Tres títulos y un reguero de conflictos. Es el legado que dejará Mourinho tras su paso por el Real Madrid. Si ponemos en una balanza la trayectoria del portugués en el banquillo blanco, pesan más los líos que los éxitos.
Una Liga, una Copa, una Supercopa de España, estrechar el cerco con el Barcelona y recuperar el prestigio en Europa tras tres semifinales de Champions consecutivas ha sido su aportación. A cambio, innumerables confrontaciones con el club, los jugadores, la afición, la UEFA, los árbitros y los rivales. Pocos logros para justificar tantos jaleos.
En 176 partidos con él, el Madrid ganó 127, empató 27 y perdió 22
Nada más aterrizar en el Real Madrid, Mourinho comenzó su cruzada con los árbitros. “El Barça casi siempre juega contra 10”, fue uno de sus primeros recaditos. Luego endurecería su discurso hasta ganarse una sanción ejemplar de la UEFA por su rajada en la ida de las semifinales de Champions ante el Barça y por el famoso paripé de las expulsiones de Ramos y Xabi en Ámsterdam.
También se enfrentó al club por querer dirigir provisionalmente a Portugal, echó un pulso a Valdano -al que acabó echando-, tuvo broncas con varios entrenadores rivales y ofendió al Málaga.
En su segunda temporada, afeó la imagen del Madrid con una acción que dio la vuelta al mundo: su agresión a Tito Vilanova durante la Supercopa de España. No fue la única de la temporada. Meses después, esperó al árbitro en el aparcamiento del Camp Nou para decirle cuatro cosas tras ser eliminado de la Copa del Rey por el Barcelona.
Guerra en el vestuario
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