Luis García y el Getafe proseguirán otro año sin ganar en Vigo. La expulsión de Lisandro López en el segundo acto trastocó los planes del técnico madrileño quien veía sacar la cabeza y mantener su puesto merced al tanto anotado por Lafita. El Celta, que había recuperado el mando cerca del descanso, no supo echar abajo el cerrojo colocado alrededor del arco de Moyá. A pesar del resultado positivo, el puesto de García Plaza no está asegurado, aunque hoy saliera con vida de Balaídos.
Celestes y azulones saltaban al césped con dos tendencias divergentes: alcista en el lado gallego y bajista para los madrileños, forzando que fuera el Getafe el equipo que hiciera más hincapié en los primeros instantes, a través de Pedro León por el costado derecho. El premio a esta mejor salida de los visitantes llegaba con el gol de Lafita, tras recibir un servicio en largo de Borja que el futbolista maño controlaba para rematar acto seguido.
La ventaja en el marcador no restaba la ambición de los getafenses, todo lo contrario. Los hombres de Luis García habían logrado maniatar a Rafinha y con ello a la sala de máquinas local. La responsabilidad de conducir la nave celeste parecía en el aire, un rol desierto que nadie asumía y que facilitaba el ataque del Getafe: vivo y rápido, mientras que el Celta se agarraba al balón parado, como la falta botada por Orellana que golpeaba en el larguero.
Antes de que se alcanzara el descanso, la medular céltica ofrecía síntomas de recuperación con mayor presencia y certeros lanzamientos, a través de Orellana y Augusto, dichas sensaciones se apagaban tras el paso por vestuarios, pero todo iba a cambiar con la expulsión de Lisandro López por doble amonestación, a los 53', y es que el listón de tarjetas impuesto por Clos Gómez estaba predestinado a pasar factura.
La superioridad numérica daba frutos para los olívicos. Una rápida diagonal de Rafinha concluía en las mallas tras sortear el hijo de Mazinho a rivales en su desplazamiento vertiginoso de derecha a izquierda. A estas alturas del duelo, los azulones encajaban con dificultad los golpes y el baile impuesto por los vigueses, al que faltaba algo de ritmo para terminar de noquear a su contrincante.
El desenlace del choque se asemejaba al giro de una peonza, a punto de caer pero con suficientes energías para rodar. El Celta circulaba el esférico alrededor del área madrileña sin sacar soluciones, sin que la peonza se frenara, a pesar de que Nolito estuviera cerca de su objetivo con un potente chut. Un objetivo que se terminó repartiendo entre sendos conjuntos. Fuente goal.com
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Celestes y azulones saltaban al césped con dos tendencias divergentes: alcista en el lado gallego y bajista para los madrileños, forzando que fuera el Getafe el equipo que hiciera más hincapié en los primeros instantes, a través de Pedro León por el costado derecho. El premio a esta mejor salida de los visitantes llegaba con el gol de Lafita, tras recibir un servicio en largo de Borja que el futbolista maño controlaba para rematar acto seguido.
La ventaja en el marcador no restaba la ambición de los getafenses, todo lo contrario. Los hombres de Luis García habían logrado maniatar a Rafinha y con ello a la sala de máquinas local. La responsabilidad de conducir la nave celeste parecía en el aire, un rol desierto que nadie asumía y que facilitaba el ataque del Getafe: vivo y rápido, mientras que el Celta se agarraba al balón parado, como la falta botada por Orellana que golpeaba en el larguero.
Antes de que se alcanzara el descanso, la medular céltica ofrecía síntomas de recuperación con mayor presencia y certeros lanzamientos, a través de Orellana y Augusto, dichas sensaciones se apagaban tras el paso por vestuarios, pero todo iba a cambiar con la expulsión de Lisandro López por doble amonestación, a los 53', y es que el listón de tarjetas impuesto por Clos Gómez estaba predestinado a pasar factura.
La superioridad numérica daba frutos para los olívicos. Una rápida diagonal de Rafinha concluía en las mallas tras sortear el hijo de Mazinho a rivales en su desplazamiento vertiginoso de derecha a izquierda. A estas alturas del duelo, los azulones encajaban con dificultad los golpes y el baile impuesto por los vigueses, al que faltaba algo de ritmo para terminar de noquear a su contrincante.
El desenlace del choque se asemejaba al giro de una peonza, a punto de caer pero con suficientes energías para rodar. El Celta circulaba el esférico alrededor del área madrileña sin sacar soluciones, sin que la peonza se frenara, a pesar de que Nolito estuviera cerca de su objetivo con un potente chut. Un objetivo que se terminó repartiendo entre sendos conjuntos. Fuente goal.com
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