Hoy se cumplen 20 años de la rueda de prensa en la que Magic Johnson anunciaba que es portador del VIH y que se retiraba del mundo del baloncesto.
"Si hubiera sabido lo que sé ahora, no me habría retirado", confiesa hoy el ex jugador de los Lakers.
Desde el momento de su anuncio, Magic se dedica a luchar contra la enfermedad a través de su fundación.
Dicen los que admiten la existencia de la magia que ésta desaparecerá el día que dejemos de creer en ella. Eso sucedió hace hoy 20 años. Por lo menos en el mundo del baloncesto. El 7 de noviembre de 1991 Earvin Magic Johnson comparecía ante los medios de comunicación en el Forum de Inglewood. La antigua morada de los Lakers había sido testigo de excepción de las exhibiciones de un jugador que cambió el baloncesto.
Aquella noche, sin embargo, Magic no aparecía para dar una nueva lección sobre las tablas del Forum. Johnson reclamaba la atención de los focos para comunicar el peor de los mensajes posibles. El que nadie hubiera querido escuchar. El base de los Lakers, uno de los iconos de la NBA y una de las grandes estrellas del deporte, comunicaba que era portador del virus de inmunodeficiencia humana, el VIH. Allí, frente al micrófono, un Magic vestido con traje oscuro y con el rostro serio pero sin descomponerse, anunciaba que el baloncesto perdía su sonrisa. Un torpedo en la línea de flotación de un deporte que él mismo había reflotado con sus pases inimaginables, pero sobre todo, con su carisma.
Magic conocía la noticia dos semanas antes. Y todo por una maldita casualidad. El jugador se disponía a jugar su decimotercera temporada en los Lakers. Era su icono, su bandera. Sin embargo, su estatus no tenía reflejo en su salario. Johnson cobraba 2,5 millones de dólares, mientras que su compañero Sam Perkins llegaba a los tres millones, siendo el laker mejor pagado. Tanto Jerry Buss como Jerry West querían cambiar esta circunstancia y se pusieron manos a la obra para subir el sueldo a su estrella.
Los Lakers mejoraron su contrato y le pusieron al mismo nivel que Perkins. Para ello tuvieron que pedir un préstamo y tuvieron que firmar un seguro que cubriese el crédito. El mejor aval era el propio Magic. Como era habitual, la compañía aseguradora exigía que el jugador se sometiese a un reconocimiento médico para dar el visto bueno a la operación. Pura rutina. Sin embargo, la póliza nunca llegó a firmarse.
UNA MALDITA CASUALIDAD
Magic se encontraba en Utah para jugar un partido de exhibición frente a lo Jazz. Había entrenado con normalidad y ya estaba recuperado del cansancio acumulado tras viajar a París para disputar el Open McDonalds. Tras acabar la sesión con sus compañeros, Johnson volvía a la habitación y recibía la llamada del club para que volviese inmediatamente a Los Ángeles. Algo malo sucedía. Magic regresó a California para escuchar de manos de los médicos de la compañía de seguros la peor noticia imaginable. Era portador del VIH.
En un primer momento, el desconocimiento le hizo temer lo peor. Tenía sida, una enfermedad mortal que cada año se cobraba millones de víctimas en todo el mundo. Sin embargo, los médicos le explicaron que era portador del VIH, que no era lo mismo que tener sida. Magic suspiró aliviado. Sin embargo, de inmediato el pánico volvió a recorrer su cuerpo cuando pensó en Cookie, su novia desde los 14 años y la mujer con la que se había casado apenas dos meses antes, y en el hijo que ambos esperaban. "Jugué contra los mejores de los mejores, como Michael Jordan y Larry Bird. Y siempre pensé que había sido lo más difícil de mi vida. Pero estar viajando a casa para decirle a mi esposa Cookie que tenía VIH, eso fue realmente el momento más duro", reconocía años después el genial base angelino.
Magic no sólo tenía que dar el mazazo a su mujer. También, con esta noticia, tenía que reconocer sus numerosas infidelidades y su promiscuidad. Johnson se temía lo peor e incluso le dijo a su mujer que si ella quería se iría de casa. Nada más lejos de la realidad. Cookie Johnson le consoló y le dijo que siempre iba a estar a su lado para ayudarlo y apoyarlo, como reconocería Magic semanas después de su anuncio en el programa de su gran amigo, Arsenio Hall.
El apoyo incondicional de su mujer le dio nuevos bríos a Magic. Durante las siguientes dos semanas Magic se dedicó a investigar lo que suponía su enfermedad y a repetir las pruebas que confirmaran el diagnóstico. Mientras tanto, seguía entrenándose en solitario para mantenerse en forma de cara a una nueva temporada. Sin embargo, todos los contraanálisis arrojaron el mismo resultado. Fue entonces cuando los médicos de los Lakers le aconsejaron que se retirase del baloncesto en activo, ya que con su enfermedad, el alto ritmo de competición podría debilitarle demasiado el sistema inmunológico. "Si hubiera sabido lo que sé hoy, no me habría retirado. Pero no lo sabía. Nadie lo sabía. Así que sólo me quedaba apechugar con lo ocurrido", confesaba Magic años después.
Tras dos semanas sin entrenar con sus compañeros ni disputar ningún partido, los rumores sobre Magic y su estado de salud comenzaron a dispararse. Algunos hablaban de cáncer, otros de una enfermedad coronaria. Algo raro sucedía. Por ello, el jugador de los Lakers no tardó en salir al paso de esos rumores y convocó una rueda de prensa para la tarde del 7 de noviembre de 1991.
Sólo siete personas sabían la noticia antes de ese día. Su mujer Cookie, su hijo Andre (fruto de una aventura anterior), David Stern, su gran amigo Arsenio Hall y sus grandes Larry Bird, Michael Jordan e Isiah Thomas. Magic confesaba después que el alero de los Celtics no pudo contener las lágrimas y que el base de los Pistons directamente negó la posibilidad de que la noticia fuera cierta. Jordan, por su parte, no pudo articular palabra.
LLEGÓ EL MOMENTO DE LA VERDAD
Llegaba el momento de contárselo al resto de los Lakers. Horas antes de la rueda de prensa Magic entraba en el vestuario y les comunicaba a sus compañeros la noticia. Todos rompieron a llorar. Fue el momento más emotivo de todo aquel proceso, según recuerda el ex jugador del conjunto angelino. Tras enjugarse las lágrimas, se tenía que enfrentar al mundo.
Magic Johnson, un deportista de élite era portador de una enfermedad que, por aquel entonces, se relacionaba con las drogas y la homosexualidad. La promiscuidad y la falta de precaución habían bajado del firmamento a una de sus grandes estrellas y le había convertido en un común mortal. La noticia de que Magic portaba el VIH normalizaba la enfermedad. Si él la tenía, cualquiera podía.
Desde ese momento, Magic se dedicó a recaudar fondos para ayudar a la investigación y a la lucha contra la enfermedad. Volvió a calzarse las botas para disputar el All Star del 92 (MVP), los Juegos de Barcelona con el Dream Team y 32 partidos más con sus Lakers en 1996. Pero su objetivo ya no era el pase imposible o la canasta ganadora. Su nueva meta era luchar contra una enfermedad a la que, según ha demostrado, se puede vencer.
Grandísimo Y Extraordinário Jugador Magic Johnson,De su Equipo No puédo decir lo Mismo ya sabéis la Rivalidad de Mis Queridos Celtics con los Fakers Seguirá estando Presente.
"Si hubiera sabido lo que sé ahora, no me habría retirado", confiesa hoy el ex jugador de los Lakers.
Desde el momento de su anuncio, Magic se dedica a luchar contra la enfermedad a través de su fundación.
Dicen los que admiten la existencia de la magia que ésta desaparecerá el día que dejemos de creer en ella. Eso sucedió hace hoy 20 años. Por lo menos en el mundo del baloncesto. El 7 de noviembre de 1991 Earvin Magic Johnson comparecía ante los medios de comunicación en el Forum de Inglewood. La antigua morada de los Lakers había sido testigo de excepción de las exhibiciones de un jugador que cambió el baloncesto.
Aquella noche, sin embargo, Magic no aparecía para dar una nueva lección sobre las tablas del Forum. Johnson reclamaba la atención de los focos para comunicar el peor de los mensajes posibles. El que nadie hubiera querido escuchar. El base de los Lakers, uno de los iconos de la NBA y una de las grandes estrellas del deporte, comunicaba que era portador del virus de inmunodeficiencia humana, el VIH. Allí, frente al micrófono, un Magic vestido con traje oscuro y con el rostro serio pero sin descomponerse, anunciaba que el baloncesto perdía su sonrisa. Un torpedo en la línea de flotación de un deporte que él mismo había reflotado con sus pases inimaginables, pero sobre todo, con su carisma.
Magic conocía la noticia dos semanas antes. Y todo por una maldita casualidad. El jugador se disponía a jugar su decimotercera temporada en los Lakers. Era su icono, su bandera. Sin embargo, su estatus no tenía reflejo en su salario. Johnson cobraba 2,5 millones de dólares, mientras que su compañero Sam Perkins llegaba a los tres millones, siendo el laker mejor pagado. Tanto Jerry Buss como Jerry West querían cambiar esta circunstancia y se pusieron manos a la obra para subir el sueldo a su estrella.
Los Lakers mejoraron su contrato y le pusieron al mismo nivel que Perkins. Para ello tuvieron que pedir un préstamo y tuvieron que firmar un seguro que cubriese el crédito. El mejor aval era el propio Magic. Como era habitual, la compañía aseguradora exigía que el jugador se sometiese a un reconocimiento médico para dar el visto bueno a la operación. Pura rutina. Sin embargo, la póliza nunca llegó a firmarse.
UNA MALDITA CASUALIDAD
Magic se encontraba en Utah para jugar un partido de exhibición frente a lo Jazz. Había entrenado con normalidad y ya estaba recuperado del cansancio acumulado tras viajar a París para disputar el Open McDonalds. Tras acabar la sesión con sus compañeros, Johnson volvía a la habitación y recibía la llamada del club para que volviese inmediatamente a Los Ángeles. Algo malo sucedía. Magic regresó a California para escuchar de manos de los médicos de la compañía de seguros la peor noticia imaginable. Era portador del VIH.
En un primer momento, el desconocimiento le hizo temer lo peor. Tenía sida, una enfermedad mortal que cada año se cobraba millones de víctimas en todo el mundo. Sin embargo, los médicos le explicaron que era portador del VIH, que no era lo mismo que tener sida. Magic suspiró aliviado. Sin embargo, de inmediato el pánico volvió a recorrer su cuerpo cuando pensó en Cookie, su novia desde los 14 años y la mujer con la que se había casado apenas dos meses antes, y en el hijo que ambos esperaban. "Jugué contra los mejores de los mejores, como Michael Jordan y Larry Bird. Y siempre pensé que había sido lo más difícil de mi vida. Pero estar viajando a casa para decirle a mi esposa Cookie que tenía VIH, eso fue realmente el momento más duro", reconocía años después el genial base angelino.
Magic no sólo tenía que dar el mazazo a su mujer. También, con esta noticia, tenía que reconocer sus numerosas infidelidades y su promiscuidad. Johnson se temía lo peor e incluso le dijo a su mujer que si ella quería se iría de casa. Nada más lejos de la realidad. Cookie Johnson le consoló y le dijo que siempre iba a estar a su lado para ayudarlo y apoyarlo, como reconocería Magic semanas después de su anuncio en el programa de su gran amigo, Arsenio Hall.
El apoyo incondicional de su mujer le dio nuevos bríos a Magic. Durante las siguientes dos semanas Magic se dedicó a investigar lo que suponía su enfermedad y a repetir las pruebas que confirmaran el diagnóstico. Mientras tanto, seguía entrenándose en solitario para mantenerse en forma de cara a una nueva temporada. Sin embargo, todos los contraanálisis arrojaron el mismo resultado. Fue entonces cuando los médicos de los Lakers le aconsejaron que se retirase del baloncesto en activo, ya que con su enfermedad, el alto ritmo de competición podría debilitarle demasiado el sistema inmunológico. "Si hubiera sabido lo que sé hoy, no me habría retirado. Pero no lo sabía. Nadie lo sabía. Así que sólo me quedaba apechugar con lo ocurrido", confesaba Magic años después.
Tras dos semanas sin entrenar con sus compañeros ni disputar ningún partido, los rumores sobre Magic y su estado de salud comenzaron a dispararse. Algunos hablaban de cáncer, otros de una enfermedad coronaria. Algo raro sucedía. Por ello, el jugador de los Lakers no tardó en salir al paso de esos rumores y convocó una rueda de prensa para la tarde del 7 de noviembre de 1991.
Sólo siete personas sabían la noticia antes de ese día. Su mujer Cookie, su hijo Andre (fruto de una aventura anterior), David Stern, su gran amigo Arsenio Hall y sus grandes Larry Bird, Michael Jordan e Isiah Thomas. Magic confesaba después que el alero de los Celtics no pudo contener las lágrimas y que el base de los Pistons directamente negó la posibilidad de que la noticia fuera cierta. Jordan, por su parte, no pudo articular palabra.
LLEGÓ EL MOMENTO DE LA VERDAD
Llegaba el momento de contárselo al resto de los Lakers. Horas antes de la rueda de prensa Magic entraba en el vestuario y les comunicaba a sus compañeros la noticia. Todos rompieron a llorar. Fue el momento más emotivo de todo aquel proceso, según recuerda el ex jugador del conjunto angelino. Tras enjugarse las lágrimas, se tenía que enfrentar al mundo.
Magic Johnson, un deportista de élite era portador de una enfermedad que, por aquel entonces, se relacionaba con las drogas y la homosexualidad. La promiscuidad y la falta de precaución habían bajado del firmamento a una de sus grandes estrellas y le había convertido en un común mortal. La noticia de que Magic portaba el VIH normalizaba la enfermedad. Si él la tenía, cualquiera podía.
Desde ese momento, Magic se dedicó a recaudar fondos para ayudar a la investigación y a la lucha contra la enfermedad. Volvió a calzarse las botas para disputar el All Star del 92 (MVP), los Juegos de Barcelona con el Dream Team y 32 partidos más con sus Lakers en 1996. Pero su objetivo ya no era el pase imposible o la canasta ganadora. Su nueva meta era luchar contra una enfermedad a la que, según ha demostrado, se puede vencer.
Grandísimo Y Extraordinário Jugador Magic Johnson,De su Equipo No puédo decir lo Mismo ya sabéis la Rivalidad de Mis Queridos Celtics con los Fakers Seguirá estando Presente.