La madre de todas las semifinales están ya encargadas. Tras el
triunfo del Madrid ante el Tottenham por 4-0, ayer el Barça liquidó por
5-1 al Shakhtar Donetsk y los blaugrana ya emproan el Bernabéu en lo que
va a suponer un mes de vértigo en el que, casi con toda seguridad,
viviremos cuatro clásicos en 18 días. Abróchense los cinturones que
vienen curvas.
Pero antes de ir a por desfibriladores, siempre que el recorte de la
sanidad pública permita tal despilfarro, habrá que reconocer que el
equipo barcelonista consiguió ayer ante los ucranios un resultado más
lustroso de lo que se vio en el campo, especialmente en la primera
parte, cuando los de Lucescu sobrecogieron al Camp Nou en más de una
ocasión.
Si no vieron el partido, todo lo escrito hasta ahora les sonará a
chino. Pero para ser claros habrá que apelar a Alves. El brasileño
ejemplificó lo que fue el equipo de Guardiola. El lateral estuvo
espantoso de medio campo para atrás, pero sublime en cuanto pasó la
línea del centro del campo.
De sus pies salieron las mejores ocasiones del Barça... y las del
Shakhtar. Pero por suerte para los barcelonistas, los delanteros del
equipo ucranio estuvieron muchísimo más desafortunados que la segunda
línea del Barça, que tiró del carro con la eficacia de un depredador. De
hecho, los cinco goles del Barça tuvieron cinco autores diferentes y
ninguno fue un delantero. Por contra, Luiz Adriano recordará siempre sus
primeros 45 minutos como aquellos en los que pudo cambiar el signo de
una vuelta que sólo servirá de calentamiento para el mes más vibrante
que pueda vivir el fútbol mundial a nivel de clubes.
El gran Iniesta.
Si Alves fue el paradigma de la descoordinación que vivió el Barça en
ciertos momentos del partido cuando el equipo culé se mostraba
imponente en el área rival mientras pasaba apuros en la propia, Iniesta
fue el antídoto a toda esa locura que por momentos se apoderó del
partido.
El de Fuentealbilla en vez de celebrar su paternidad tomándose un
permiso o regalando puros (ay, no, que ya no se puede fumar en los
estadios) decidió homenajear a la pequeña Valeria marcándose un
partidazo para enmarcar.
No sólo marcó el 1-0 a los 100 segundos de juego sino que además fue
el único que, durante muchos momentos de locura, pareció entender cuál
era el ritmo del lance. Tan pronto aceleraba como dormía un partido que
tras su tempranero gol se puso más cercano al 1-1 que al 2-0. Pero el
acierto de Valdés y la espesura de Luiz Adriano impidieron que los de
Lucescu consiguieran el empate que se merecieron. Por contra, en una
jugada aislada, Andrés se sacó un pase imposible que Alves interpretó
con un desmarque impropio de un lateral. Un desmarque de ariete que
llevó al Barça a la media parte con una ventaja más que generosa vistos
los méritos de uno y otro.
En la segunda parte, el Barça dominó más. Primero gracias a la
estrategia que valió el 3-0 obra de Piqué y luego por el oportunismo de
Keita, que conjuró el tanto ucranio al instante poniendo el 4-1 antes de
que Xavi, en una nueva jugada de Alves nos dejara a las puertas del mes
más grandioso.
triunfo del Madrid ante el Tottenham por 4-0, ayer el Barça liquidó por
5-1 al Shakhtar Donetsk y los blaugrana ya emproan el Bernabéu en lo que
va a suponer un mes de vértigo en el que, casi con toda seguridad,
viviremos cuatro clásicos en 18 días. Abróchense los cinturones que
vienen curvas.
Pero antes de ir a por desfibriladores, siempre que el recorte de la
sanidad pública permita tal despilfarro, habrá que reconocer que el
equipo barcelonista consiguió ayer ante los ucranios un resultado más
lustroso de lo que se vio en el campo, especialmente en la primera
parte, cuando los de Lucescu sobrecogieron al Camp Nou en más de una
ocasión.
Si no vieron el partido, todo lo escrito hasta ahora les sonará a
chino. Pero para ser claros habrá que apelar a Alves. El brasileño
ejemplificó lo que fue el equipo de Guardiola. El lateral estuvo
espantoso de medio campo para atrás, pero sublime en cuanto pasó la
línea del centro del campo.
De sus pies salieron las mejores ocasiones del Barça... y las del
Shakhtar. Pero por suerte para los barcelonistas, los delanteros del
equipo ucranio estuvieron muchísimo más desafortunados que la segunda
línea del Barça, que tiró del carro con la eficacia de un depredador. De
hecho, los cinco goles del Barça tuvieron cinco autores diferentes y
ninguno fue un delantero. Por contra, Luiz Adriano recordará siempre sus
primeros 45 minutos como aquellos en los que pudo cambiar el signo de
una vuelta que sólo servirá de calentamiento para el mes más vibrante
que pueda vivir el fútbol mundial a nivel de clubes.
El gran Iniesta.
Si Alves fue el paradigma de la descoordinación que vivió el Barça en
ciertos momentos del partido cuando el equipo culé se mostraba
imponente en el área rival mientras pasaba apuros en la propia, Iniesta
fue el antídoto a toda esa locura que por momentos se apoderó del
partido.
El de Fuentealbilla en vez de celebrar su paternidad tomándose un
permiso o regalando puros (ay, no, que ya no se puede fumar en los
estadios) decidió homenajear a la pequeña Valeria marcándose un
partidazo para enmarcar.
No sólo marcó el 1-0 a los 100 segundos de juego sino que además fue
el único que, durante muchos momentos de locura, pareció entender cuál
era el ritmo del lance. Tan pronto aceleraba como dormía un partido que
tras su tempranero gol se puso más cercano al 1-1 que al 2-0. Pero el
acierto de Valdés y la espesura de Luiz Adriano impidieron que los de
Lucescu consiguieran el empate que se merecieron. Por contra, en una
jugada aislada, Andrés se sacó un pase imposible que Alves interpretó
con un desmarque impropio de un lateral. Un desmarque de ariete que
llevó al Barça a la media parte con una ventaja más que generosa vistos
los méritos de uno y otro.
En la segunda parte, el Barça dominó más. Primero gracias a la
estrategia que valió el 3-0 obra de Piqué y luego por el oportunismo de
Keita, que conjuró el tanto ucranio al instante poniendo el 4-1 antes de
que Xavi, en una nueva jugada de Alves nos dejara a las puertas del mes
más grandioso.