La inmaculada temporada del Bayern sólo había tenido un pequeño lunar en forma de única derrota ante el Bayer Leverkusen, un rival que parecía haber tomado la medida a los muniqueses ya que también venció en el encuentro de la temporada anterior. Por esos motivos y por el hecho de que se enfrentaban tercero contra primero, hacían de este duelo como el más atractivo de la jornada en Alemania.
Y no decepcionó, ni mucho menos, los primeros minutos fueron tácticos y trabados, con la tensión de un partido grande pero sin grandes oportunidades. De hecho, no fue hasta los 20 minutos cuando ambos equipos se decidieron a lanzar a puerta, de manera defectuosa, que inauguraban un periodo caracterizado por sucesivos chuts que se marchaban del arco defendido por Leno. El Bayern sacaba su lado más incisivo para finiquitar una Bundesliga que tiene fecha de caducidad a falta de ocho jornadas para el final y con una sustancial ventaja con el segundo clasificado, el Borussia Dortmund.
Si este partido podía servir como la sentencia definitiva del título, Mario Gómez se encargó de confirmarlo con una jugada personal que culminó con un gran lanzamiento cruzado, séptimo gol para el ariete de origen andaluz en un torneo donde no ha podido rendir al máximo nivel a causa de la lesión en el tobillo. El líder era más líder en el Bay Arena. Heynckes aplaudía desde la banda, y no era para menos porque el técnico sabe que necesita todas las piezas en el mejor estado de forma, físico y anímico, para afrontar el reto de la Champions ante la Juventus.
En el segundo tiempo salió algo más acelerado el Leverkusen, revolucionado y sin uno de sus argumentos ofensivos, con Schürrle en el banco, la empresa de los locales para nivelar el encuentro se antojaba complicada. Aún así, el equipo de la aspirina quería dar un dolor de cabeza a la defensa muniquesa. Una misión de la que se encargó el capitán Rolfes al remachar en el segundo palo un envío que había sido peinado previamente por Boenisch. El empate avivaba el partido en su tramo final.
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Y no decepcionó, ni mucho menos, los primeros minutos fueron tácticos y trabados, con la tensión de un partido grande pero sin grandes oportunidades. De hecho, no fue hasta los 20 minutos cuando ambos equipos se decidieron a lanzar a puerta, de manera defectuosa, que inauguraban un periodo caracterizado por sucesivos chuts que se marchaban del arco defendido por Leno. El Bayern sacaba su lado más incisivo para finiquitar una Bundesliga que tiene fecha de caducidad a falta de ocho jornadas para el final y con una sustancial ventaja con el segundo clasificado, el Borussia Dortmund.
Si este partido podía servir como la sentencia definitiva del título, Mario Gómez se encargó de confirmarlo con una jugada personal que culminó con un gran lanzamiento cruzado, séptimo gol para el ariete de origen andaluz en un torneo donde no ha podido rendir al máximo nivel a causa de la lesión en el tobillo. El líder era más líder en el Bay Arena. Heynckes aplaudía desde la banda, y no era para menos porque el técnico sabe que necesita todas las piezas en el mejor estado de forma, físico y anímico, para afrontar el reto de la Champions ante la Juventus.
En el segundo tiempo salió algo más acelerado el Leverkusen, revolucionado y sin uno de sus argumentos ofensivos, con Schürrle en el banco, la empresa de los locales para nivelar el encuentro se antojaba complicada. Aún así, el equipo de la aspirina quería dar un dolor de cabeza a la defensa muniquesa. Una misión de la que se encargó el capitán Rolfes al remachar en el segundo palo un envío que había sido peinado previamente por Boenisch. El empate avivaba el partido en su tramo final.
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