El Real Madrid ha destituido este martes a Alberto Toril como técnico del Castilla después de encajar un 6-0 ante el Eibar, habiendo sumado apenas siete puntos en las primeras catorce jornadas. Dicen que el fútbol es injusto, que los entrenadores son la cabeza de turco preferida de los dirigentes al no poder destituir a veinte jugadores de una vez. Y este caso es el reflejo perfecto de la ineptitud de unos dirigentes que parecen haber mirado únicamente a la clasificación sin evaluar la plantilla, los condicionantes de las derrotas, ni la propia política de refuerzos durante el pasado verano. ¡Cuánta mezquindad!
Y es que si el Castilla va último de la Liga Adelante es, sobre todo, porque la plantilla que tiene es infinitamente inferior que la de la temporada pasada. Con jugadores excesivamente jóvenes, otros futbolistas sin recorrido en la categoría, unos que llegan después de tiempo parados, y posiciones sobre el campo raquíticamente cubiertas. Como la del lateral derecho, donde este curso han tenido que jugar dos extremos como Quini o Kiko Femenía, porque el único lateral derecho de la plantilla (Llorente) tenía que formar de central. O la de la delantera, donde ninguno de los cuatro arietes utilizados ha marcado todavía con un tercio de la competición ya consumido, habiendo probado incluso a un jugador juvenil como Juanjo Narváez. También, evidentemente, porque los insuficientes fichajes (en número y calidad) llegaron sobre la bocina, con la liga ya empezada. Y no hay que olvidar que las polémicas decisiones arbitrales le han privado al filial blanco de sumar algún punto más de los que tienen. Y de todo ello junto, parece que el culpable es el entrenador. ¡Cuánta mezquindad!
Con estas circunstancias, la solución nunca podía ser destituir al entrenador, que era el mayor damnificado por la nefasta política de fichajes del club durante el verano, yendo a buscar jugadores de saldo al mercadillo pretendiendo que lucieran como si fueran de la élite. Y menos, tratándose de Alberto Toril, uno de los más capaces y exitosos técnicos de toda La Fábrica. El mismo que pulió a los Nacho, Morata, Sarabia, Carvajal, Pacheco, Jesé o Álex Fernández. El último que ganó la Copa de Campeones con los juveniles del Real Madrid, y que a punto estuvo de conseguir un triplete histórico. El mismo que metió al Castilla en los play-offs de ascenso a Segunda tras media temporada invicto nada más coger las riendas del filial en navidades, y el que terminó por firmar el espectacular ascenso un año después, para coronarse como el mejor filial de España la pasada temporada en la Liga Adelante. El mismo que tenía a toda la plantilla de su lado, hoy y siempre –y así lo aseguran tanto delante como detrás de las cámaras-, y que se ha quedado en shock tras la noticia. Y en tres meses, pese a las infinitas dificultades y la caballerosidad de no levantar la voz contra los dirigentes más de lo necesario, todo ello ha caído en saco roto. ¡Cuánta mezquindad!
Ahora la responsabilidad es de Manolo Díaz, el técnico del Real Madrid C. Un entrenador que conoce de maravilla la casa, un técnico muy capaz, como ha demostrado con el difícil segundo filial en las espinosas categorías de Segunda B y Tercera. Pero un técnico que tiene un marrón entre manos de proporciones superlativas. Y es que tendrá a los mismos jugadores a su disposición, las mismas dificultades, y a los mismos dirigentes observando. Sólo el tiempo podrá dictar sentencia, pero a priori, el Real Madrid se ha pegado un tiro en el pie con esta decisión de destituir a Alberto Toril. De verdad, ¡cuánta mezquindad!
Fuente goal.com
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Y es que si el Castilla va último de la Liga Adelante es, sobre todo, porque la plantilla que tiene es infinitamente inferior que la de la temporada pasada. Con jugadores excesivamente jóvenes, otros futbolistas sin recorrido en la categoría, unos que llegan después de tiempo parados, y posiciones sobre el campo raquíticamente cubiertas. Como la del lateral derecho, donde este curso han tenido que jugar dos extremos como Quini o Kiko Femenía, porque el único lateral derecho de la plantilla (Llorente) tenía que formar de central. O la de la delantera, donde ninguno de los cuatro arietes utilizados ha marcado todavía con un tercio de la competición ya consumido, habiendo probado incluso a un jugador juvenil como Juanjo Narváez. También, evidentemente, porque los insuficientes fichajes (en número y calidad) llegaron sobre la bocina, con la liga ya empezada. Y no hay que olvidar que las polémicas decisiones arbitrales le han privado al filial blanco de sumar algún punto más de los que tienen. Y de todo ello junto, parece que el culpable es el entrenador. ¡Cuánta mezquindad!
Con estas circunstancias, la solución nunca podía ser destituir al entrenador, que era el mayor damnificado por la nefasta política de fichajes del club durante el verano, yendo a buscar jugadores de saldo al mercadillo pretendiendo que lucieran como si fueran de la élite. Y menos, tratándose de Alberto Toril, uno de los más capaces y exitosos técnicos de toda La Fábrica. El mismo que pulió a los Nacho, Morata, Sarabia, Carvajal, Pacheco, Jesé o Álex Fernández. El último que ganó la Copa de Campeones con los juveniles del Real Madrid, y que a punto estuvo de conseguir un triplete histórico. El mismo que metió al Castilla en los play-offs de ascenso a Segunda tras media temporada invicto nada más coger las riendas del filial en navidades, y el que terminó por firmar el espectacular ascenso un año después, para coronarse como el mejor filial de España la pasada temporada en la Liga Adelante. El mismo que tenía a toda la plantilla de su lado, hoy y siempre –y así lo aseguran tanto delante como detrás de las cámaras-, y que se ha quedado en shock tras la noticia. Y en tres meses, pese a las infinitas dificultades y la caballerosidad de no levantar la voz contra los dirigentes más de lo necesario, todo ello ha caído en saco roto. ¡Cuánta mezquindad!
Ahora la responsabilidad es de Manolo Díaz, el técnico del Real Madrid C. Un entrenador que conoce de maravilla la casa, un técnico muy capaz, como ha demostrado con el difícil segundo filial en las espinosas categorías de Segunda B y Tercera. Pero un técnico que tiene un marrón entre manos de proporciones superlativas. Y es que tendrá a los mismos jugadores a su disposición, las mismas dificultades, y a los mismos dirigentes observando. Sólo el tiempo podrá dictar sentencia, pero a priori, el Real Madrid se ha pegado un tiro en el pie con esta decisión de destituir a Alberto Toril. De verdad, ¡cuánta mezquindad!
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