Los días de Joaquín Caparrós al frente del Athletic parecen estar más que contados. San Mamés dictó una inopinada sentencia tras el pitido final del Athletic-Málaga, cuando abroncó y silbó con fuerza inusitada e inédita hasta entonces, al que ha sido entrenador del Athletic en las cuatro últimas temporadas.
La reacción de la gran mayoría de los aficionados resulta clarificadora y dejó bien claro que el técnico de Utrera no es santo de la devoción de una buena parte de la hinchada y de la masa social, que es indudable se halla dividida ante la figura del entrenador andaluz, que provoca filias y fobias, si bien las segundas da la sensación que superan en número e intensidad a las primeras.
Hasta la fecha citada, el pasado domingo, la grada no había mostrado tal grado de acritud en momento alguno. No se recuerda silbido ni crítica tan atroz como la que siguió al final del último encuentro de esta Liga en San Mamés, ni tampoco las protestas que acompañaron a los dos últimos cambios que realizó el técnico utrerano en el citado partido.
A pesar de que, con los datos, logros y la clasificación en la mano, la etapa de Joaquín Caparrós puede considerarse como exitosa -dos participaciones europeas y una final de Copa son sus principales logros en su hoja de servicios-, parece probado ya que el utrerano no ha acabado de calar entre la afición, poco amiga de sus planteamientos e ideario.
Ello ha provocado que se produzca ahora mismo una situación ciertamente conflictiva: Caparrós concluye su contrato al término de esta temporada, cuando hay elecciones a la presidencia. No había dudas acerca de su continuidad si Fernando García Macua, actual presidente del club, no tuviera rival en las urnas y fuese reelegido automáticamente. De hecho, hay un acuerdo tácito entre presidente y técnico para prorrogar el actual contrato si el éxito acompaña al equipo, como finalmente ha ocurrido.
Sin embargo, la más que cierta posibilidad de que haya una candidatura seria que se oponga a la de Macua hace que al actual presidente le asalten las dudas y reconsidere su intención de continuar con Caparrós, que, vista la actual situación, puede quitarle más votos que los que pueda darle su trabajo al frente del equipo estas cuatro campañas.
Por otro lado, Joaquín Caparrós tampoco es ajeno al nuevo escenario que tiene ante sí. Ha recogido el mensaje de la grada y sabe que su ciclo puede haber llegado a su fin. Si fructificara realmente alguna de las proposiciones que se han dicho podría tener, especialmente la de su Sevilla, el entrenador andaluz volvería a casa dejando, eso sí, su sello y una hoja de servicios espléndida, en Bilbao.
yo creo que deberia seguir si el athletic esta donde esta gran parte de culpa es de caparros que cuando llego se encontro un equipo luchando por la permanencia su confianza en la cantera es total y eso se nota en los resultados
La reacción de la gran mayoría de los aficionados resulta clarificadora y dejó bien claro que el técnico de Utrera no es santo de la devoción de una buena parte de la hinchada y de la masa social, que es indudable se halla dividida ante la figura del entrenador andaluz, que provoca filias y fobias, si bien las segundas da la sensación que superan en número e intensidad a las primeras.
Hasta la fecha citada, el pasado domingo, la grada no había mostrado tal grado de acritud en momento alguno. No se recuerda silbido ni crítica tan atroz como la que siguió al final del último encuentro de esta Liga en San Mamés, ni tampoco las protestas que acompañaron a los dos últimos cambios que realizó el técnico utrerano en el citado partido.
A pesar de que, con los datos, logros y la clasificación en la mano, la etapa de Joaquín Caparrós puede considerarse como exitosa -dos participaciones europeas y una final de Copa son sus principales logros en su hoja de servicios-, parece probado ya que el utrerano no ha acabado de calar entre la afición, poco amiga de sus planteamientos e ideario.
Ello ha provocado que se produzca ahora mismo una situación ciertamente conflictiva: Caparrós concluye su contrato al término de esta temporada, cuando hay elecciones a la presidencia. No había dudas acerca de su continuidad si Fernando García Macua, actual presidente del club, no tuviera rival en las urnas y fuese reelegido automáticamente. De hecho, hay un acuerdo tácito entre presidente y técnico para prorrogar el actual contrato si el éxito acompaña al equipo, como finalmente ha ocurrido.
Sin embargo, la más que cierta posibilidad de que haya una candidatura seria que se oponga a la de Macua hace que al actual presidente le asalten las dudas y reconsidere su intención de continuar con Caparrós, que, vista la actual situación, puede quitarle más votos que los que pueda darle su trabajo al frente del equipo estas cuatro campañas.
Por otro lado, Joaquín Caparrós tampoco es ajeno al nuevo escenario que tiene ante sí. Ha recogido el mensaje de la grada y sabe que su ciclo puede haber llegado a su fin. Si fructificara realmente alguna de las proposiciones que se han dicho podría tener, especialmente la de su Sevilla, el entrenador andaluz volvería a casa dejando, eso sí, su sello y una hoja de servicios espléndida, en Bilbao.
yo creo que deberia seguir si el athletic esta donde esta gran parte de culpa es de caparros que cuando llego se encontro un equipo luchando por la permanencia su confianza en la cantera es total y eso se nota en los resultados