Conte es un entrenador muy dado a las rotaciones en todas las líneas de su equipo. Muy habitualmente podemos ver a Ogbonna sustituyendo a alguno de los centrales, o a Pogba entrando por cualquiera de los dos interiores y muchas veces cambia la pareja de delanteros. Pero donde le cuesta hacer cambios es en el mediocentro, territorio de Pirlo, un jugador prácticamente insustituible en el mundo, y más incluso en la propia Juventus, donde no hay un jugador de características parecidas en toda la plantilla. Cuando Pirlo no está, la Juventus no consigue crear juego con fluidez, no hay salida desde atrás. Es decir, la Juve sin Pirlo es menos Juve.
Hasta que a la hora de juego Conte tuvo que reclamar a su cerebro y ponerlo en el campo, la Juventus no había sabido cómo romper la dura defensa del Parma, habiendo creado apenas un par de ocasiones aisladas creadas por la calidad individual de los jugadores bianconeri. Tuvo una en la primera parte tras una gran asociación entre Giovinco y Tévez y otra justo en los primeros segundos de la reanudación protagonizada por Asamoah, pero ninguna asustó en exceso a Mirante. Inició con Pogba en la posición central entre los tres mediocampistas, pero no duró ni diez minutos, cuando Conte le pidió a Vidal que ocupara ese lugar.
El esquema de Donadoni era perfecto para maximizar las limitaciones del pobre juego de la Juve, cerrando todos los espacios con la acumulación de hombres en la zona cercana a su área propia, con continuas ayudas entre los jugadores y basculaciones. Arriba dependía demasiado de la magia de Cassano y de la lucha de Amauri con Chiellini y Ogbonna para que pudiese bajar algún balón e iniciar desde ahí una jugada de ataque con los carrileros.
Ya con Pirlo en el campo, la Juve ganó tranquilidad y pausa en la creación. De hecho, a los pocos minutos creó la mejor ocasión del partido hasta el gol de Pogba. Una buena jugada colectiva acabó con un centro de Padoin raso al área que remató de primeras Tévez al cuerpo de Mirante. Pero la profundidad aun así no era la idónea, y Conte probó a cambiar a la pareja de delanteros en su totalidad. Quitó al Apache y a Giovinco e introdujo a Llorente y Quagliarella. El napolitano se sacó de la manga un disparo improvisado desde más de 25 metros que sorprendió a Mirante y que acabó pegando en el palo. Al rebote llegó Pogba, atento como siempre. El gol fue un golpe muy duro para el Parma del que no se supo levantar, siguió sin crear peligro y vio cómo se le escapa un punto que habría sido de oro.Fuente goal.com
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