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FC Barcelona - Real Madrid
El Barcelona se llevó el título de Liga en uno de los partidos más extraños que se recuerdan. Fue bronco, lleno de roces, con tres árbitros desbordados, Laso expulsado por protestar, con una superioridad azulgrana que no terminaba de plasmarse y con un ex madridista, Lampe, como verdugo. El Madrid, todo garra a falta de juego, luchó hasta la extenuación. Le echó corazón, pero se lo rompieron. A punto estuvo de forzar el quinto partido pese a que sus baterías estaban agotadas hace tiempo. Los blancos cierran la temporada en plena depresión.
Hacía semanas que no había rastro del equipo que maravilló a Europa. En parte porque Sergio y Mirotic han estado a años luz de sus mejores versiones en la final. Tampoco se ha visto al gran Rudy, tocado. El Barça, mientras, ha hecho algunos de sus mejores partidos de la temporada y algunos jugadores han llegado pletóricos. Entre ellos, Navarro, MVP. También Tomic, de nuevo letal ante sus ex. Sumen a Oleson, Nachbar y Huertas. Demasiados argumentos para la famélica defensa blanca.
El Madrid le echó más ganas atrás, pero encontró la misma recompensa que otros días. El Barça acabó el primer cuarto con 25 puntos. Señal de que ser intenso no tiene por qué significar ser eficiente. Los azulgranas llegaron a tener ocho puntos de ventaja (18-10) en mitad de un partido áspero en el que los jugadores no ayudaron a los árbitros y estos dieron un concierto de silbato.
La primera boya a la que se agarró el Madrid fue Rudy, mostrando su habitual hiperactividad, pero no bastó. Los blancos no pudieron ni frenar a Tomic ni la producción exterior del Barça. Al descanso, el croata ya era un arma de destrucción masiva y su equipo anotó seis de los primeros siete triples que lanzó. Con esas bases se fraguó un parcial de 10-2 que llevó la diferencia a los 12 puntos (45-33). Pero en ese momento, los azulgranas se tomaron un respiro. Bajaron sus pulsaciones y perdonaron la vida al rival.
El Madrid se apoyó a los tiros libres y aprovechó las pérdidas del Barça para engancharse al partido. Un parcial de 0-8 hizo que se fuera vivito al vestuario. Su desventaja era de cinco puntos (47-42). La sensación era que entre los dos equipos había una diferencia mucho mayor.
Sin embargo, al comenzar la segunda parte, el marcador se apretó aún más (49-47). Por allí apareció Nachbar, acertadísimo en la final. Clavó un triple y comenzó un parcial de 12-2 que llegó a su clímax en un 2+1 de Tomic que desató la ira del Pablo Laso. El técnico acabó descalificado por arremeter contra los colegiados. Su salida del Palau en silla de ruedas fue una metáfora de la impotencia de su equipo. El resultado de todo eso fue que el Barça pareció encarrilar el partido (61-49).
El Madrid todo garra no dejó de intentarlo pese a luchar contra las adversidades. Se estrelló en el triple (4/21), se lesionó Mejri y, en plena remontada, le pitaron discutidas antideportivas a Carroll y Mirotic. Pero al Barça le entró el canguelo y se dedicó a perder balones (23 en total). Tuvo miedo a ganar y estuvo cuatro minutos sin anotar. Los blancos aprovecharon el río revuelto para resucitar. Con 73-72, fallaron cuatro tiros para ponerse por delante. Lo máximo que hicieron fue empatar a 76 a falta de poco más de un minuto.
Volvió a tener tiro el Madrid para adelantarse, pero Llull falló una entrada de las que no suele. Lampe barrió su tiro sobre el aro y en la acción siguiente clavó un triple desde la esquina. Fueron sus primeros puntos de la tarde. Valieron por toda una temporada, la que se ha pasado en el ostracismo. Los últimos intentos blancos sólo sirvieron para prolongar la agonía de un equipo que dejó en el parqué del Palau todo lo que tenía. Hasta su esencia. Fuente acb.com
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