El Real Madrid cerró la clasificación a octavos de final de la Champions League como primero de grupo después de una exhibición de arrestos ante el Galatasaray, que jugó 65 minutos con un jugador más tras la tempranera expulsión de Sergio Ramos. En la grada había 40000 Cristiano Ronaldo, y tras la tarjeta roja, sobre el campo quedaron diez, que se comieron a su rival a base de coraje y mucho fútbol. Con el espíritu del ‘7’. Gareth Bale marcó un golazo de falta directa, y aunque Umut Bulut empató antes del descanso, la segunda parte cayó entera del bando blanco. Sobre todo merced a un Arbeloa soberbio en ataque, con un gol, una asistencia para que marcara Di María y un penalti obviado en apenas diez minutos. Tras semejante exhibición, y ya con 3-1 en el electrónico, el equipo turco fue incapaz de levantar la cabeza. Al contrario, Isco se sacó otro golazo de la chistera. El miedo escénico, que dirían los románticos.
Umut Bulut engaña a Sergio Ramos y al árbitro. Los primeros instantes del partido discurrieron de una forma un tanto extraña en el Santiago Bernabéu. Quizás fuera el frío, quizás la atención puesta al recibimiento del estadio a Ronaldo, quizás la revolución en el once blanco, o incluso la mayor necesidad de los turcos. Seguramente fuera de todo un poco. Pero lo cierto es que el Real Madrid no pareció el Real Madrid de estas últimas fechas. Impreciso, plano, descolocado, sin mordiente alguno… Y el reflejo perfecto llegó con la expulsión de Sergio Ramos rondando el minuto 25. El zaguero se dejó ganar la posición por Umut Bulut a un centro frontal sin aparente peligro, y con una mejor ubicación, el turco buscó ser arrollado de camino a la portería de Casillas. Sergio Ramos picó, torpe como en casi toda esta temporada, y aunque el contacto fuera muy leve, fue suficiente para que el trencilla escocés también se dejara arrastrar por la jugarreta del atacante del Galatasaray. Tarjeta roja, y Jesé dejó su lugar a Nacho en el centro de la zaga. Expulsión excesiva seguramente. El error de Ramos fue anterior a la supuesta falta.
Bale explota y Bulut responde. Irónicamente, con uno menos sobre el campo, el Real Madrid pareció estirarse. O al menos, despertarse. Ya no le valía con jugar al ralentí, sino que debía acelerar. Y ahí se dejó notar su calidad. Sobre todo, en las botas de Gareth Bale. El galés se echó el equipo a la espalda, aunque no estuvo todo lo eficiente que se hubiera esperado viendo las ocasiones de que dispuso: un mano a mano que se marchó cruzado, y otro que se marchó alto tras una pared con Isco en las postrimerías de la primera parte. Claro que nadie se acordaría de ellas después del soberbio gol que marcó de falta en el minuto 37. Desde aproximadamente 35 metros, y por encima de la barrera, con la potencia de Ronaldo y la estética de Beckham. Una estampa asombrosa. Lástima para los intereses blancos que la ventaja en el marcador le durara apenas un minuto, que fue lo que tardó Drogba en sacarse de la manga una asistencia en profundidad para que Bulut batiera a Iker en el mano a mano ante la estupefacción de Pepe, que en ningún momento vio ni el pase ni el movimiento a su espalda.
Arbeloa tira del carro merengue. El gol turco no tuvo sin embargo ningún efecto negativo sobre el Real Madrid. Más bien todo lo contrario. Y es que, paradójicamente, tras el descanso sólo hubo un equipo sobre el campo: aquel en el que había diez jugadores, pero que parecían quince o dieciséis para un Galatasaray completamente desbordado. Increíble con la situación tan a favor que tenía, y con un entrenador italiano en el banquillo. Pero el caso es que el equipo blanco descosió a los turcos. Y lo hizo con Arbeloa como estilete. Sí, Arbeloa. Pues en labores de ataque, precisamente donde menos se prodiga, el lateral diestro fue el que marcó el segundo gol en el minuto 52 al remachar un centro lateral de Di María. Y no contento con eso, dos minutos después forzó un penalti que el trencilla escocés obvió. Rondando la media hora de partido, el ‘17’ blanco mandó un disparo lamiendo el poste, para después asistir a Di María en el que sería el tercer gol merengue, el de la puntilla. Entre Isco, Arbeloa y el Fideo trenzaron una jugada perfecta por la banda derecha para marcar. La guinda al que seguramente fuera el partido más lustroso del lateral diestro desde que llegó al Real Madrid.
Isco redondea la goleada al grito de “Ronaldo Balón de Oro”. Los últimos minutos tras la puntilla de Di María fueron también para el Real Madrid. Y sobre todo, para su público, que se lo pasaba en grande aclamando a Cristiano Ronaldo, ya fuera con cánticos o ondeando las caretas del luso al viento. Sin reacción alguna por parte de los leones, sólo Isco fue capaz de despistarlos con un golazo de bandera que sirvió para poner la guinda a una noche memorable. El malagueño hizo dos recortes a sus marcadores, y aprovechando que le benefició un rechace, todavía recortó a otro defensa visitante más para marcar a placer ante Iscan, que seguramente cuando veía a Ramos desfilar a su propio vestuario pensó que tendría bastante menos trabajo del que al final tuvo. La ‘careta’ de tontos con la que se vuelven a Estambul tardará tiempo en olvidárseles. Perdieron una oportunidad de oro para coronarse en un templo del fútbol como el Santiago Bernabéu.Fuente goal.com
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Umut Bulut engaña a Sergio Ramos y al árbitro. Los primeros instantes del partido discurrieron de una forma un tanto extraña en el Santiago Bernabéu. Quizás fuera el frío, quizás la atención puesta al recibimiento del estadio a Ronaldo, quizás la revolución en el once blanco, o incluso la mayor necesidad de los turcos. Seguramente fuera de todo un poco. Pero lo cierto es que el Real Madrid no pareció el Real Madrid de estas últimas fechas. Impreciso, plano, descolocado, sin mordiente alguno… Y el reflejo perfecto llegó con la expulsión de Sergio Ramos rondando el minuto 25. El zaguero se dejó ganar la posición por Umut Bulut a un centro frontal sin aparente peligro, y con una mejor ubicación, el turco buscó ser arrollado de camino a la portería de Casillas. Sergio Ramos picó, torpe como en casi toda esta temporada, y aunque el contacto fuera muy leve, fue suficiente para que el trencilla escocés también se dejara arrastrar por la jugarreta del atacante del Galatasaray. Tarjeta roja, y Jesé dejó su lugar a Nacho en el centro de la zaga. Expulsión excesiva seguramente. El error de Ramos fue anterior a la supuesta falta.
Bale explota y Bulut responde. Irónicamente, con uno menos sobre el campo, el Real Madrid pareció estirarse. O al menos, despertarse. Ya no le valía con jugar al ralentí, sino que debía acelerar. Y ahí se dejó notar su calidad. Sobre todo, en las botas de Gareth Bale. El galés se echó el equipo a la espalda, aunque no estuvo todo lo eficiente que se hubiera esperado viendo las ocasiones de que dispuso: un mano a mano que se marchó cruzado, y otro que se marchó alto tras una pared con Isco en las postrimerías de la primera parte. Claro que nadie se acordaría de ellas después del soberbio gol que marcó de falta en el minuto 37. Desde aproximadamente 35 metros, y por encima de la barrera, con la potencia de Ronaldo y la estética de Beckham. Una estampa asombrosa. Lástima para los intereses blancos que la ventaja en el marcador le durara apenas un minuto, que fue lo que tardó Drogba en sacarse de la manga una asistencia en profundidad para que Bulut batiera a Iker en el mano a mano ante la estupefacción de Pepe, que en ningún momento vio ni el pase ni el movimiento a su espalda.
Arbeloa tira del carro merengue. El gol turco no tuvo sin embargo ningún efecto negativo sobre el Real Madrid. Más bien todo lo contrario. Y es que, paradójicamente, tras el descanso sólo hubo un equipo sobre el campo: aquel en el que había diez jugadores, pero que parecían quince o dieciséis para un Galatasaray completamente desbordado. Increíble con la situación tan a favor que tenía, y con un entrenador italiano en el banquillo. Pero el caso es que el equipo blanco descosió a los turcos. Y lo hizo con Arbeloa como estilete. Sí, Arbeloa. Pues en labores de ataque, precisamente donde menos se prodiga, el lateral diestro fue el que marcó el segundo gol en el minuto 52 al remachar un centro lateral de Di María. Y no contento con eso, dos minutos después forzó un penalti que el trencilla escocés obvió. Rondando la media hora de partido, el ‘17’ blanco mandó un disparo lamiendo el poste, para después asistir a Di María en el que sería el tercer gol merengue, el de la puntilla. Entre Isco, Arbeloa y el Fideo trenzaron una jugada perfecta por la banda derecha para marcar. La guinda al que seguramente fuera el partido más lustroso del lateral diestro desde que llegó al Real Madrid.
Isco redondea la goleada al grito de “Ronaldo Balón de Oro”. Los últimos minutos tras la puntilla de Di María fueron también para el Real Madrid. Y sobre todo, para su público, que se lo pasaba en grande aclamando a Cristiano Ronaldo, ya fuera con cánticos o ondeando las caretas del luso al viento. Sin reacción alguna por parte de los leones, sólo Isco fue capaz de despistarlos con un golazo de bandera que sirvió para poner la guinda a una noche memorable. El malagueño hizo dos recortes a sus marcadores, y aprovechando que le benefició un rechace, todavía recortó a otro defensa visitante más para marcar a placer ante Iscan, que seguramente cuando veía a Ramos desfilar a su propio vestuario pensó que tendría bastante menos trabajo del que al final tuvo. La ‘careta’ de tontos con la que se vuelven a Estambul tardará tiempo en olvidárseles. Perdieron una oportunidad de oro para coronarse en un templo del fútbol como el Santiago Bernabéu.Fuente goal.com
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