El Real Madrid estrenó su equipación roja en la Champions ante el
Dinamo de Zagreb. Un color que si bien podría emular a la España actual
del tiqui-taca, más bien recordó a la de la Furia. Pues los pupilos de Mourinho lograron la victoria más bien a base de empuje y persistencia,
y no tanto de brillantez y toque en un partido excesivamente
descontrolado para el nivel del cuadro croata. Y es que los jugadores
merengues estuvieron muy poco precisos, muy descolocados en muchas
fases del partido, y si bien tuvieron varias oportunidades para marcar,
el ajustado 0-1 puede pasar por un resultado justo incluso por el
pobre espectáculo que dedicaron a los aficionados.
“Seguro que el Dinamo saldrá con muchas ganas después de tantos años
fuera de Europa” pronosticaban el día de antes tanto Karanka como Xabi
en rueda de prensa. Y ambos dieron en la diana, porque el conjunto
croata destacó en los primeros compases del partido por su agresividad y
su descaro. Tanto, que incluso se puede decir que descolocó a un Real Madrid que no terminó de encontrarse
en toda la primera parte. Porque al conjunto croata le duró la
intimidación poco más de diez minutos, pero al cuadro hoy de rojo le
duró la empanada cuarenta y cinco.
Con su once de gala, y nuevamente con un caótico Coentrao de
mediocentro, el Real Madrid se atascó en la línea de tres cuartos. Dime qué mediocentro tienes y te diré qué equipo eres reza un dicho popular,
y con el portugués, este Madrid es un equipo tan eléctrico como
desordenado. El cuadro merengue se hizo con la posesión total del
balón, pero era incapaz de someter al rival, de profundizar con
cadencia ante un Dinamo que, sin estar encerrado atrás, sí que plantó
muy juntas las dos líneas defensivas impidiendo así el juego entre
líneas. Además, el cuadro croata se empleó concienzudamente y hasta con rudeza en las labores defensivas, apoyados por un árbitro muy permisivo.
Ramos, Ozil, Di María, y por momentos hasta Xabi Alonso, estuvieron
más imprecisos de lo normal, a lo que hay que añadir que los pupilos de
Mourinho se enredaron en buscar la jugada maestra por el centro, en lugar de pegado a la cal.
Con lo que el resultado de toda esta ecuación no podía ser otro que, a
la llegada del descanso, el marcador no se había movido.
Y eso a pesar de que en ocasiones aisladas sí que llegaron las
oportunidades de gol, sobre todo a raíz de fallos puntuales o de
jugadas de PlayStation. La primera, apenas dos minutos después del pitido inicial, fue para Ronaldo que no supo embocar a gol un
mano a mano después de que Xabi aprovechase un despiste local para
asistirle en profundidad. Apenas siete minutos después, Di María
robaría un balón en campo contrario para cedérsela a un Benzema que a la
media vuelta estrelló su disparo en el larguero.
Y rondando la media hora, fueron Ozil y Di María los que no pudieron batir al meta Kelava
desde siete metros después de que Benzema se hubiera quitado de en
medio a dos defensas con un delicioso y efectivo recorte. En mitad de
ese patio de colegio en el que se había convertido el centro del campo,
el Dinamo también rascó su ocasión de gol con un pase en profundidad
que Rukavina no supo materializar en el mano a mano ante un Casillas que
resolvió muy bien el papelón que le dejaron sus compañeros.
Tuvo que ser en el minuto 52, en la única ocasión que el Real Madrid
impuso un poco de orden y tranquilidad además de precisión cuando
llegara el gol de los blancos. Como si de una jugada de balonmano o de
rugby se tratara, el cuero pasó de una banda a otra por los pies de Ronaldo, Benzema y Marcelo hasta llegar a un Di María que, sin marca alguna, fusiló a Kelava
sin anestesia alguna. Un tanto que no sirvió para que los pupilos de
Mourinho terminaran de cerrar el encuentro. Y es que aunque sí que pudo
dar cierta tranquilidad, no aportó el control sobre el partido que el
Real Madrid necesitaba. Y menos aún cuando el colegiado decidió
expulsar a Marcelo.
Rondando el setenta, y con apenas tres minutos de diferencia, el
lateral brasileño vio una tarjeta amarilla por una entrada, y otra por
simular un penalti (el segundo tras otro en la primera mitad). Una decisión cuando menos discutible cuando Leko pudo haber sido expulsado en dos fuertes entradas a
Coentrao y Ronaldo que quedó en una única amonestación. En el Real
Madrid se venía mascando la idea de que después de toda la polémica
arbitral del año pasado, esta temporada los colegiados no le iban a
regalar nada, y a la primera ocasión ha podido recibir la confirmación a
sus temores.
La expulsión provocó que el Real Madrid pasara algunos apurillos con
los arrebatos del Dinamo antes del final del partido. Pero entre que
el cuadro croata no es ni mucho menos un rival de enjundia para este Madrid,
y que curiosamente con Lass en el campo el cuadro merengue encontró el
equilibrio necesario en la medular, los tres puntos volaron
definitivamente para un equipo blanco que sin ser ni mucho menos
brillante sí que supo hacer prevalecer su superioridad.
Partido mas complicado de lo esperado,pero lo bueno es el resultado que es lo que vale
Dinamo de Zagreb. Un color que si bien podría emular a la España actual
del tiqui-taca, más bien recordó a la de la Furia. Pues los pupilos de Mourinho lograron la victoria más bien a base de empuje y persistencia,
y no tanto de brillantez y toque en un partido excesivamente
descontrolado para el nivel del cuadro croata. Y es que los jugadores
merengues estuvieron muy poco precisos, muy descolocados en muchas
fases del partido, y si bien tuvieron varias oportunidades para marcar,
el ajustado 0-1 puede pasar por un resultado justo incluso por el
pobre espectáculo que dedicaron a los aficionados.
“Seguro que el Dinamo saldrá con muchas ganas después de tantos años
fuera de Europa” pronosticaban el día de antes tanto Karanka como Xabi
en rueda de prensa. Y ambos dieron en la diana, porque el conjunto
croata destacó en los primeros compases del partido por su agresividad y
su descaro. Tanto, que incluso se puede decir que descolocó a un Real Madrid que no terminó de encontrarse
en toda la primera parte. Porque al conjunto croata le duró la
intimidación poco más de diez minutos, pero al cuadro hoy de rojo le
duró la empanada cuarenta y cinco.
Con su once de gala, y nuevamente con un caótico Coentrao de
mediocentro, el Real Madrid se atascó en la línea de tres cuartos. Dime qué mediocentro tienes y te diré qué equipo eres reza un dicho popular,
y con el portugués, este Madrid es un equipo tan eléctrico como
desordenado. El cuadro merengue se hizo con la posesión total del
balón, pero era incapaz de someter al rival, de profundizar con
cadencia ante un Dinamo que, sin estar encerrado atrás, sí que plantó
muy juntas las dos líneas defensivas impidiendo así el juego entre
líneas. Además, el cuadro croata se empleó concienzudamente y hasta con rudeza en las labores defensivas, apoyados por un árbitro muy permisivo.
Ramos, Ozil, Di María, y por momentos hasta Xabi Alonso, estuvieron
más imprecisos de lo normal, a lo que hay que añadir que los pupilos de
Mourinho se enredaron en buscar la jugada maestra por el centro, en lugar de pegado a la cal.
Con lo que el resultado de toda esta ecuación no podía ser otro que, a
la llegada del descanso, el marcador no se había movido.
Y eso a pesar de que en ocasiones aisladas sí que llegaron las
oportunidades de gol, sobre todo a raíz de fallos puntuales o de
jugadas de PlayStation. La primera, apenas dos minutos después del pitido inicial, fue para Ronaldo que no supo embocar a gol un
mano a mano después de que Xabi aprovechase un despiste local para
asistirle en profundidad. Apenas siete minutos después, Di María
robaría un balón en campo contrario para cedérsela a un Benzema que a la
media vuelta estrelló su disparo en el larguero.
Y rondando la media hora, fueron Ozil y Di María los que no pudieron batir al meta Kelava
desde siete metros después de que Benzema se hubiera quitado de en
medio a dos defensas con un delicioso y efectivo recorte. En mitad de
ese patio de colegio en el que se había convertido el centro del campo,
el Dinamo también rascó su ocasión de gol con un pase en profundidad
que Rukavina no supo materializar en el mano a mano ante un Casillas que
resolvió muy bien el papelón que le dejaron sus compañeros.
Tuvo que ser en el minuto 52, en la única ocasión que el Real Madrid
impuso un poco de orden y tranquilidad además de precisión cuando
llegara el gol de los blancos. Como si de una jugada de balonmano o de
rugby se tratara, el cuero pasó de una banda a otra por los pies de Ronaldo, Benzema y Marcelo hasta llegar a un Di María que, sin marca alguna, fusiló a Kelava
sin anestesia alguna. Un tanto que no sirvió para que los pupilos de
Mourinho terminaran de cerrar el encuentro. Y es que aunque sí que pudo
dar cierta tranquilidad, no aportó el control sobre el partido que el
Real Madrid necesitaba. Y menos aún cuando el colegiado decidió
expulsar a Marcelo.
Rondando el setenta, y con apenas tres minutos de diferencia, el
lateral brasileño vio una tarjeta amarilla por una entrada, y otra por
simular un penalti (el segundo tras otro en la primera mitad). Una decisión cuando menos discutible cuando Leko pudo haber sido expulsado en dos fuertes entradas a
Coentrao y Ronaldo que quedó en una única amonestación. En el Real
Madrid se venía mascando la idea de que después de toda la polémica
arbitral del año pasado, esta temporada los colegiados no le iban a
regalar nada, y a la primera ocasión ha podido recibir la confirmación a
sus temores.
La expulsión provocó que el Real Madrid pasara algunos apurillos con
los arrebatos del Dinamo antes del final del partido. Pero entre que
el cuadro croata no es ni mucho menos un rival de enjundia para este Madrid,
y que curiosamente con Lass en el campo el cuadro merengue encontró el
equilibrio necesario en la medular, los tres puntos volaron
definitivamente para un equipo blanco que sin ser ni mucho menos
brillante sí que supo hacer prevalecer su superioridad.
Partido mas complicado de lo esperado,pero lo bueno es el resultado que es lo que vale