El Villarreal sin ser el de siempre, sucumbió in-extremis. Sin ser tan eléctrico y preciso, empató ante un Málaga (1-1) que creyó en sí mismo hasta el final pero volvió a estar algo desconocido de aquel que maravilló a Europa en antaño. Con esta firma de tablas, los malagueños toman oxígeno después de las dos últimas derrotas y los locales se mantienen cuartos a la espera de si gana el Athletic Club frente al Barcelona este domingo en San Mamés.
El ‘submarino’ comenzó titubeante frente a un equipo andaluz con iniciativa, que decidió asumir los galones dada la aspereza y la dificultad para mimar el balón del contrario. Maniatados por las pérdidas rápidas y la incapacidad en la creación, los de Marcelino García Toral no encontraban el rumbo entre tanto desvarío. Enfrente, el empeño de olvidar las penas y dar paso a las alegrías guiaba a los de Bernd Schuster. Pero la lesión de Samuel Sánchez, a los 19 minutos de juego, cambió el chip y el devenir de la cita.
Fue la génesis de un Villarreal más peleón, más enérgico. Muestra de esa metamorfósis fulgurante, llegó la ocasión de un Ikechukwu Uche que se topó con un excelso Willy Caballero. Era el primer susto, pero suficiente para acelerar los corazones. Con la chispa y la claridad, los locales necesitaban poco para crear mucho. Y fue una asistencia de escuadra y cartabón de Cani la que posibilitó que Bruno Soriano marcara el primero (1-0) en un ejercicio de excelencia de una pareja cuya creatividad no tiene límites.
Tras quince primeros minutos noqueado, los locales daban un golpe sobre la mesa frente a un conjunto malacitano obsoleto en ataque y dubitativo en defensa. Era la respuesta de un Villarreal entusiasta, cuyo estado de gracia le hace no perdonar cuando el rival da las mínimas facilidades.
Después del descanso, los visitantes dieron muestra de querer plantar cara. Pero no dejaba de ser un equipo tímido, algo espeso cuando encaraba los últimos metros. Delante, los de Marcelino García Toral se basaban en la velocidad frenética de sus contras y en un Cani que siempre otorga un soplo de aire fresco a un juego amarillo menos vistoso que en anteriores citas. Muestra de esa fe por empatar, fue Pedro Morales el que tuvo la mejor oportunidad para hacerlo. Pero el meta Sergio Asenjo estuvo acertado y el jugador chileno pecó de inocencia por no ceder el esférico para que Juanmi Jiménez marcara a puerta vacía.
Instalado en la confusión, el partido entraba en una fase final enrarecida. Fueron instantes donde el ida y vuelta se sucedía en ambas áreas y donde el Málaga aprovechó, por medio de Weligton, un córner sobre la bocina para ajusticiar a un Villarreal que, lejos de su mejor versión, se queda a las puertas de igualar el mejor arranque de su historia: 30 puntos en 15 jornadas.
Fuente goal.com
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El ‘submarino’ comenzó titubeante frente a un equipo andaluz con iniciativa, que decidió asumir los galones dada la aspereza y la dificultad para mimar el balón del contrario. Maniatados por las pérdidas rápidas y la incapacidad en la creación, los de Marcelino García Toral no encontraban el rumbo entre tanto desvarío. Enfrente, el empeño de olvidar las penas y dar paso a las alegrías guiaba a los de Bernd Schuster. Pero la lesión de Samuel Sánchez, a los 19 minutos de juego, cambió el chip y el devenir de la cita.
Fue la génesis de un Villarreal más peleón, más enérgico. Muestra de esa metamorfósis fulgurante, llegó la ocasión de un Ikechukwu Uche que se topó con un excelso Willy Caballero. Era el primer susto, pero suficiente para acelerar los corazones. Con la chispa y la claridad, los locales necesitaban poco para crear mucho. Y fue una asistencia de escuadra y cartabón de Cani la que posibilitó que Bruno Soriano marcara el primero (1-0) en un ejercicio de excelencia de una pareja cuya creatividad no tiene límites.
Tras quince primeros minutos noqueado, los locales daban un golpe sobre la mesa frente a un conjunto malacitano obsoleto en ataque y dubitativo en defensa. Era la respuesta de un Villarreal entusiasta, cuyo estado de gracia le hace no perdonar cuando el rival da las mínimas facilidades.
Después del descanso, los visitantes dieron muestra de querer plantar cara. Pero no dejaba de ser un equipo tímido, algo espeso cuando encaraba los últimos metros. Delante, los de Marcelino García Toral se basaban en la velocidad frenética de sus contras y en un Cani que siempre otorga un soplo de aire fresco a un juego amarillo menos vistoso que en anteriores citas. Muestra de esa fe por empatar, fue Pedro Morales el que tuvo la mejor oportunidad para hacerlo. Pero el meta Sergio Asenjo estuvo acertado y el jugador chileno pecó de inocencia por no ceder el esférico para que Juanmi Jiménez marcara a puerta vacía.
Instalado en la confusión, el partido entraba en una fase final enrarecida. Fueron instantes donde el ida y vuelta se sucedía en ambas áreas y donde el Málaga aprovechó, por medio de Weligton, un córner sobre la bocina para ajusticiar a un Villarreal que, lejos de su mejor versión, se queda a las puertas de igualar el mejor arranque de su historia: 30 puntos en 15 jornadas.
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