El Athletic Club de Bilbao dio un paso en firme hacia el objetivo de disputar la Champions League la próxima temporada tras los tantos de Iker Muniain, de penalti, y de Guillermo Fernández. No obstante, el triunfo estuvo plagado de polémica. Gil Marín le negó al Real Betis dos penaltis claros –uno sobre Rubén Castro y otro por una mano de Balenziaga–, pitó, eso sí, uno que no era al Athletic, y dejó a los béticos con nueve jugadores. A pesar de todo ello, los de Gabriel Calderón dieron la cara en todo momento.
El Athletic arrancó avisando en un fallo garrafal de la defensa bética que permitió a Ander Herrera ceder entre líneas sin problemas para que Kike Sola –sustituto natural del sancionado Aritz Aduriz– se situase en un uno contra uno frente a Antonio Adán, pero el ex guardameta del Real Madrid salvó a su equipo con un auténtico paradón. Sin embargo, a los pocos minutos Adán a punto estuvo de convertirse en villano al jugar con fuego en una jugada en la que trató de regatear a Sola, pero finalmente logró no quemarse con el balón. Entonces el partido entró en una dinámica en la que ambos conjuntos se mostraron muy fallones e imprecisos en la medular, en donde no prosperaban las jugadas individuales.
A la media hora de encuentro se desató la polémica. Rubén Castro cayó en el área rojiblanca en una jugada en la que se apreció perfectamente cómo Mikel Balenziaga tocaba al futbolista canario. No obstante, Gil Manzano hizo oídos sordos y, a la postre, le mostró amarilla a Castro por simular penalti; algo que no sucedió a los pocos segundos en el área contraria, cuando el colegiado sí vio pena máxima de Damien Perquis sobre Sola, a pesar de que pareció que el derribo se produjo fuera del área. Iker Muniain, con mucha serenidad, ejecutó el penalti e inauguró el marcador en el Benito Villamarín.
Por si fuera poco lo ocurrido, el Betis acabó por tirar el choque en cuanto Perquis, con una amarilla ya en su matrícula, derribó a Balenziaga de mala manera, algo que le costó indudablemente su segunda amonestación, dejando a su equipo con un jugador menos. Y así se llegó al descanso, con un lío monumental en el Benito Villamarín que despedía al trío arbitral entre silbidos después de las diferentes decisiones polémicas acontecidas durante el transcurso de la primera mitad.
El Betis, con más corazón que fuerzas
Los de Ernesto Valverde saltaron nuevamente al césped con el propósito de cerrar el partido cuanto antes, pero eran los verdiblancos los que, con más corazón que efectivos, inquietaban el área de Gorka Iraizoz, quien salvó en el 54’ a los suyos con un magistral pie que desvió el disparo de Cedric Mabwati. Si el Betis ya lo tenía complicado con uno menos, entonces se le vino el mundo encima con la segunda amarilla de Lorenzo Reyes por una mano. El mediocampista heliopolitano, que había visto la primera por protestar en la jugada del penalti, dejó a su equipo con nueve.
Lejos de conformarse con lo realizado, Gil Manzano puso más madera al asunto y le negó en el minuto 65 un penalti a los de Gabriel Calderón. El Betis pidió mano de Balenziaga dentro del área después de que el rojiblanco sacara con el brazo un disparo de Rubén Castro, algo que también debería haber significado la expulsión directa del lateral del Athletic.
En el 81’ el Athletic cerró el camino de cualquier esperanza verdiblanca. Markel Susaeta rompió a Alfred N'diaye y Guillermo Fernández, que no llevaba ni un minuto sobre el terreno de juego, no perdonó con un cabezazo sublime y puso el 0-2 final. Con este triunfo los leones se consolidan en la cuarta posición y mantienen la ventaja de cuatro puntos sobre la Real Sociedad, mientras que el Betis se hunde, si más cabe, un poco más y convierte en utopía el objetivo de la salvación.Fuente goal.com
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El Athletic arrancó avisando en un fallo garrafal de la defensa bética que permitió a Ander Herrera ceder entre líneas sin problemas para que Kike Sola –sustituto natural del sancionado Aritz Aduriz– se situase en un uno contra uno frente a Antonio Adán, pero el ex guardameta del Real Madrid salvó a su equipo con un auténtico paradón. Sin embargo, a los pocos minutos Adán a punto estuvo de convertirse en villano al jugar con fuego en una jugada en la que trató de regatear a Sola, pero finalmente logró no quemarse con el balón. Entonces el partido entró en una dinámica en la que ambos conjuntos se mostraron muy fallones e imprecisos en la medular, en donde no prosperaban las jugadas individuales.
A la media hora de encuentro se desató la polémica. Rubén Castro cayó en el área rojiblanca en una jugada en la que se apreció perfectamente cómo Mikel Balenziaga tocaba al futbolista canario. No obstante, Gil Manzano hizo oídos sordos y, a la postre, le mostró amarilla a Castro por simular penalti; algo que no sucedió a los pocos segundos en el área contraria, cuando el colegiado sí vio pena máxima de Damien Perquis sobre Sola, a pesar de que pareció que el derribo se produjo fuera del área. Iker Muniain, con mucha serenidad, ejecutó el penalti e inauguró el marcador en el Benito Villamarín.
Por si fuera poco lo ocurrido, el Betis acabó por tirar el choque en cuanto Perquis, con una amarilla ya en su matrícula, derribó a Balenziaga de mala manera, algo que le costó indudablemente su segunda amonestación, dejando a su equipo con un jugador menos. Y así se llegó al descanso, con un lío monumental en el Benito Villamarín que despedía al trío arbitral entre silbidos después de las diferentes decisiones polémicas acontecidas durante el transcurso de la primera mitad.
El Betis, con más corazón que fuerzas
Los de Ernesto Valverde saltaron nuevamente al césped con el propósito de cerrar el partido cuanto antes, pero eran los verdiblancos los que, con más corazón que efectivos, inquietaban el área de Gorka Iraizoz, quien salvó en el 54’ a los suyos con un magistral pie que desvió el disparo de Cedric Mabwati. Si el Betis ya lo tenía complicado con uno menos, entonces se le vino el mundo encima con la segunda amarilla de Lorenzo Reyes por una mano. El mediocampista heliopolitano, que había visto la primera por protestar en la jugada del penalti, dejó a su equipo con nueve.
Lejos de conformarse con lo realizado, Gil Manzano puso más madera al asunto y le negó en el minuto 65 un penalti a los de Gabriel Calderón. El Betis pidió mano de Balenziaga dentro del área después de que el rojiblanco sacara con el brazo un disparo de Rubén Castro, algo que también debería haber significado la expulsión directa del lateral del Athletic.
En el 81’ el Athletic cerró el camino de cualquier esperanza verdiblanca. Markel Susaeta rompió a Alfred N'diaye y Guillermo Fernández, que no llevaba ni un minuto sobre el terreno de juego, no perdonó con un cabezazo sublime y puso el 0-2 final. Con este triunfo los leones se consolidan en la cuarta posición y mantienen la ventaja de cuatro puntos sobre la Real Sociedad, mientras que el Betis se hunde, si más cabe, un poco más y convierte en utopía el objetivo de la salvación.Fuente goal.com
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