Getty
Dos minutos tardaron en saltar las alarmas en Old Trafford. El
tiempo que tardó Alan en batir a David De Gea. El United entró en una
especie de depresión futbolística, la defensa fallaba más de la cuenta y
el Teatro de los Sueños se impacientaba.
Pero aún quedaba lo
peor para los Red Devils, Éder se disfrazó de Fernando Redondo y emuló
su taconazo para regalar el segundo gol a Alan en el minuto 19 de
partido. La sorpresa en Manchester era mayúscula.
No obstante, la dinamita que atesoraba el United en punta de ataque
con Van Persie, Chicharito y Rooney, comenzaba a dar sus frutos. Cada
vez más llegadas, más ocasiones, más centros ansiosos de los locales,
hasta que en el minuto 25, Chicharito acortó distancias.
Ya tras
el descanso, Evans empató en el minuto 62 tras un rechace en un córner.
Sorpresa portuguesa abortada. Ahora los diablos debían rematar la
remontada.
Y quién si no. Un balón al área a quince minutos del
pitido final encontró la cabeza de un menudo mexicano que no perdonó.
Chicharito se fue del campo ovacionado. El Manchester United tiene pie y
medio en octavos de final y Javier Hernández tiene buena culpa de ello.
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