Con un minuto de silencio en honor a las 96 víctimas de Hillsborough empezó en Liverpool un partido predestinado al disfrute de la afición ‘red’ en un día tan señalado, con el aniversario de la tragedia el próximo 15 de abril. Todo lo respetuoso que estuvieron los aficionados de uno y otro equipo – deberíamos tomar nota en otros países – se evaporó según arrancó el partido, y como debe ser Anfield se volcó con sus canciones y bufandas al viento.
Quizá por la emotividad del momento, quizá por las sensaciones de la última remontada en liga, los ‘reds’ tenía una única consigna en sus libretas: ganar. Y no se conformaban con los tres puntos, el mensaje era dominar cada uno de los noventa minutos del encuentro. Stewart Downing y Philippe Coutinho serían los escuderos de Luis Suárez. Coutinho tiene todo el derecho moral y futbolístico para estar ahí, pues su número de asistencias de gol y presencia en ataque es incuestionable. Stuart Downing aunque voluntarioso no acaba de convencer y la mala suerte se cebó retirándose lesionado a los 25 minutos de juego, entrando así un Sturridge que parece haber perdido la confianza de Rodgers.
El joven técnico del Liverpool debió de romper la hoja de ruta en el descanso porque no había dado resultados. Dominaban y tiraban más (de hecho el West Ham no tiró entre los palos ni una sola vez) pero el balón acababa en la red por el lado equivocado. Me imagino a Rodgers rebanándose los sesos preguntándose que parte de “ganar” no había calado entre los suyos, y decidiendo que un mensaje más vehemente sería el adecuado para la segunda parte: “Machacar”. Y eso es lo que pasó en la segunda parte. Pero sin goles, es decir, agua de borrajas.
PARA LEER TODA LA NOTICIA HAY QUE METER UN MENSAJE
REGISTRATE en Mundo-deportes, pide nick y contraseña y correo por ello no recibirás publicidad y es gratis.