“Ningún equipo juega muy bien contra el (Manchester) United porque les temen”, declaraba esta semana Roberto Mancini – entrenador del Manchester City – intentando explicar la buena temporada de los Red Devils en la Premier League. Miedo o no de por medio, lo cierto es que los números están ahí: primeros en la liga inglesa y quince puntos por encima de su más cercano perseguidor, justamente el City de Mancini.
Tras unos últimos partidos en los que se apreció un bajón de nivel considerable, al United le tocaba visitar el siempre difícil Britannia Stadium para jugar ante el Stoke City. Y es que parece que tras caer eliminados en Champions ante el Real Madrid, una depresión generalizada azotó al plantel de Old Trafford. Tocaba reaccionar.
Tendríamos que viajar hasta 1984 para recordar la última victoria del Stoke ante el United en Premier League. La 2012/2013 no ha salido como esperaban por los predios del Britannia, y el Stoke lucha por no descender. Qué lejos está este equipo de aquel de hace pocos años que logró dar la sorpresa en la Europa League. Con una defensa frágil y un ataque inexistente (el peor de la Premier League), al Stoke le tocaba encomendarse a su afición. Con un 4-5-1, donde el trinitario Kenwyne Jones era el único punta, los locales dejaban claras sus intenciones: aguantar el juego del Manchester United y entorpecer cualquier avance hacia la portería de Begovic.
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