El Manchester City peleará por la FA Cup. Los 'citizens' se meten en la final al imponerse en Wembley a sus vecinos del United y lucharán por el trofeo de clubes más antiguo del mundo después de 35 años sin levantar ningún título. Touré y su gol, el único del encuentro, fueron lo más sobresaliente de cuanto aconteció sobre el césped, en el que también destacó Scholes, aunque por una entrada criminal que le costó la expulsión. La fiesta estuvo en las gradas, donde la alegría se vistió de azul.
Imperial Touré
Yaya Touré no había encontrado aún su espacio, pero comenzó a fabricárselo en las postrimerías del primer acto. Una de sus características arrancadas terminó en córner y, a la salida del saque de esquina, Kompany estuvo a punto de poner en la escuadra el balón con un disparo cargado de intención desde la frontal.
Había despertado la bestia. El descanso no pudo impedirlo. Así, tras otros cinco minutos de tanteo. Touré interceptó un pase de Carrick e irrumpió por el centro en el área del United. Dejó en el camino a Vidic con un quiebro hacia la derecha y cruzó el esférico con tranquilidad ante la salida de Van der Sar.
El gol sería a la postre un premio más que merecido para el marfileño que, más aún desde entonces, fue un coloso. Se fajó e hizo suya la parcela central. Pero es que también creó las ocasiones más peligrosas de su equipo en la segunda mitad. Imponente. Dueño y señor del partido.
Scholes, desaparecido durante todo el encuentro, pagó su frustración con el primero que pasó. Le tocó a Zabaleta. El resultado: el argentino, a la banda para ser atendido; y el inglés, a la ducha antes de tiempo por clavarle los tacos en el muslo a su rival. Imperdonable lo del veterano centrocampista, que se borró del partido cuando su equipo más lo necesitaba.
Sin capacidad de reacción
Aún quedaban 20 minutos. Por detrás en el marcador, se acordó Ferguson del 'Chicharito', pero la expulsión de Scholes dejó solo al mexicano en punta. Berbatov fue sustituido por Anderson, aunque las ideas no llegaban al medio campo de los diablos rojos. Se les moría el partido.
Ni siquiera espoleados por un templo del fútbol a rebosar puede hablarse de "más corazón que cabeza" o tópicos por el estilo. El United veía cómo se esfumaba la posibilidad del triplete. Sin embargo, sigue quedándoles grande la palabra 'corazón'. Sus intentos de igualar la contienda fueron demasiado pobres. Se limitaron a colgar algún que otro balón. Nunca creyeron realmente en el empate y la FA Cup no les perdonó su falta de convicción y ambición.
Medio Wembley estalló tras el pitido final. La mitad celeste. Ningún aficionado del City se acordó de la ingente cantidad de millones que los dueños del club han dilapidado para armar un equipo irregular como pocos. El fútbol le debía una alegría a esa afición. Nada importaba ahora, sólo que los 'citizens' lucharán 35 años después por levantar un trofeo y que la frontera del éxito separa desde hoy un poquito menos al United de su rival en la ciudad.
Come on city!!!!!
Imperial Touré
Yaya Touré no había encontrado aún su espacio, pero comenzó a fabricárselo en las postrimerías del primer acto. Una de sus características arrancadas terminó en córner y, a la salida del saque de esquina, Kompany estuvo a punto de poner en la escuadra el balón con un disparo cargado de intención desde la frontal.
Había despertado la bestia. El descanso no pudo impedirlo. Así, tras otros cinco minutos de tanteo. Touré interceptó un pase de Carrick e irrumpió por el centro en el área del United. Dejó en el camino a Vidic con un quiebro hacia la derecha y cruzó el esférico con tranquilidad ante la salida de Van der Sar.
El gol sería a la postre un premio más que merecido para el marfileño que, más aún desde entonces, fue un coloso. Se fajó e hizo suya la parcela central. Pero es que también creó las ocasiones más peligrosas de su equipo en la segunda mitad. Imponente. Dueño y señor del partido.
Scholes, desaparecido durante todo el encuentro, pagó su frustración con el primero que pasó. Le tocó a Zabaleta. El resultado: el argentino, a la banda para ser atendido; y el inglés, a la ducha antes de tiempo por clavarle los tacos en el muslo a su rival. Imperdonable lo del veterano centrocampista, que se borró del partido cuando su equipo más lo necesitaba.
Sin capacidad de reacción
Aún quedaban 20 minutos. Por detrás en el marcador, se acordó Ferguson del 'Chicharito', pero la expulsión de Scholes dejó solo al mexicano en punta. Berbatov fue sustituido por Anderson, aunque las ideas no llegaban al medio campo de los diablos rojos. Se les moría el partido.
Ni siquiera espoleados por un templo del fútbol a rebosar puede hablarse de "más corazón que cabeza" o tópicos por el estilo. El United veía cómo se esfumaba la posibilidad del triplete. Sin embargo, sigue quedándoles grande la palabra 'corazón'. Sus intentos de igualar la contienda fueron demasiado pobres. Se limitaron a colgar algún que otro balón. Nunca creyeron realmente en el empate y la FA Cup no les perdonó su falta de convicción y ambición.
Medio Wembley estalló tras el pitido final. La mitad celeste. Ningún aficionado del City se acordó de la ingente cantidad de millones que los dueños del club han dilapidado para armar un equipo irregular como pocos. El fútbol le debía una alegría a esa afición. Nada importaba ahora, sólo que los 'citizens' lucharán 35 años después por levantar un trofeo y que la frontera del éxito separa desde hoy un poquito menos al United de su rival en la ciudad.
Come on city!!!!!