Los Angeles Lakers - New Orleans Pelicans
A la temporada de los Lakers (5-16) le queda pasar el trago con entereza (un muy largo y muy duro invierno…), ver si llegan buenas noticias para el próximo draft (si cae por debajo del seis su primera ronda sería para los Suns por el traspaso de Steve Nash). Y rascar algo del óxido que corroe su gloriosa historia cuando Kobe Bryant supere a Michael Jordan y se convierta por fin en el tercer máximo anotador en activo: después de los 14 puntos a los Pelicans (0/5 en triples), está a 63. El día podría llegar esta semana, casi debería llegar esta semana, en la que los rivales son Kings, Spurs, Timberwolves y Pacers. A ver.
Para los medios queda ver cómo implosiona poco a poco un proyecto que nació muerto y que está mellando también a Byron Scott. No es culpa suya que el equipo actual no gane, pero no está demostrando hechuras de entrenador del futuro, y eso es lo que se jugaba en esta temporada. Y no es cuestión de entorno en una franquicia cuyos entresijos conoce al dedillo sino de la gestión de lo que sucede en pista. Muy poco profundo en sus conceptos ofensivos (algo que siempre le ha perseguido en su carrera como entrenador, llena de altibajos) e incapaz de hacer defender a un equipo sin apenas especialistas. En esas, casi importa más lo que pasa después de las derrotas. Más micrófonos que canastas, y ahí también miran todos a Kobe: “Si esto es el Titanic, yo me hundo con él, no abandono. No todo va a ser siempre champán y celebraciones, hay que pasar por momentos así de duros también". Kobe se fue a los vestuarios justo antes de que el partido acabara y después de que en el tercer cuarto aparecieran ya unos silbidos que Nick Young consideró “dolorosos pero merecidos”. Kobe, finalmente, habla de identidad: “Lo que queda es una cuestión interna de cada jugador, una cuestión de decisiones individuales. Cada uno tiene que decidir si quiere competir o no. Estamos cometiendo errores que tienen que ver con que nos olvidamos del plan de partido, de lo que tenemos que hacer. Estamos averiguando quién es competitivo, quién quiere dar un paso adelante y quien no".
Ese plan de juego pasa ahora por un cambio de quinteto en busca de más defensa: los Lakers son la peor del campeonato en puntos encajados (111,2) y en rating defensivo (115,4). Jeremy Lin y Carlos Boozer salen y entran Ed Davis y Ronnie Price, a sus 31 años base titular de los Lakers: cosas… Byron Scott mantendrá, dice, ese quinteto durante un período de al menos quince partidos para ver qué tal… En realidad, ya sabe qué tal: contra la mayoría de rivales del Oeste, muy mal (en el Staples, 0-9 contra su Conferencia y 2-0 contra el Este). Contra los Pelicans la derrota fue una cuestión de lógica ante un equipo mejor, que no hizo maravillas pero que tenía el partido reventado en tres cuartos (59-79). Los Lakers ni siquiera airearon el esfuerzo disfuncional, pero esfuerzo al menos, de otras veces, y la defensa fue el galimatías de casi siempre con tiros cómodos Holiday (22 puntos, 4/5 en triples, 8 asistencias), un Ryan Anderson más feliz que nunca cerca del aro y un Anthony Davis que no forzó la máquina: 23 puntos, 6 rebotes, 2 tapones. Es sencillo: a los Lakers les ganan casi todos los rivales con la comodidad lógica con la que en un pasado cada vez más lejano ellos ganaban a casi todos los rivales.
El principio no apuntó malas maneras (16-22, primer cuarto) pero a los Lakers les desquició no meter una (7/28 en tiros, 1/7 desde la línea de tres). Por ese desagüe se fueron porque sin puntos llegó el desánimo y con él la desconcentración y unas lagunas defensivas que dan una lógica que su nombre (lakers: los de los lagos) no tenía desde los tiempos en Minneápolis. Esa es la realidad ahora mismo a la espera de que Kobe supere a Jordan, el único día marcado (hasta el de la próxima lotería del draft…) en el calendario de una franquicia que no es encuentra a sí misma. Por sus pecados.
Fuente: as.com