La primera final por la permanencia arrancaba con un inusual horario, lunes noche, en la Romareda y con un Granada agresivo que disponía de una clara oportunidad en el cabezazo de Ighalo y una mayor presencia en zona de tres cuartos rival. Fruto de esta constancia llegaba el córner ejecutado por Nolito y peinado, de nuevo, por Ighlao a la madera. Los rojiblancos, hoy de negro, avisaban y el ariete nigeriano amenazaba. Los maños sólo existían en las internadas de Sapunaru y en las intenciones de Rochina, cuyos disparos buscaban sin acierto la meta de Toño.
El tramo final del primer acto tuvo el mismo desenlace que el resto de minutos con un cuadro nazarí con más presencia ofensiva. Otro remate de cabeza de Mainz se escapaba por poco de la meta aragonesa. Los visitantes no estaban por delante en el marcador por centímetros en un duelo que parecía tener pereza para coger el ritmo y despegar.
Las largas interrupciones prosiguieron en el segundo tiempo invitando a un fútbol menos elaborado en el que el empate descansaba cómodamente a falta de que alguien diera un brusco viraje en el rumbo. Nadie se animaba a tomar el timón, a excepción de los lejanos disparos de Rochina, y de un centro del propio jugador valenciano que acababa siendo repelido por un ágil Toño.
Los dos equipos estaban evidenciando una falta de ideas y demostrando que la posición de ambos en la tabla no es casual sino consecuencia de noches como ésta. Por velocidad, un recurso olvidado por los andaluces tuvo Buonanotte sus opciones que acabaron en las manos de Leo Franco. Los hombres de Lucas Alcaraz mostraban algo de ambición a medida que se acababa el partido ante un Real Zaragoza sin brújula, sin ideas.
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Los dos equipos estaban evidenciando una falta de ideas y demostrando que la posición de ambos en la tabla no es casual sino consecuencia de noches como ésta. Por velocidad, un recurso olvidado por los andaluces tuvo Buonanotte sus opciones que acabaron en las manos de Leo Franco. Los hombres de Lucas Alcaraz mostraban algo de ambición a medida que se acababa el partido ante un Real Zaragoza sin brújula, sin ideas.
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