El Real Madrid llegará a Mestalla como
líder de la Liga después de destrozar a Osasuna en un partido en el que
el conjunto blanco volvió a mostrar su cara más arrolladora. El cuadro
rojillo llegó a ponerse con empate a uno a la media hora de partido,
pero desde entonces hasta el final el encuentro sólo tuvo un color, el
blanco. Di María fue el encargado de preparar la goleada con las tres
asistencias de los tres primeros tantos, y en la segunda parte con 3-1,
tras la expulsión de Satrústegui en el minuto 53, terminó de llegar la
avalancha de goles para el Real Madrid. Ronaldo firmó un nuevo
hat-trick, Benzema un doblete, e Higuaín y Pepe marcaron también en un
partido en el que hasta Sahin debutó dejando muy buenos detalles. Sólo la lesión de Di María empañó de alguna manera lo que resultó una mañana perfecta para el madridismo.
Comenzó
el partido atropellado. Decían los médicos especialistas en los días
previos al encuentro que podría pasar que los jugadores estuvieran más
imprecisos de lo normal debido al horario, porque se sintieran extraños
jugando a las doce de la mañana. Y quizás debido a ello, unido a la
fuerte presión de un Osasuna con dos delanteros agobiando la salida del
balón del campo merengue, lo cierto es que los clásicos cinco minutos de tanteo se alargaron diez más. Hasta que Di María quiso.
Después de los desafortunados partidos ante Levante y Rayo, donde el
Fideo quedó señalado, el extremo argentino parece haber resurgido de sus
cenizas, haciendo valer sus raíces humildes y luchadoras.
Ha
vuelto a hacerse acreedor de un puesto en el once inicial por méritos
propios, mostrando una versión mejorada de lo que ya enseñó el año
pasado. Ahora no sólo es un correcaminos por la banda, pues con la
cabeza más alta ha ganado en la lectura del fútbol, en asociación con
sus compañeros, en eficacia. Y el Real Madrid lo agradece, sobre todo
sus delanteros, que no paran de recibir regalos en forma de asistencias
del ‘22’ merengue. A los veinte minutos de partido, Di María
entregó a Ronaldo la que era su séptima asistencia de la temporada, pero
lejos de conformarse ahí, extendió su actuación hasta convertirse en
uno de los protagonistas principales de la obra matutina en el Santiago
Bernabéu.
Cristiano fue el que inauguró el marcador de
cabeza tras una asistencia medida del Fideo desde la banda diestra. El
luso ofreció su galardón de Bota de Oro al público, y no conforme con
eso, veinte minutos después ya les estaba dedicando su gol 101. Nada más
sacar de centro, un fallo de Satrústegui casi propicia el segundo gol
blanco, lo que hacía presagiar que ya nada podría parar a un Real Madrid
que con el 1-0 pondría ya la sexta marcha. Sin embargo, el Osasuna puso
por un momento la pizca de zozobra al encuentro.
Pues apenas
ocho minutos después del tanto local, los visitantes se sacaron de la
manga ese fútbol racial, de barrio, pillo. El Real Madrid andaba
revolucionado con el maniobrable Álvarez Izquierdo porque éste no dejaba
entrar al campo a Pepe después de ser atendido por las asistencias
médicas, y había señalado una falta dudosa de Arbeloa al borde del área.
Momento en el que los rojillos sacaron rápidamente dicha falta al borde
del área para que Ibra batiera a Casillas en el mano a mano dentro del
área, devolviendo la igualdad al marcador y dejando la racha de imbatibilidad de Casillas en 502 minutos.
Sin
embargo, el fútbol es caprichoso e imprevisible, y lo que a priori
podía ser un balón de oxígeno para los visitantes, resultó ser su
sentencia de muerte. Y es que consiguió enojar a los jugadores blancos
que, si hasta el momento habían andado dubitativos, definitivamente
sacaron a relucir su versión más arrolladora posible: la de la presión
asfixiante, los ataques vertiginosos, la solidez defensiva, y los
remates letales. Y de la media hora hasta el final, el resto fue todo un baile merengue, un festín, un monólogo, un chorreo que diría alguno.
Di
María fue el que dirigió el festival hasta el descanso, con dos nuevas
asistencias para completar su hat-trick particular de pases de gol. En
el minuto 33, apenas tres después del tanto de Ibra, el Fideo le sirvió
casi en bandeja el tanto a Pepe para que este embocara a gol de cabeza,
haciendo saltar de júbilo a un Bernabéu siempre deseoso de remontadas e
historias de superación.
Y la siguiente fue apenas seis minutos
más tarde, tras una gran combinación en la banda de Ozil y el propio Di
María, el argentino se asoció con su compatriota Higuaín con un casi
invisible pase interior. El Pipita recortó a su par y dibujó un
tiro cruzado que se coló por la escuadra contraria para poner un 3-1 en
el marcador que parecía ser ya la puntilla cuando llegó el descanso. Aunque en realidad, fue en la segunda parte cuando llegó la avalancha definitiva para los rojillos.
Di
María se lesionó nada más salir del túnel al realizar un taconazo de
infarto, poniendo casi las lágrimas en los ojos del público merengue
después del recital de la primera mitad. Pero eso no frenó al Real
Madrid, que sin el que había sido su motor hasta el momento supo
mantener la misma velocidad. Ayudado también, por qué no negarlo, por la
expulsión de un Satrústegui que mejor no se hubiera levantado de la
cama. El canterano rojillo derribó a Ozil dentro del área, forzando así
el penalti y viendo su segunda amonestación, lo que ya terminó de matar
un encuentro de por sí moribundo.
Ronaldo transformó la pena
máxima que llevaba el 4-1 al marcador en el minuto 53 de partido. Y en
los diez siguientes, nuevamente Ronaldo de cabeza a centro de Arbeloa, y
Benzema a centro de Coentrao en el segundo palo sin marca, terminaron
de pulir una goleada de escándalo que el propio Benzema amplió con un
tiro fuerte lejano poco antes del final. Un 7-1 que pasará a la historia por ser el primer partido jugado a las doce de la mañana en el Santiago Bernabéu,
y quién sabe si también por ser el debut de un Sahin que hasta tuvo
treinta minutos para gustarse en mitad del festival merengue de la
segunda mitad. Festín sólo emborronado por esa lesión de Di María, y que
le sirve al cuadro madridista para mantener agarrado el liderato al
menos otra semana más, y con mano de hierro.
La goleada de la liga por ahora.
líder de la Liga después de destrozar a Osasuna en un partido en el que
el conjunto blanco volvió a mostrar su cara más arrolladora. El cuadro
rojillo llegó a ponerse con empate a uno a la media hora de partido,
pero desde entonces hasta el final el encuentro sólo tuvo un color, el
blanco. Di María fue el encargado de preparar la goleada con las tres
asistencias de los tres primeros tantos, y en la segunda parte con 3-1,
tras la expulsión de Satrústegui en el minuto 53, terminó de llegar la
avalancha de goles para el Real Madrid. Ronaldo firmó un nuevo
hat-trick, Benzema un doblete, e Higuaín y Pepe marcaron también en un
partido en el que hasta Sahin debutó dejando muy buenos detalles. Sólo la lesión de Di María empañó de alguna manera lo que resultó una mañana perfecta para el madridismo.
Comenzó
el partido atropellado. Decían los médicos especialistas en los días
previos al encuentro que podría pasar que los jugadores estuvieran más
imprecisos de lo normal debido al horario, porque se sintieran extraños
jugando a las doce de la mañana. Y quizás debido a ello, unido a la
fuerte presión de un Osasuna con dos delanteros agobiando la salida del
balón del campo merengue, lo cierto es que los clásicos cinco minutos de tanteo se alargaron diez más. Hasta que Di María quiso.
Después de los desafortunados partidos ante Levante y Rayo, donde el
Fideo quedó señalado, el extremo argentino parece haber resurgido de sus
cenizas, haciendo valer sus raíces humildes y luchadoras.
Ha
vuelto a hacerse acreedor de un puesto en el once inicial por méritos
propios, mostrando una versión mejorada de lo que ya enseñó el año
pasado. Ahora no sólo es un correcaminos por la banda, pues con la
cabeza más alta ha ganado en la lectura del fútbol, en asociación con
sus compañeros, en eficacia. Y el Real Madrid lo agradece, sobre todo
sus delanteros, que no paran de recibir regalos en forma de asistencias
del ‘22’ merengue. A los veinte minutos de partido, Di María
entregó a Ronaldo la que era su séptima asistencia de la temporada, pero
lejos de conformarse ahí, extendió su actuación hasta convertirse en
uno de los protagonistas principales de la obra matutina en el Santiago
Bernabéu.
Cristiano fue el que inauguró el marcador de
cabeza tras una asistencia medida del Fideo desde la banda diestra. El
luso ofreció su galardón de Bota de Oro al público, y no conforme con
eso, veinte minutos después ya les estaba dedicando su gol 101. Nada más
sacar de centro, un fallo de Satrústegui casi propicia el segundo gol
blanco, lo que hacía presagiar que ya nada podría parar a un Real Madrid
que con el 1-0 pondría ya la sexta marcha. Sin embargo, el Osasuna puso
por un momento la pizca de zozobra al encuentro.
Pues apenas
ocho minutos después del tanto local, los visitantes se sacaron de la
manga ese fútbol racial, de barrio, pillo. El Real Madrid andaba
revolucionado con el maniobrable Álvarez Izquierdo porque éste no dejaba
entrar al campo a Pepe después de ser atendido por las asistencias
médicas, y había señalado una falta dudosa de Arbeloa al borde del área.
Momento en el que los rojillos sacaron rápidamente dicha falta al borde
del área para que Ibra batiera a Casillas en el mano a mano dentro del
área, devolviendo la igualdad al marcador y dejando la racha de imbatibilidad de Casillas en 502 minutos.
Sin
embargo, el fútbol es caprichoso e imprevisible, y lo que a priori
podía ser un balón de oxígeno para los visitantes, resultó ser su
sentencia de muerte. Y es que consiguió enojar a los jugadores blancos
que, si hasta el momento habían andado dubitativos, definitivamente
sacaron a relucir su versión más arrolladora posible: la de la presión
asfixiante, los ataques vertiginosos, la solidez defensiva, y los
remates letales. Y de la media hora hasta el final, el resto fue todo un baile merengue, un festín, un monólogo, un chorreo que diría alguno.
Di
María fue el que dirigió el festival hasta el descanso, con dos nuevas
asistencias para completar su hat-trick particular de pases de gol. En
el minuto 33, apenas tres después del tanto de Ibra, el Fideo le sirvió
casi en bandeja el tanto a Pepe para que este embocara a gol de cabeza,
haciendo saltar de júbilo a un Bernabéu siempre deseoso de remontadas e
historias de superación.
Y la siguiente fue apenas seis minutos
más tarde, tras una gran combinación en la banda de Ozil y el propio Di
María, el argentino se asoció con su compatriota Higuaín con un casi
invisible pase interior. El Pipita recortó a su par y dibujó un
tiro cruzado que se coló por la escuadra contraria para poner un 3-1 en
el marcador que parecía ser ya la puntilla cuando llegó el descanso. Aunque en realidad, fue en la segunda parte cuando llegó la avalancha definitiva para los rojillos.
Di
María se lesionó nada más salir del túnel al realizar un taconazo de
infarto, poniendo casi las lágrimas en los ojos del público merengue
después del recital de la primera mitad. Pero eso no frenó al Real
Madrid, que sin el que había sido su motor hasta el momento supo
mantener la misma velocidad. Ayudado también, por qué no negarlo, por la
expulsión de un Satrústegui que mejor no se hubiera levantado de la
cama. El canterano rojillo derribó a Ozil dentro del área, forzando así
el penalti y viendo su segunda amonestación, lo que ya terminó de matar
un encuentro de por sí moribundo.
Ronaldo transformó la pena
máxima que llevaba el 4-1 al marcador en el minuto 53 de partido. Y en
los diez siguientes, nuevamente Ronaldo de cabeza a centro de Arbeloa, y
Benzema a centro de Coentrao en el segundo palo sin marca, terminaron
de pulir una goleada de escándalo que el propio Benzema amplió con un
tiro fuerte lejano poco antes del final. Un 7-1 que pasará a la historia por ser el primer partido jugado a las doce de la mañana en el Santiago Bernabéu,
y quién sabe si también por ser el debut de un Sahin que hasta tuvo
treinta minutos para gustarse en mitad del festival merengue de la
segunda mitad. Festín sólo emborronado por esa lesión de Di María, y que
le sirve al cuadro madridista para mantener agarrado el liderato al
menos otra semana más, y con mano de hierro.
La goleada de la liga por ahora.