Si realmente fue capaz de sobrevivir a su peliagudo salto en paracaídas una noche de perros del mes de noviembre de 1971, el golpe de Dan Cooper (o D.B. para la prensa) debe ser considerado uno de los actos criminales más audaces del siglo XX en EEUU.
Tras secuestrar un avión de la compañía Northwest que hacía el trayecto entre Portland y Seattle, Cooper consiguió que las autoridades le proporcionaran 200.000 dólares en metálico y dos paracaídas a cambio de dejar libres a los pasajeros del vuelo. Entonces ordenó al piloto dirigirse a México D.F., y en una zona desértica, entre Seattle y Reno, saltó al vacío.
Casi cuarenta años después, aún no se ha resuelto el misterio de la suerte del célebre criminal tras su temerario salto. El FBI ha seguido miles de pistas, e investigado en profundidad más de una veintena de sospechosos, pero sus huellas dactilares nunca han coincidieron con las que se encontraron en el avión. Sin embargo, nuevas pruebas han reabierto el interés por el caso, y apuntan a que podría haber sobrevivido.
Esta misma semana los medios estadounidenses se han hecho eco de las declaraciones de Marla Cooper, una mujer de Oklahoma que asegura que el célebre malhechor era su tío, y murió en 1999. Marla recuerda que, estando una tarde en casa de su abuela, dos de sus tíos estaban planeando una acción, si bien ella no entendía de qué se trataba.
Unos días después, uno de sus tíos, al que llamaba L.D., llegó a casa sangrando de forma abundante. “Era la mañana del día de Thanksgiving y mi tío estaba herido. Tenía sangre en la camiseta. Estaba en mal estado”, recuerda en una entrevista a la CNN Marla, que entonces tenía sólo ocho años. Su padre le dijo que “no podía hablar nunca de lo que había visto” porque podría significar la muerte de su tío, al que vio por última vez en la Navidad del año siguiente.
Durante casi cuatro décadas, Marla escondió en un recóndito rincón de su memoria aquel recuerdo, tal como le había ordenado su padre. Nadie en su familia habló nunca más de aquel incidente. Simplemente, su tío se esfumó, y ni tan siquiera apareció en el funeral de su abuela en 1975. Hace unos meses, Marla rompió por fin el pacto de silencio, e informó al FBI, que está estudiando la veracidad del caso.
El agente del FBI Fred Gutt ha reconocido a la CNN que, a pesar de no haber podido aún verificar la historia de Marla, las pruebas proporcionadas por la familia no parecen “inconsistentes”. Ahora bien, lo que parece difícil de explicar es cómo Cooper fue capaz de llevar a cabo su arriesgada evasión, escapando al cerco de las autoridades.
“Al principio pensamos que Cooper era un experimentado paracaidista, quizás de las fuerzas armadas. Pero luego concluimos que no podía ser. Ningún experimentado paracaidista se habría arriesgado a saltar en una noche de lluvia, con vientos de 250 km hora, y vistiendo gabardina y mocasines”, explicó el agente Larry Carr en 2007.
Además, la policía cree que no contaba con ningún compinche en tierra, pues no dio instrucciones precisas al piloto sobre qué zona debía sobrevolar y, además, aquella noche la visibilidad era pésima. “Saltar al desierto sin un plan, sin el equipo adecuado, en una condiciones meteorológicas tan adversas ... Probablemente no pudo abrir ni su paracaídas”, dijo Carr en 2007.
Si finalmente se confirma la historia de Marla Cooper, su tío se habrá ganado con todo merecimiento un lugar en la lista de criminales más brillantes (y afortunados) del siglo XX junto a Bonnie & Clyde.(fuente: elmundo.es)
Tras secuestrar un avión de la compañía Northwest que hacía el trayecto entre Portland y Seattle, Cooper consiguió que las autoridades le proporcionaran 200.000 dólares en metálico y dos paracaídas a cambio de dejar libres a los pasajeros del vuelo. Entonces ordenó al piloto dirigirse a México D.F., y en una zona desértica, entre Seattle y Reno, saltó al vacío.
Casi cuarenta años después, aún no se ha resuelto el misterio de la suerte del célebre criminal tras su temerario salto. El FBI ha seguido miles de pistas, e investigado en profundidad más de una veintena de sospechosos, pero sus huellas dactilares nunca han coincidieron con las que se encontraron en el avión. Sin embargo, nuevas pruebas han reabierto el interés por el caso, y apuntan a que podría haber sobrevivido.
Esta misma semana los medios estadounidenses se han hecho eco de las declaraciones de Marla Cooper, una mujer de Oklahoma que asegura que el célebre malhechor era su tío, y murió en 1999. Marla recuerda que, estando una tarde en casa de su abuela, dos de sus tíos estaban planeando una acción, si bien ella no entendía de qué se trataba.
Unos días después, uno de sus tíos, al que llamaba L.D., llegó a casa sangrando de forma abundante. “Era la mañana del día de Thanksgiving y mi tío estaba herido. Tenía sangre en la camiseta. Estaba en mal estado”, recuerda en una entrevista a la CNN Marla, que entonces tenía sólo ocho años. Su padre le dijo que “no podía hablar nunca de lo que había visto” porque podría significar la muerte de su tío, al que vio por última vez en la Navidad del año siguiente.
Durante casi cuatro décadas, Marla escondió en un recóndito rincón de su memoria aquel recuerdo, tal como le había ordenado su padre. Nadie en su familia habló nunca más de aquel incidente. Simplemente, su tío se esfumó, y ni tan siquiera apareció en el funeral de su abuela en 1975. Hace unos meses, Marla rompió por fin el pacto de silencio, e informó al FBI, que está estudiando la veracidad del caso.
El agente del FBI Fred Gutt ha reconocido a la CNN que, a pesar de no haber podido aún verificar la historia de Marla, las pruebas proporcionadas por la familia no parecen “inconsistentes”. Ahora bien, lo que parece difícil de explicar es cómo Cooper fue capaz de llevar a cabo su arriesgada evasión, escapando al cerco de las autoridades.
“Al principio pensamos que Cooper era un experimentado paracaidista, quizás de las fuerzas armadas. Pero luego concluimos que no podía ser. Ningún experimentado paracaidista se habría arriesgado a saltar en una noche de lluvia, con vientos de 250 km hora, y vistiendo gabardina y mocasines”, explicó el agente Larry Carr en 2007.
Además, la policía cree que no contaba con ningún compinche en tierra, pues no dio instrucciones precisas al piloto sobre qué zona debía sobrevolar y, además, aquella noche la visibilidad era pésima. “Saltar al desierto sin un plan, sin el equipo adecuado, en una condiciones meteorológicas tan adversas ... Probablemente no pudo abrir ni su paracaídas”, dijo Carr en 2007.
Si finalmente se confirma la historia de Marla Cooper, su tío se habrá ganado con todo merecimiento un lugar en la lista de criminales más brillantes (y afortunados) del siglo XX junto a Bonnie & Clyde.(fuente: elmundo.es)
PD.: Creo que nunca sabremos si al final todo le salio bien y dio el golpe perfecto, pero como todo, esto solo hace mas que agrandar el mito. Un saludo