirle gentilmente a Casillas el gol de libre directo que le clavó en la vuelta de la Supercopa. A Leo le ayudaron Pedro, que atormentó a Marcelo, y, sobre todo Iniesta, mucho más participativo que en el primer tiempo.
Y entonces llegó el 'déjà vu para el Barça: como en la ida de la Supercopa, cuando más sometido estaba su rival, llegó el gol del empate, una maravillosa asistencia de Özil que Cristiano embocó con solvencia ante Valdés. El luso estaba ya tocado del hombro, y así acabó el partido, echando incluso una mano atrás en la contra de Pedrito que cerró el partido. Antes, Montoya envió al travesaño la ocasión que pudo dejar los tres puntos en Barcelona, pero la madera escupió un balón que podía desanimado al Madrid en la pelea por la Liga. Hubiera sido una lástima, porque nos hubiera privado de seguir viviendo el pulso eterno entre dos escuadras poderosísimas en los que brillan dos estrellas que, aunque no lo parezcan, son de este mundo y de este tiempo.
pues seguimos A8