Cuenta la leyenda que el Real Madrid siempre vuelve, al menos así ocurrió con su equipo de fútbol, pese a largos periodos de sinsabores en la Copa de Europa. Pero existían muchas dudas con el baloncesto, porque quince años sin pisar la Final Four habían descabalgado al club de la élite. El más laureado apenas sumaba tres finales a cuatro desde que se instaurase el sistema en 1988.
Obradovic era el patrón en la última presencia (1996) y también en el último título (1995), aunque acabó como casi todos, abandonando la nave por la puerta de atrás. Tras él llegaron Luyk, Scariolo, Imbroda, Lamas, Maljkovic Plaza, Messina... pero es Molin, un debutante, quien será recordado como el técnico que devolvió al Madrid a la pelea por el título que le dio gloria, el torneo que le empujó a superarse ante la hegemonía soviética.
Conviene recordar que Messina hizo el trabajo inicial, aunque son Molin y la plantilla los que han subido ese último escalón de cuartos en el que resbaló tantas veces. Para ellos hubieran sido los palos y para ellos son los aplausos, por una entrega descomunal que puso a varios jugadores al límite de sus fuerzas, con Llull tirado en la banda, roto con un calambre en la pierna derecha. Forzó al límite y ganó, y con él, el Madrid, tan exhausto en el sprint final como el Power Electronics de Pesic, con Claver y Augustine de baja, con De Colo tocado y con un marcaje sobre Cook que le dio la puntilla. Ahí pusieron el acento los técnicos blancos (junto al debutante, Cuspinera y Lorente) y ahí empezó el Madrid a tocar la Final Four.
El base era la brújula del Power en la serie, guía espiritual con sus pases y vital anotando. Si Cook no encestaba, el Pesic Team perdía. Y ayer quedó a cero; definitivo. Gran trabajo colectivo y focos para Tucker, chico para todo, para aguantar los pitos y para salir triunfador en el día D. Para levantar al Madrid en el segundo cuarto (12 puntos), cuando se alejó del precipicio al que le había llevado Savanovic, con nueve tantos para el 2-11.
Ese frenesí posterior le vino mejor al Madrid, que no se puso arriba hasta el minuto 21 (43-42) tras un triple con suspense de Suárez, resumen de todo, figura decisiva: 10 rebotes, 7 faltas recibidas y mil batallas ganadas. Diez minutos después el Real tocaba el cielo (60-51) justo antes de un tremebundo apagón. 8-7 en el último cuarto. En el colapso, el Madrid abrumó al Power en el rebote ofensivo.
Barcelona y su Final Four bien valen tanto sufrimiento. El Madrid ha vuelto, ¿para quedarse?
ya tocaba despues de 15 años ir a la Final Four y que mejor que en Barcelona!! Hala Madrid!!
Obradovic era el patrón en la última presencia (1996) y también en el último título (1995), aunque acabó como casi todos, abandonando la nave por la puerta de atrás. Tras él llegaron Luyk, Scariolo, Imbroda, Lamas, Maljkovic Plaza, Messina... pero es Molin, un debutante, quien será recordado como el técnico que devolvió al Madrid a la pelea por el título que le dio gloria, el torneo que le empujó a superarse ante la hegemonía soviética.
Conviene recordar que Messina hizo el trabajo inicial, aunque son Molin y la plantilla los que han subido ese último escalón de cuartos en el que resbaló tantas veces. Para ellos hubieran sido los palos y para ellos son los aplausos, por una entrega descomunal que puso a varios jugadores al límite de sus fuerzas, con Llull tirado en la banda, roto con un calambre en la pierna derecha. Forzó al límite y ganó, y con él, el Madrid, tan exhausto en el sprint final como el Power Electronics de Pesic, con Claver y Augustine de baja, con De Colo tocado y con un marcaje sobre Cook que le dio la puntilla. Ahí pusieron el acento los técnicos blancos (junto al debutante, Cuspinera y Lorente) y ahí empezó el Madrid a tocar la Final Four.
El base era la brújula del Power en la serie, guía espiritual con sus pases y vital anotando. Si Cook no encestaba, el Pesic Team perdía. Y ayer quedó a cero; definitivo. Gran trabajo colectivo y focos para Tucker, chico para todo, para aguantar los pitos y para salir triunfador en el día D. Para levantar al Madrid en el segundo cuarto (12 puntos), cuando se alejó del precipicio al que le había llevado Savanovic, con nueve tantos para el 2-11.
Ese frenesí posterior le vino mejor al Madrid, que no se puso arriba hasta el minuto 21 (43-42) tras un triple con suspense de Suárez, resumen de todo, figura decisiva: 10 rebotes, 7 faltas recibidas y mil batallas ganadas. Diez minutos después el Real tocaba el cielo (60-51) justo antes de un tremebundo apagón. 8-7 en el último cuarto. En el colapso, el Madrid abrumó al Power en el rebote ofensivo.
Barcelona y su Final Four bien valen tanto sufrimiento. El Madrid ha vuelto, ¿para quedarse?
ya tocaba despues de 15 años ir a la Final Four y que mejor que en Barcelona!! Hala Madrid!!