Una carrera automovilística surgida a mediados de los años 60 que recorría el casco urbano de Alcañiz
fue el embrión del actual circuito de Motorland y del Gran Premio de MotoGP en Aragón que esta
semana llega a su cuarta edición. Esta es su singular historia.
Antes de que el nombre de Alcañiz se asociara al espectacular circuito de Motorland Aragón y al Gran Premio del Campeonato del Mundo de MotoGP que se organiza allí desde 2010, esta población de la provincia de Teruel fue conocida entre los aficionados al motor por ser el escenario de una de las carreras urbanas sobre cuatro ruedas más populares que se disputaron en España durante más de tres décadas, el Premio Ciudad de Alcañiz.
A mediados de los años 60, las carreras desarrolladas en trazados urbanos estaban a la orden del día. El GP de F1 en Mónaco o las citas de motociclismo en la Isla de Man o Montjüic, en Barcelona, atraían a miles de aficionados, fascinados por unas carreras tan espectaculares como llenas de riesgo.
Imbuido de ese ambiente, el Dr. Joaquín Repollés (1913-1984), un apasionado del motor, impulsó en 1965 el primer Premio Ciudad de Alcañiz como un evento que culminase las fiestas de la localidad que se celebraban en el mes de septiembre. Nadie podría intuir entonces que esa carrera que recorría el enrevesado casco urbano se convertiría en una cita ineludible para pilotos de todo pelaje y condición ni que, con los años, albergaría pruebas de casi todas las modalidades de automovilismo y karting.
Aquel circuito imposible, que transcurría al borde del río Guadalope, atravesaba estrechos puentes y obligaba a los participantes a negociar curvas pegadas a las casas, mudaría en poco tiempo en uno de los preferidos de los pilotos, que acudían con sus Seat 1430, Mini, Porsche, Ford y todo tipo de bólidos. Allí se exhibió Juan Fernández, quien ostenta el récord de la pista sobre un Osella PA9-BMW con una vuelta en 1 minuto 33 segundos 67 centésimas, a una media de casi 150 kms/h, y allí se foguearon renombrados pilotos como Luís Pérez-Sala, Adrián Campos, Emilio de Villota, Gabriele Tarquini o Carlos Sainz, quien años después se convertiría en bicampeón mundial de Rallys.
Sainz recuerda su participación en la edición de 1983, en la Copa Nacional Renault, al volante de un Renault 5 Turbo: “Ya había oído muchos comentarios sobre lo difícil que era es prueba antes de ir allí. Cuando llegué, vi que el circuito tenía un encanto especial, y que el pilotaje tendría mucha importancia. Me adapté bien al circuito y gané la carrera. También es verdad que yo ya tenía experiencia en Rallys y eso me ayudó, pero la fama la tenía bien ganada” explica el piloto madrileño.
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fue el embrión del actual circuito de Motorland y del Gran Premio de MotoGP en Aragón que esta
semana llega a su cuarta edición. Esta es su singular historia.
Antes de que el nombre de Alcañiz se asociara al espectacular circuito de Motorland Aragón y al Gran Premio del Campeonato del Mundo de MotoGP que se organiza allí desde 2010, esta población de la provincia de Teruel fue conocida entre los aficionados al motor por ser el escenario de una de las carreras urbanas sobre cuatro ruedas más populares que se disputaron en España durante más de tres décadas, el Premio Ciudad de Alcañiz.
A mediados de los años 60, las carreras desarrolladas en trazados urbanos estaban a la orden del día. El GP de F1 en Mónaco o las citas de motociclismo en la Isla de Man o Montjüic, en Barcelona, atraían a miles de aficionados, fascinados por unas carreras tan espectaculares como llenas de riesgo.
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Imágen retrospectiva del primigenio
Circuito Urbano de Guadalope, en Alcañiz.
Imágen retrospectiva del primigenio
Circuito Urbano de Guadalope, en Alcañiz.
Imbuido de ese ambiente, el Dr. Joaquín Repollés (1913-1984), un apasionado del motor, impulsó en 1965 el primer Premio Ciudad de Alcañiz como un evento que culminase las fiestas de la localidad que se celebraban en el mes de septiembre. Nadie podría intuir entonces que esa carrera que recorría el enrevesado casco urbano se convertiría en una cita ineludible para pilotos de todo pelaje y condición ni que, con los años, albergaría pruebas de casi todas las modalidades de automovilismo y karting.
Aquel circuito imposible, que transcurría al borde del río Guadalope, atravesaba estrechos puentes y obligaba a los participantes a negociar curvas pegadas a las casas, mudaría en poco tiempo en uno de los preferidos de los pilotos, que acudían con sus Seat 1430, Mini, Porsche, Ford y todo tipo de bólidos. Allí se exhibió Juan Fernández, quien ostenta el récord de la pista sobre un Osella PA9-BMW con una vuelta en 1 minuto 33 segundos 67 centésimas, a una media de casi 150 kms/h, y allí se foguearon renombrados pilotos como Luís Pérez-Sala, Adrián Campos, Emilio de Villota, Gabriele Tarquini o Carlos Sainz, quien años después se convertiría en bicampeón mundial de Rallys.
Sainz recuerda su participación en la edición de 1983, en la Copa Nacional Renault, al volante de un Renault 5 Turbo: “Ya había oído muchos comentarios sobre lo difícil que era es prueba antes de ir allí. Cuando llegué, vi que el circuito tenía un encanto especial, y que el pilotaje tendría mucha importancia. Me adapté bien al circuito y gané la carrera. También es verdad que yo ya tenía experiencia en Rallys y eso me ayudó, pero la fama la tenía bien ganada” explica el piloto madrileño.
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