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¿Formar o competir? Esa es la gran pregunta que se formula en el
seno de muchos clubes de categorías inferiores, y en entidades con
equipos filiales. Y la respuesta está un tanto difuminada, pues ambas
cosas suelen ir unidas de la mano. Es difícil formar a chavales y que
progresen en el fútbol si no dan la talla en la competición. Y
viceversa, si la única prioridad son los resultados de cada fin de
semana, es difícil compaginar esa mentalidad con la de tener paciencia
para que los jóvenes jugadores vayan creciendo. De ahí que normalmente
ambos objetivos vayan indisolublemente unidos, intentando mantener un
equilibrio que es complicado de alcanzar.
Sin embargo, el debate siempre estará presente en las categorías
inferiores, como algo innato al propio fútbol casi. E incluso en casos
como los del Real Madrid, esa discusión está más viva que nunca en la
actualidad. Todo merced a la incendiaria rueda de prensa de José
Mourinho de este martes, donde acusaba veladamente a la propia cantera
merengue –y en particular a los métodos de Alberto Toril- de ser los
culpable de las pocas oportunidades que él mismo había repartido entre
los canteranos.
“Fabinho es un jugador de la edad que los
jugadores del Castilla deberían tener casi todos. Quien con 23, 24 años
no ha llegado al nivel suficiente como para llegar al nivel de la
primera plantilla no va a llegar ya con 27 ó 28” apuntaba el entrenador
madridista y mánager general del club en rueda de prensa, para después
lanzar un mensaje directo al propio Alberto Toril: “Tiene que decidir
qué es más importante, si terminar cuarto o quinto o noveno en Segunda, o
ayudar a la progresión de un jugador”.
Lo que indudablemente
reabre el debate sobre la política a seguir en la cantera merengue
después de mentar el factor edad, el factor clasificación, y el factor
formación, tres ejes a seguir muy de cerca en la política de cualquier
club de cantera. Y es que en el fondo del todo subyace cierta
disconformidad de José Mourinho con el rumbo que ha tomado la política a
seguir en el Real Madrid Castilla en los últimos años. Concretamente,
desde que llegara Alberto Toril al banquillo del primer filial blanco en
enero de 2011.
Antes de eso, durante este mismo mandato de
Florentino Pérez y Ramón Martínez con Alejandro Menéndez en el
banquillo, se podría asegurar que el objetivo principal del Real Madrid
Castilla era el de formar jugadores. Casi el único, hasta el punto de
prácticamente despreocuparse de la clasificación. No obstante, el mismo
Menéndez nunca ocultó que a él nadie le había pedido el ascenso a
Segunda División desde dentro del club. Y sin embargo sí que se exigía
al Castilla formalidades como que estuviera el domingo listo en
Valdebebas a disposición del entrenador del primer equipo, sólo por si
necesitaba a algún jugador canterano para completar el entrenamiento del
primer equipo. Aunque eso significara regresar en autobús de madrugada
desde la otra punta del país y que los propios jugadores se tuvieran que
ejercitar sin apenas descanso. Si eran llamados por el primer equipo,
cosa que tampoco sucedía siempre. Detalles que por otra parte generaban
ciertas tensiones ente los propios miembros del filial blanco, que veían
impotentes cómo desde el club se reaccionaba con condescendencia y
resignación cuando los resultados no llegaban, y tampoco se ponían los
mimbres para conseguirlos.
Sin
embargo, poco a poco la mentalidad dentro del club merengue fue
cambiando. El salto entre la Segunda B y la Primera División era muy
grande como para que el ‘ascenso’ de jugadores fuera fluido. Y encima al
otro lado del puente aéreo, el Barcelona B estaba asentado cómodamente
en Segunda División con un equipo mezcla de juventud y veteranía, con
inversiones generosas en fichajes de fuera además. Con lo que en enero
de 2011, y aprovechando (o utilizando) el cambio de entrenador en el
banquillo del Castilla, la dinámica del filial blanco cambió, con un
Alberto Toril que imprimió al equipo un carácter competitivo del que
carecía hasta el momento. Y que por otra parte fue magníficamente
acogido en el seno del equipo, como quedó demostrado con los dos
play-off de ascenso que disputaron de forma consecutiva.
Resultados
positivos que llegaron acompañados de otras acciones desde el propio
club que ayudaron a mantener esa dinámica positiva y competitiva. Los
fichajes en el verano de 2011 no fueron del calado que se suponía, pero
ya en el mercado invernal se logró la cesión de Pedro Mosquera (24 años
actualmente), titular hasta el final del campeonato. Y este verano,
motivado también por el ascenso a Segunda, se luchó por la continuidad
de jugadores del Castilla con muchas novias: Juanfran (24 años), Mejías
(23), Casado (23), y sobre todo, los del primer equipo Nacho (22) y
Morata (20). Además, se reforzó al filial con los experimentados Iván
González (24), Quini (23), Mosquera (24) o David Mateos (25), más los
fichajes de Fabinho (1,5 millones de euros) y, sobre todo, Borja García
(1,5 millones), que supusieron un desembolso económico notable.
Acciones
que efectivamente refuerzan ese cambio de mentalidad en la cantera
merengue, que a día de hoy no sólo lucha por la formación de jugadores,
sino también por su propia competitividad, firmando así uno de sus
mejores momentos desde hacía mucho tiempo. Algo que a José Mourinho no
parece haberle convencido, a tenor de sus declaraciones. El técnico se
disgustó bastante con la marcha de Alejandro Menéndez, de la que se
enteró una vez tomada la decisión, y parece que, en consonancia, también
con el cambio de guión en las categorías inferiores. Sabidas son las
desavenencias de Mourinho con Alberto Toril desde que llegó, y ahora
pone en evidencia sus métodos, y por ende, los de la cantera madridista.
Personalizado en la figura de Nacho Fernández, central con todos los
equipos de las categorías inferiores pero al que quiere reconvertir al
lateral derecho.
¿Debe estar el Castilla única y exclusivamente
al servicio del primer equipo, debe tener su propia autonomía
independiente, o la fórmula ideal es una combinación de ambas? Dada la
línea del Real Madrid y del propio José Mourinho de no proyectar a sus
canteranos para el primer equipo, y sin embargo sí para equipos de
fuera, ¿es lo ideal subordinar todo el trabajo de cantera a la dinámica
de un primer equipo al que no llegará prácticamente ningún canterano? La
respuesta, difícil. El equilibrio en la correcta formación de cualquier
jugador, aún más.
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