La vida y el fútbol hacen reencontrar en el camino a viejos transeúntes. Real Valladolid y Celta pugnaron la temporada pasada por ocupar la segunda plaza para el ascenso directo a Primera. La victoria cosechada por los vigueses en el José Zorrilla, el 3 de marzo de 2012, relanzaba la candidatura celeste para acompañar al Deportivo en el posterior histórico ascenso de sendos clubes gallegos. Mientras que el Valladolid tuvo que esperar hasta el final de temporada para regresar a la máxima categoría. Lo hizo por la ruta larga, la del complicado y tortuoso 'play-off'.
Un año después, la historia ha cambiado. El Celta llega a Pucela como colista de la tabla ante un rival con los deberes hechos, con la permanencia garantizada tras una digna campaña sin sobresaltos. Todo lo contrario que los célticos, cuyo papel se ha asemejado al del estudiante remolón que apuntaba maneras pero que ha terminado con asignaturas pendientes y con muchas posibilidades de repetir curso.
Todo parece ir en contra del Celta. El escaso optimismo que ofrecen las estadísticas, con un 4% de mantener la categoría, rivaliza con el leve optimismo que genera jugar en un estadio talismán. De los 10 últimos duelos disputados entre pucelanos y olívicos en el feudo blanquivioleta los celestes han conseguido 2 empates y 6 triunfos. Y es que a los hombres de Abel Resino sólo les queda vencer y esperar al resto de resultados para llegar con vida a la última fecha del campeonato. Será una tarde como las de antes, con cierto regusto añejo a transistores y auriculares, a las matemáticas y a la calculadora.
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