El ambiente de gala habitual del Ali Sami Yen y el césped blando dieron la bienvenida a ambos equipos. El conjunto alemán había firmado los primeros acercamientos incomodando al Galatasaray, pero todo cambió con un error en la salida de balón de la zaga visitante que permitía un rápido robo para asistir a Yilmaz quien acomodaba con la espuela el esférico para después batir a Hildebrand con un derechazo. El ariete turco demostraba su categoría con su séptimo tanto en la Champions.
Con el marcador inaugurado, se iniciaron unos minutos cargados de ocasiones y de alternativas. El cuadro minero pudo nivelar el partido en una clara ocasión propiciada por un cabezazo de Howedes al que no llegó la bota de Huntelaar. El silencio del público fue breve, ya que a renglón seguido era un disparo de Drogba el que encendía los ánimos. El chut era repelido por el portero teutón para que Altintop disparara con su fuerza habitual a la madera. El turno de réplica correspondía, de nuevo, a los hombres de azul que veían cómo un pase de Farfán no se convertía en un autogol por centímetros. El choque era vivo y entretenido.
La primera mitad hablaba alemán a pesar de la ventaja otomana en el electrónico. El equipo de Gelsenkirchen llamaba a las puertas del empate, primero Farfán y luego Bastos volvían a probar suerte sin suerte. Los leones de Estambul no respondían a los envites visitantes con la misma contundencia, sólo Yilmaz parecía tener la pólvora preparada. Con el tiempo casi cumplido, una vertiginosa carrera de Farfán lanzaba un repliegue letal donde el peruano asistía a Jones y éste colocaba la lógica y el empate. El primer tiempo se acababa con este resultado que enmudecía el estadio.
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Con el marcador inaugurado, se iniciaron unos minutos cargados de ocasiones y de alternativas. El cuadro minero pudo nivelar el partido en una clara ocasión propiciada por un cabezazo de Howedes al que no llegó la bota de Huntelaar. El silencio del público fue breve, ya que a renglón seguido era un disparo de Drogba el que encendía los ánimos. El chut era repelido por el portero teutón para que Altintop disparara con su fuerza habitual a la madera. El turno de réplica correspondía, de nuevo, a los hombres de azul que veían cómo un pase de Farfán no se convertía en un autogol por centímetros. El choque era vivo y entretenido.
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