Cuatro y a cuartos
El temor que algunos pudieran tener por una presunta resaca navideña azulgrana quedó fulminado en diez minutos. El mismo tiempo que tardó Osasuna en bajar los brazos. El mismo que utiliza siempre Guardiola para convencer a sus rivales que el balón es suyo, si no de Xavi. En esos albores pareció que los de Mendilibar estaban para algo más que para completar el cartel y organizaron algo parecido a un equipo pujante. No vieron a Pinto, eso sí, pero sólo la intención hizo que más de uno se acomodara un poco mejor a todos en los asientos.
Una decena de minutos en la que el mecano azulgrana parecía chirriar. El dogma de Guardiola esta temporada, la defensa de tres, no terminaba de acoplarse y amenazaba con hacer agua en cualquier momento. Piqué, Puyol y Mascherano, con Busquets sujetando por delante, Alves lanzado por la banda derecha, Thiago escorado en la zurda y el vals por delante, dirigido por Xavi y asistido por Cesc, Pedro y Cuenca.
Así, con Pinto en modo espectador cual Shakira en el palco y Osasuna soñando con que había vida más allá del centro campo, tomó Dani Alves el balón por la derecha y lo depositó en los pies de Xavi para que el maestro encontrara a Fábregas en la esquina izquierda de la frontal. Control con la zurda. Remate cruzado con la derecha por bajo. Gol. Adiós Osasuna. Adiós eliminatoria. Hola cuartos de final de Copa.
Con sólo tres pases a los jugadores rojillos -azulillos en el Camp Nou- se le vinieron dos cosas a la cabeza, quién sabe en qué orden: los ocho encajados en Liga en el mismo escenario y la rueda de prensa de los milagros realizada por su entrenador el día anterior. Claro está, ya no fueron los mismos, ni siquiera en voluntad. Mucho menos cinco minutos después, en el 18, cuando un nuevo pase de Xavi, ésta vez entre líneas y al corazón del área, encontró otra vez a Fábregas para que éste golpeara dulcemente por encima de Riesgo. Curioso lo de Cesc, situado tácticamente en la banda derecha para marcar uno desde la izquierda y otro por el centro. Bondades del Barcelona, tan veloz y fugaz que nada es lo que parece.
Finiquitado el partido en apenas 20 minutos, el resto ya no fue un duelo copero sino un lento caminar de minutos con un equipo en pleno entrenamiento y otro entregado y resignado a su suerte. La impresión fue ratificada por unos números que en el descanso dejaban una posesión azulgrana del 80%, una primera parte en la que Osasuna apenas había tenido el balón tres minutos.
Recuperación milagrosa
La única atracción que quedó entonces para los aficionados ante semejante monotonía era asistir a una recuperación milagrosa, la del ídolo. Recién aterrizado, como quien dice, y con apenas dos entrenamientos, Messi se despertó con gripe. Descartado por la mañana, apareció por la tarde y, ya por la noche, se sentó primero en el banquillo, se fue a calentar después para recibir el aplauso de los fieles y cerró el día con dos goles, tercero y cuarto azulgrana.
Misión cumplida para Guardiola: mantiene contento al jefe y a la tropa y mantiene sus deseados partidos entre semana que alejan especulaciones y otras especies. Los octavos de final parecen hechos. Los cuartos de final están en blanco.
Paseo militar del Barça que pudo sentenciar la eliminatoria en la primera parte y los fallos en los últimos metros se lo impidieron, para luego pasar más agobios en la segunda.
El Osasuna no le perdió la cara al partido y es digno de elogiar.
Pienso que el debate estará en la participación de Messi en el partido. Para mi no hay debate ya que es del todo lícito guardar tus cartas y no mostrarlas al enemigo.
Última edición por Mikkel el Vie 6 Ene - 0:07, editado 1 vez