Comenzó el partido trabado, con ambos equipos afanándose por cortar cualquier espacio que sirviera para dejar vías libres al rival. Así, las faltas tácticas se convertían rápidamente en norma y la medular del campo en un embotellamiento del que era difícil salir con claridad. No fue extraño que, con estos mimbres, la primera ocasión de peligro tardase casi un cuarto de hora en llegar y lo hiciese, además, a balón parado. Sosa ponía una falta lejana, escorada en la banda izquierda, al corazón del área. Una zona donde David Villa aparecía misteriosamente libre de marca para rematar bien de cabeza. Sin embargo, Casilla estuvo atento para enmendar el error de sus compañeros, sacando el disparo a córner con una gran actuación.
No tardó más que unos minutos en dar la respuesta el Espanyol. Los mismos que tardó Courtois en reivindicar que el también quería ser protagonista bajo los palos. Como no podía ser de otra forma, era Sergio García el encargado de poner el peligro. El capitán perico sacaba un fuerte disparo desde el límite interior del área mientras intentaba zafarse de la marca de Alderweireld. El balón, que tocó al central atlético antes de llegar a la portería, se envenenó en su trayectoria, obligando al meta belga a lucirse para evitar el tanto visitante.
Tras estas ocasiones, sin embargo, el partido continuó trabándose, haciendo que recién superada la media hora ya se hubiera cometido una quincena de faltas, la gran mayoría en la zona central del campo. El Atlético encontró un cierto alivio a través de la banda izquierda y Filipe Luis se abonó a ella. Así llegaron dos disparos de Villa y del propio Filipe, pero Casilla se mantenía sólido y el marcador no se movía. En el campo contrario, Courtois dejaba de sentir la presión de las llegadas rivales, pues las líneas defensivas locales eran mucho más sólidas para evitarlas.
El descanso llegaba con poco más que reseñar y ambos equipos enfilaban el túnel de vestuarios con la sensación de que quedaba todo por hacer. El Atlético había sido superior al Espanyol en el dominio del juego (63,4% de la posesión) y había defendido mejor, evitando que el equipo catalán llegase con claridad a las zonas delicadas. Sin embargo, había sido incapaz de traducir estas circunstancias en peligro real y se enfrentaban a la segunda parte con un solo remate a puerta en su haber.
El partido seguía por el mismo camino en la segunda mitad. Sin embargo, el cambio se produjo a los diez minutos de la reanudación. Tal y como estaba siendo el choque, no resultó extraño que el gol llegase en una acción individual. David Villa sacaba un pase magistral al espacio en campo contrario para que Diego Costa, con la enorme potencia que acumula en sus piernas, se quedase solo con Casilla y, una vez ahí, con toda la tranquilidad del mundo batiese a Casilla.
A partir del tanto, pareció quitarse un peso de encima el Atlético y las dudas empezaron a atenazar al Espanyol. El dominio local empezó a asentarse en zonas más cercanas al área perica y al equipo visitante le costaba acercarse a los dominios de Courtois. Pero esta situación no iba a ser eterna. Quitándose de encima el peso del gol recibido, empezó el Espanyol a buscar un mayor protagonismo, mientras que el Atlético se dedicaba a no perder el orden y a evitar que el Espanyol convirtiera esta nueva situación en peligro real sobre su meta.
Y lo consiguió. Así, el partido fue muriendo con el Espanyol chocando contra el muro atlético, mostrándose incapaz de batir a un Thibaut Courtois que sufrió más por los golpes que se llevó en el rostro tras un tremendo encontronazo con la pierna de Jhon Córdoba en una pugna dentro del área y por un pelotazo de David López, que por sentir que su portería pudiera ser profanada. Así, los tres puntos se quedaban en el Calderón tras un partido en el que el Atlético se limitó a hacer lo mínimo imprescindible, pero haciéndolo muy bien, para conseguirlos.
Fuente goal.com
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Tras estas ocasiones, sin embargo, el partido continuó trabándose, haciendo que recién superada la media hora ya se hubiera cometido una quincena de faltas, la gran mayoría en la zona central del campo. El Atlético encontró un cierto alivio a través de la banda izquierda y Filipe Luis se abonó a ella. Así llegaron dos disparos de Villa y del propio Filipe, pero Casilla se mantenía sólido y el marcador no se movía. En el campo contrario, Courtois dejaba de sentir la presión de las llegadas rivales, pues las líneas defensivas locales eran mucho más sólidas para evitarlas.
El descanso llegaba con poco más que reseñar y ambos equipos enfilaban el túnel de vestuarios con la sensación de que quedaba todo por hacer. El Atlético había sido superior al Espanyol en el dominio del juego (63,4% de la posesión) y había defendido mejor, evitando que el equipo catalán llegase con claridad a las zonas delicadas. Sin embargo, había sido incapaz de traducir estas circunstancias en peligro real y se enfrentaban a la segunda parte con un solo remate a puerta en su haber.
El partido seguía por el mismo camino en la segunda mitad. Sin embargo, el cambio se produjo a los diez minutos de la reanudación. Tal y como estaba siendo el choque, no resultó extraño que el gol llegase en una acción individual. David Villa sacaba un pase magistral al espacio en campo contrario para que Diego Costa, con la enorme potencia que acumula en sus piernas, se quedase solo con Casilla y, una vez ahí, con toda la tranquilidad del mundo batiese a Casilla.
A partir del tanto, pareció quitarse un peso de encima el Atlético y las dudas empezaron a atenazar al Espanyol. El dominio local empezó a asentarse en zonas más cercanas al área perica y al equipo visitante le costaba acercarse a los dominios de Courtois. Pero esta situación no iba a ser eterna. Quitándose de encima el peso del gol recibido, empezó el Espanyol a buscar un mayor protagonismo, mientras que el Atlético se dedicaba a no perder el orden y a evitar que el Espanyol convirtiera esta nueva situación en peligro real sobre su meta.
Y lo consiguió. Así, el partido fue muriendo con el Espanyol chocando contra el muro atlético, mostrándose incapaz de batir a un Thibaut Courtois que sufrió más por los golpes que se llevó en el rostro tras un tremendo encontronazo con la pierna de Jhon Córdoba en una pugna dentro del área y por un pelotazo de David López, que por sentir que su portería pudiera ser profanada. Así, los tres puntos se quedaban en el Calderón tras un partido en el que el Atlético se limitó a hacer lo mínimo imprescindible, pero haciéndolo muy bien, para conseguirlos.
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