Los tiempos cambian, el Eintracht Braunschweig ha acudido al Allianz como último y lo seguirá siendo tras la derrota ante el Bayern Múnich. Atrás quedaron los años en los que el equipo de la Baja Sajonia levantaba la ensaladera y fichaba estrellas como Paul Breitner. La diferencia a día de hoy con el gigante bávaro es la que muestra la clasificación en un relajado duelo resuelto por Arjen Robben.
Dos minutos tardó Robben en abrir el marcador, recogiendo un lanzamiento suyo que había golpeado en el poste. Las escasas opciones del modesto Eintracht se esfumaban con la misma velocidad con la que se sirven las jarras de cerveza en el Oktoborfest. El encuentro era tremendamente plácido para los locales. El cuero se movía con parsimonia hasta encontrar la ocasión propicia, con paciencia pero sin hacer sangre. Dante tuvo opciones de incrementar la renta pero fue de nuevo el tulipán quien hacía mover las redes del rival, culminando una acción personal desde la derecha.
El ritmo sosegado de los rojos continuaba en la segunda parte. Los pases se sucedían en infinitas triangulaciones alrededor de las dos líneas defensivas azules y amarillas que no terminaban por desmontarse. Es más, el Eintracht se permitía la licencia de proyectarse al ataque apoyado en la falta de tensión del conjunto dirigido por Pep Guardiola. Robben era el único futbolista capaz de intranquilizar a Davari, con un golpeo de libre directo que impactaba en el larguero.
El Eintracht no parecía creer en sus posibilidades de anotar en Múnich, aunque Neuer contribuyera a proporcionar emoción con salidas del área que emulaban a René Higuita y que servían también para romper las acometidas de los sajones. Incluso el travesaño se aliaba contra el colista en un carambolesco saque de falta que la madera se encargaba de repeler. No había tiempo para más, el líder es más líder aunque su juego no termine de satisfacer al aficionado más exigente, ni al propio técnico catalán.
Fuente goal.com
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El ritmo sosegado de los rojos continuaba en la segunda parte. Los pases se sucedían en infinitas triangulaciones alrededor de las dos líneas defensivas azules y amarillas que no terminaban por desmontarse. Es más, el Eintracht se permitía la licencia de proyectarse al ataque apoyado en la falta de tensión del conjunto dirigido por Pep Guardiola. Robben era el único futbolista capaz de intranquilizar a Davari, con un golpeo de libre directo que impactaba en el larguero.
El Eintracht no parecía creer en sus posibilidades de anotar en Múnich, aunque Neuer contribuyera a proporcionar emoción con salidas del área que emulaban a René Higuita y que servían también para romper las acometidas de los sajones. Incluso el travesaño se aliaba contra el colista en un carambolesco saque de falta que la madera se encargaba de repeler. No había tiempo para más, el líder es más líder aunque su juego no termine de satisfacer al aficionado más exigente, ni al propio técnico catalán.
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