El partido inició con un Milan intentando tener el control del balón, pero con sus habituales problemas a la hora de construir sin Montolivo en el centro del campo. Kaká recogió su testigo y la batuta del juego, aprovechando la libertad que le daba Robinho a la hora de ampliar su zona de influencia. Pero sería el Sassuolo quién, aprovechando los contraataques y la todavía blanda defensa rossonera, crearía las primeras ocasiones de peligro, de la mano de su joven estrella Berardi. Pese a las primeras aproximaciones, el peso del dominio recayó sobre la portería local y, tras una recuperación en zona peligrosa de De Jong, Robinho aprovecharía para zafarse de su marcador y cruzar con la zurda, para anotar el primero de los milanistas. Reggio Emilia está a una hora de Sassuolo y a dos de Milán, con lo cual no extrañó que el gol se celebrase en más de la mitad del estadio. Y del 0-1, al 0-2 en solo tres minutos. Una gran jugada de Bryan Cristante, que sigue demostrando su crecimiento, fue remachada en el punto de penalti por Balotelli, en otro grave error defensivo de los locales.
Con el partido en el bolsillo rossonero, el Sassuolo no se rindió. Y un minuto después, Domenico Berardi animaría a su afición con el 1-2, al recoger una buena asistencia de Kurtic y regatear a Abbiati, ante la pasividad defensiva. En ese momento el partido entró en unos minutos de descontrol, hasta que entre Cristante y Kaká volvieron a poner las cosas en su sitio y el dominio volvió a ser visitante. Pero otro tremendo error defensivo de Bonera en el despeje fue aprovechado, otra vez, por Berardi que, tras insistencia y una media vuelta perfecta, sorprendería Abbiati y pondría el 2-2 en el marcador. Y pudo llegar incluso el 3-2, en un lanzamiento de falta de Zaza que sacó el guardameta milanista. El partido se volvía loco, Balotelli disparaba desde lejos, las defensas de partían y el mismo delantero perdía los papeles, algo que le sucede a menudo cuando las cosas no le salen como querría. Un correcalles que no convenía a nadie. O puede que a ambos. Y en el 40 llegaría el milagro. La remontada reggiana se confirmaría en otro regalo defensivo y otra excelente lectura del ‘25’ local. De Sciglio perdió la posición defensiva, dejando su banda para la subida de Longhi, que centró perfecto para la llegada de Berardi, que remató a placer y a bocajarro, haciendo vibrar de nuevo a su afición y confirmando el mal estado de la defensa de los de Allegri. Así terminaba un primer tiempo no apto para cardiacos.
Y el segundo tiempo empezó igual que terminó el primero, con los mismos protagonistas: Domenico Berardi por una parte y la defensa del Milan por la otra. En una vergonzosa actuación de la zaga, Berardi remacharía al fondo de la red una asistencia corta y blanda de Kurtic, a la que nada hizo la defensa rossonera para rechazarla. A los 10 minutos de la reanudación y con 4-2 en el marcador, Allegri daría entrada a Montolivo y Pazzini, dos jugadores de entrada obligada tras lo sucedido y cuyos nombres no estaban previstos para su incorporación al terreno de juego hasta el próximo miércoles en partido de Coppa. De poco sirvió. La única ocasión en 20 minutos fue para Balotelli y la generó de forma individual, con una diagonal y un disparo cruzado desde la frontal, al que poco le faltó por entrar. Para Honda no podía ser un peor día para debutar. Papeleta complicada la del japonés, que entró por Robinho a falta de 20 minutos para el final y con el Milan sin todavía haber creado juego, pese a la entrada de Montolivo.
A partir de ahí, poco más. El Sassuolo no se fue al ataque, como es lógico, y dejó el balón para un Milan que había perdido totalmente la noción del juego. Los visitantes se impregnaron de la niebla que cubrió el norte de Italia durante todo el día, sin precisión, ni alegría en la forma de distribuir balones. Precisamente Honda y Pazzini tuvieron las ocasiones más claras. La primera, para el japonés, en un disparo desde la frontal que pegó en el palo. En el rebote de la misma jugada, Kaká cedió para que Pazzini perdonara, absolutamente sólo ante portería.
En el 86, un perfecto disparo lejano de Montolivo puso el 4-3 en el marcador, que lanzaba al Milan en busca del empate a cuatro minutos para el final. Y, precisamente en esos minutos antes de llegar al descuento, el Milan podría haber empatado. Un cabezazo de Balotelli obligó a una intervención rápida de Pegolo, que dejó el balón muerto para Pazzini, que volvió a fallar sin oposición, mandando otro cabezazo al larguero.
Fuente goal.com
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