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Rubén Castro no ha tenido piedad de los suyos. El grancanario ha
vuelto a anotar ante el club donde se formó, sin remordimientos. El
equipo insular se despide de la competición y con él la última
posibilidad de contar con un Segunda para la siguiente ronda. El Real
Betis se enfrentará ante el Atlético de Madrid en cuartos de final.
El buen momento de ambos equipos en sus respectivas divisiones, el
Real Betis en Primera y Las Palmas en la categoría de plata, se comprobó
en los primeros minutos de juego, con dos equipos que movían bien el
balón, con buen trato y criterio. El encuentro prometía por lo incierto
del marcador y por la calidad de las plantillas.
La Unión
Deportiva no estaba acomplejada. El dibujo, con dos delanteros y un
rombo en la medular, ayudaba a mirar hacia adelante. Y es que el empate
inicial favorecía a los verdiblancos por el 1-1 registrado en el Estadio
de Gran Canaria.
Las mejores acciones de los béticos recaían
en la juventud y en el descaro de dos futbolistas: Álvaro Vadillo y
Alejandro Pozuelo, quien dejaba el partido antes de tiempo por una
inoportuna lesión muscular a la media hora de juego. El relevo en el
conjunto bético era Rubén Castro, grancanario de nacimiento y forjado en
la cantera amarilla.
El primer tiempo se cerró con las
apariciones del nigeriano Chrisantus, quien dispuso de la mejor ocasión,
y Thievy, que eran los encargados de subir la velocidad del ataque de
los visitantes. Un sólo gol separaba a la Las Palmas de acceder a los
cuartos de final pero las oportunidades se habían mostrado escasas en
los 45 minutos iniciales.
El segundo acto arrancaba con un Betis
más espabilado. Un pase de Beñat a Jorge Molina era cruzado en exceso
cuando se había filtrado sigilosamente entre los centrales. La movilidad
de Rubén Castro comenzaba a hacer estragos en la zaga insular que
parecía desbordada. El equipo de Heliópolis quería abrir el marcador.
La
consabida ley del fútbol se aplicó, y la mejor opción para anotar
volvió a tomar un tono amarillo. Thievy galopaba por banda derecha para
servir a Chrisantus que remataba mordido un balón que se alejó de la
portería defendida por Casto. Eran pocas las llegadas de la Unión pero
hacían daño. La incertidumbre seguía instalada en el Benito Villamarín
para los instantes finales.
A falta de cinco minutos, Rubén
Castro robaba un balón a Hernán para inmediatamente encarar a Barbosa y
batirlo. Castro era fiel a su cita con el gol y a su condición de
verdugo de su exequipo: octavo partido ante la Unión Deportiva Las
Palmas y séptimo tanto. Un guión que se veía escrito cuando el
grancanario había entrado en el terreno de juego.
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