17/10/2010 Fran Barbosa
La acústica del Nuevo Colombino renació el pasado viernes y dictó sentencia, aunque parece que el condenado no se corresponde con el que pedía la acusación particular. El consejo de administración se reunió tras la derrota ante el Salamanca, votó y, de manera unánime, decidió el cese de Pablo Alfaro, al que sólo le salvaría un golpe de suerte. Tiene 24 horas.
Dicen que previsibles no son los hechos, sino las personas. Cuando el estruendo de una afición resentida y harta se hizo notar en el Nuevo Colombino, en el ambiente se percibía que llegaban cambios, aunque quizá no los esperados por la grada.
Y es que fútbol y ajedrez no son tan distintos. Todo es una puesta en escena en la que, a medida que avanza la partida, si ésta se torna oscura, la reina va sacrificando peones con el fin de sobrevivir el mayor tiempo posible, en busca de una jugada maestra que no siempre llega. Y este consejo de administración hace tiempo que empezó a perder la partida, no sabe bien en qué movimiento, pero ya ha sacrificado varios peones.
El siguiente peón en ser sacrificado parece tener nombre y apellidos. Se llama Pablo Alfaro y, aunque el pasado viernes no se escuchó en ningún momento “Alfaro vete ya”, parece que en el día de mañana caerá defendiendo una causa que, seguramente, no entienda del todo bien.
Tras el 0-2 ante el Salamanca, se convocó un gabinete de crisis que empieza a ser recurrente en la entidad y el consejo de administración albiazul votó la posible destitución del técnico aragonés. El resultado fue inamovible, a la par que revelador: unanimidad total, que el peón pase a mejor vida, dios salve a la reina.
Todo esto, bajo un matiz que cabe destacar: se votó tomar una decisión, fue tomada, pero ésta no se hizo efectiva. Es decir, a pesar de que la hoja de despido está redactada e impresa, el movimiento en el tablero no es oficial. La jugada está pensada, pero a falta de ejecución.
Una ejecución que debe tener el visto bueno de los administradores judiciales, que para algo está el club en suspensión de pagos y por algo la afición pidió lo que pidió. Los administradores no estuvieron en la mencionada reunión de urgencia, pero sí que pasaron por las oficinas del Nuevo Colombino. Aten cabos.
Por cierto, que en dicha reunión de urgencia no se encontraba presente, por lo que no tuvo ni voz ni voto, el máximo responsable en la parcela deportiva y, por ende, en la confección del equipo, como es Alfonso Serrano. Otro peón, claro.
El Recreativo de Huelva se enfrenta a su más difícil todavía y está a punto demostrar que esa frase de “la afición es soberana y a la afición hay que escucharla”, tan socorrido el año pasado, también tras un 0-2 ante el Salamanca, puede tener varias acepciones dentro del diccionario particular de un directivo.
El consejo de administración sigue sacrificando peones en su lucha por una supervivencia mal entendida. ¿O es que no saben ya quién es la verdadera reina en este tablero?
Fuente: Odiel Información
Comentario: Lamentable que se eche a Pablo Alfaro en vez de que dimita la directiva.
La acústica del Nuevo Colombino renació el pasado viernes y dictó sentencia, aunque parece que el condenado no se corresponde con el que pedía la acusación particular. El consejo de administración se reunió tras la derrota ante el Salamanca, votó y, de manera unánime, decidió el cese de Pablo Alfaro, al que sólo le salvaría un golpe de suerte. Tiene 24 horas.
Dicen que previsibles no son los hechos, sino las personas. Cuando el estruendo de una afición resentida y harta se hizo notar en el Nuevo Colombino, en el ambiente se percibía que llegaban cambios, aunque quizá no los esperados por la grada.
Y es que fútbol y ajedrez no son tan distintos. Todo es una puesta en escena en la que, a medida que avanza la partida, si ésta se torna oscura, la reina va sacrificando peones con el fin de sobrevivir el mayor tiempo posible, en busca de una jugada maestra que no siempre llega. Y este consejo de administración hace tiempo que empezó a perder la partida, no sabe bien en qué movimiento, pero ya ha sacrificado varios peones.
El siguiente peón en ser sacrificado parece tener nombre y apellidos. Se llama Pablo Alfaro y, aunque el pasado viernes no se escuchó en ningún momento “Alfaro vete ya”, parece que en el día de mañana caerá defendiendo una causa que, seguramente, no entienda del todo bien.
Tras el 0-2 ante el Salamanca, se convocó un gabinete de crisis que empieza a ser recurrente en la entidad y el consejo de administración albiazul votó la posible destitución del técnico aragonés. El resultado fue inamovible, a la par que revelador: unanimidad total, que el peón pase a mejor vida, dios salve a la reina.
Todo esto, bajo un matiz que cabe destacar: se votó tomar una decisión, fue tomada, pero ésta no se hizo efectiva. Es decir, a pesar de que la hoja de despido está redactada e impresa, el movimiento en el tablero no es oficial. La jugada está pensada, pero a falta de ejecución.
Una ejecución que debe tener el visto bueno de los administradores judiciales, que para algo está el club en suspensión de pagos y por algo la afición pidió lo que pidió. Los administradores no estuvieron en la mencionada reunión de urgencia, pero sí que pasaron por las oficinas del Nuevo Colombino. Aten cabos.
Por cierto, que en dicha reunión de urgencia no se encontraba presente, por lo que no tuvo ni voz ni voto, el máximo responsable en la parcela deportiva y, por ende, en la confección del equipo, como es Alfonso Serrano. Otro peón, claro.
El Recreativo de Huelva se enfrenta a su más difícil todavía y está a punto demostrar que esa frase de “la afición es soberana y a la afición hay que escucharla”, tan socorrido el año pasado, también tras un 0-2 ante el Salamanca, puede tener varias acepciones dentro del diccionario particular de un directivo.
El consejo de administración sigue sacrificando peones en su lucha por una supervivencia mal entendida. ¿O es que no saben ya quién es la verdadera reina en este tablero?
Fuente: Odiel Información
Comentario: Lamentable que se eche a Pablo Alfaro en vez de que dimita la directiva.