Y seis. Cómo hemos llegado a ver seis entregas de esta saga no tiene por qué ser un misterio, no al menos en comparación con el auténtico misterio, el de cómo las ha alcanzado en tan buen estado de salud tras un quinto título que, en los mismos términos cinematográficos de los que se vale, sencillamente lo "petó". La simpleza y franqueza de sus objetivos, expectativas y resultados es donde, posiblemente, resida la clave de esta franquicia resultona y de listón bajo, y en la que lo único que importa es pasar de 0 a 200 en tres segundos. El por qué de hacerlo es lo de menos, y no hablemos ya de un guión convertido en una sucesión de escenas de acción a cada cual más (in)creíble. Y a mucha honra, oiga. La idea es simple, "molar". Y esta sexta entrega, aunque sea más estúpida y grotesca de lo que debería, aún sigue "molando"...
Con esta sexta entrega se glorifica el tono de la quinta, mostrado si cabe de forma más estilizada y desvergonzada. Y sobre todo más ruidosa. Y ahí están Dom, Brian y cía a la espera de que se les vuelva a llamar a filas para cualquier menester, para aprovechar la oportunidad que esta franquicia representa para la cuenta corriente de sus respectivos intérpretes. Todo vale, más o menos, con tal de que los motores rugan una vez más "a todo gas". Las que hagan falta. Ya no se trata de carreras ilegales aunque alguna se cuele por medio, por aquello de la nostalgia, y aunque sea tan irrelevante como cualquier otro giro argumental... salvo el que no se debe de nombrar (por muy bonito que sea el titular...), ya con el tiempo cumplido, y que evidencia la inteligencia (empresarial) de este producto de marketing tan populista como Hugo Chávez. Porque esta saga, evidentemente, es pura morralla comercial sin nada que contar desde el principio, una mera excusa para mantener en vilo a la audiencia con frases lapidarias, una actitud "de pa chulo yo" y escenas de acción tan imposibles que rozan la parodia.
Se trata de entretener, y de cobrar a cambio. Y en 2D, para que no se diga. Se trata de "molar", una vez más y ya van seis, en donde un amante del cine no encontrará nada que le motive que no pueda experimentar, si acaso, dando cinco vueltas de campana con su propio coche. Su propia toma del millón de dólares. Pero el cine aunque caro sigue saliendo bastante más barato. Y es bastante más seguro. Y además nadie vuelca con el estilo (y el CGI) de los chicos de esta franquicia que han hecho que cosas como la lógica o la realidad estén sobrevaloradas. Chúpate esa, Nolan. No es que esté bien rodada o montada, pero si algo sabe hacer es llamar la atención. Con fuerza, y con ruido. Los mismos que condiciona sobremanera una excusa argumental tan válida como otra cualquiera, si aceptamos barco como animal acuático, pero a la que tildar de historia le queda grande. No es una cuestión de intransigencia o de cinismo, sabemos a lo que venimos, pero tampoco estaría de más un mínimo de credibilidad, de cordura. Un poco, lo justo como para creer que no nos están tomando el pelo con soldados (y policias) de juguete, for example.
Al igual que sus antecesoras esta sexta entrega que sirve de previo a la séptima -de paso que sitúa en su sitio a la tercera... -, cumple con su promesa de entretener a través de un circuito donde el bien y el mal son de aplicación caprichosa, voluble e interesada: no es "buena" puede rendir como si fuera "güena"... si el público pone algo de su parte, por supuesto. Mejor o peor, gustará a quien tenga que gustar (y quiera que le guste), a los que hayan catado de buena gana las anteriores y no busquen en esta inversión más que una nueva muesca de un producto de sobra conocida. Poco importa que su trasfondo dramático sea de catálogo de moquetas; que su argumento nos la sude tanto como quien vive, muere o suelta el chiste; que en su búsqueda de hacer el más difícil todavía con las hazañas superheroicas del indestructible Mr. Toretto "vuele" por momentos en el ridículo; o que pueda ofender una realidad tan corruptible que sitúa en España una pista de aterrizaje tan larga como el campo de fútbol de Oliver & Benji. Siempre habrá quien se ponga farruco y diga: "Conduce o muere, dude!". Porque "mola".
En 'Fast & Furious 6', en líneas generales, no vamos a encontrar nada que no hayamos podido encontrar en alguno de sus títulos anteriores, ninguna novedad relevante que haga del efecto sorpresa uno de sus valores. Sabemos a lo que vamos, a entretenernos. El problema, si acaso, es que a la sexta el entretenimiento puede ser confundido con una mera distracción. ¿Nos entretenemos porque es realmente entretenido... o por qué vamos predispuestos a ello? No cabe duda que Impactos TV también podía ser muy distraido, pero una tras otra en el que es por ahora el penúltimo capítulo se aprecia un exceso de confianza, un exceso a la hora de subrayar un modelo al que no se le aporta más que ruido en base al reciclado. Una reiteración que aunque resulta igualmente entretenida y, por qué no, igualmente válida, puede limitar la satisfacción de un producto que parece que cumple, así sin más, pero sin el entusiasmo de empresas similares. O donde la gracia insinúa que puede empezar a perderse, sea quien sea el malo (o el director). Su falta de prejuicios sigue siendo disfrutable, pero al vehículo se le empieza a notar la falta de combustible...
EL SEPTIMO ARTE
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