El Real Betis tiene motivos para la ilusión. Último en la tabla, con una sensación horrible de juego y resultados, con una sequía goleadora aterradora y con el fantasma del 5-1 sobrevolando las cabezas de todos los béticos, hay motivos para la ilusión.
Los hombres de Pepe Mel han viajado a Montecastillo para alejarse de la presión, de los medios y de los fantasmas. Aún está muy fresco ese inicio de partido ante los sevillistas en el Pizjuán, donde en un abrir y cerrar de ojos ya habían encajado dos goles.
Pero la casualidad o el destino han querido que el aficionado verdiblanco sueñe con una victoria histórica en el feudo rojiblanco para dar un giro de 180º a la situación del club, y toda esa revolución tiene nombre y apellido, Rubén Castro. El delantero canario ha vuelto a entrenarse con sus compañeros cuando se inició el parón liguero por la jornada FIFA, y su presencia en el terreno de juego puede desatascar, motivar o provocar una reacción en sus compañeros.
De ese 5-1 de ese domingo 18 de noviembre del año pasado, tan solo Juan Carlos, Paulao y el propio Rubén Castro continúan en la plantilla de Pepe Mel. Jorge Molina necesita a su fiel escudero para fijar centrales y provocar el espacio para un delantero rápido, avispado y con mucho gol. Pero el que puede convertirse en el aliado número uno de Rubén es Joan Verdú. El mediapunta derrocha calidad y en las últimas jornadas parece que está volviendo a ese juego que enamoraba en Cornellá.
Su visión de juego y la movilidad del veterano ariete pueden ser letales en una defensa sevillista que no se caracteriza por su rapidez al corte. Pepe Mel necesitaba ese cambio de timón para ver el derbi de otra manera, necesitaba esa perla que brillara dentro de toda la oscuridad que se instalaba en Heliopolis. Rubén Castro es esa perla, porque vuelve con hambre, porque vuelve para sacar al Betis del infierno en el que deambula desorientado.
Fuente goal.com
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De ese 5-1 de ese domingo 18 de noviembre del año pasado, tan solo Juan Carlos, Paulao y el propio Rubén Castro continúan en la plantilla de Pepe Mel. Jorge Molina necesita a su fiel escudero para fijar centrales y provocar el espacio para un delantero rápido, avispado y con mucho gol. Pero el que puede convertirse en el aliado número uno de Rubén es Joan Verdú. El mediapunta derrocha calidad y en las últimas jornadas parece que está volviendo a ese juego que enamoraba en Cornellá.
Su visión de juego y la movilidad del veterano ariete pueden ser letales en una defensa sevillista que no se caracteriza por su rapidez al corte. Pepe Mel necesitaba ese cambio de timón para ver el derbi de otra manera, necesitaba esa perla que brillara dentro de toda la oscuridad que se instalaba en Heliopolis. Rubén Castro es esa perla, porque vuelve con hambre, porque vuelve para sacar al Betis del infierno en el que deambula desorientado.
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