Betis y Sevilla volvieron a protagonizar
por fin un derbi en Heliópolis tras tres años de espera y una visita al
infierno por parte de los verdiblancos. Se había echado de menos un encuentro que siempre despierta una atención especial, una fiesta del fútbol andaluz, un órdago a la España de los caballos purasangre, el flamenco y el Duende.
El
empate final en el marcador no dejó a un equipo triunfador, pero los
que puden sentirse contentos por el espectáculo son todos los
aficionados al fútbol que vieron un choque lleno de alternativas y
tensión hasta el último minuto.
Sevilla volvió a partirse en dos para vivir el choque, aunque ambos bandos estaban entremezclados en las dos orillas del Guadalquivir.
La guasa y el pique regresaron a una ciudad en la que jamás debió
faltar una cita tan atractiva para el espectador y tan emblemática para
el aficionado.
La Liga BBVA volvió por fin a tener uno de sus
partidos emblema y por ello la ciudad se vistió de gala. No faltó una
personalidad en el palco de autoridades, que se quedó corto de
localidades para todas las peticiones recibidas, y el Benito Villamarín registró una gran entrada para presenciar el duelo en directo.
Pero esta es la crónica de un derbi anunciado que se hizo esperar:
la huelga convocada por los futbolistas fue la que provocó que la
fiesta del fútbol entre Sevilla y Betis no se celebrase el pasado mes de
agosto, en la primera jornada de Liga, tal y como estaba previsto.
Quizá por ello el sabor de la revancha por parte de unos y otros ha
tenido más tiempo para incidir en el paladar y dar más picante a un
encuentro que ya lo tiene por sí mismo.
El choque disputado en Heliópolis pone punto y seguido a
una serie de derbis que nos han dejado momentos imborrables: la última
parada de este encadenado de retos a ritmo de castañuelas tuvo lugar en
el Sánchez Pizjuán en 2009, donde los verdiblancos lograron el triunfo por 1-2 en casa del eterno rival.
Kanouté solo pudo maquillar el resultado en el descuento, y Sergio
García y Oliveira llevaron a la gloria a un Betis que ese mismo año
descendería a la Segunda División para consumar un drama que todavía se
recuerda.
Tras
las lágrimas llegaron los sufrimientos en la categoría de plata viendo
cómo resultaba complicado para un histórico de la Liga regresar a la
élite, aunque lo hizo por la puerta grande la pasada temporada, consumando su ascenso en 2011 para recuperar el puesto que nunca debió perder.
Por
su parte, los sevillistas saben en los más profundo de su alma
rojiblanca que han recuperado a un rival imprescindible para entender la
realidad del equipo de Nervión. Sin derbi, como ha ocurrido durante
estos tres años, la capital pierde un evento emblemático y fundamental, que acrecienta la historia de los dos equipos.
Durante los últimos años de duelos en la tierra de La Feria de Abril, los trajes de gitana, La Maestranza y los balcones llenos de plantas y flores,
hemos visto de todo: toneladas de buen fútbol y emoción, piques de
época entre los jugadores e incluso una agresión a Juande Ramos cuando
era entrenador en el Pizjuán...
Sin
embargo, ambos rivales dieron la talla en uno de los momentos más
tristes y emotivos para el fútbol andaluz y el resto del país: la marcha precipitada de Antonio Puerta, que murió con las botas puestas haciendo lo que más le gustaba, hermanó para siempre a dos equipos enfrentados de por vida: siempre hubo una palabra de cariño para la familia, un abrazo para el aficionado y una flor para el recuerdo de un futbolista que se convirtió en un símbolo.
Por
esto, y por cada uno de los detalles que se han disfrutado del derbi
hispalense, es un placer que veintidós rivales, once verdiblancos y once
rojiblancos, vuelvan a luchar por un balón dentro de un campo de
fútbol, un lujo para el espectáculo y una prueba para los corazones, no solo del hincha local, sino del aficionado al fútbol.
Buen partido y reparto de puntos.
por fin un derbi en Heliópolis tras tres años de espera y una visita al
infierno por parte de los verdiblancos. Se había echado de menos un encuentro que siempre despierta una atención especial, una fiesta del fútbol andaluz, un órdago a la España de los caballos purasangre, el flamenco y el Duende.
El
empate final en el marcador no dejó a un equipo triunfador, pero los
que puden sentirse contentos por el espectáculo son todos los
aficionados al fútbol que vieron un choque lleno de alternativas y
tensión hasta el último minuto.
BEÑAT, EL TOP DEL PARTIDO | |
La guasa y el pique regresaron a una ciudad en la que jamás debió
faltar una cita tan atractiva para el espectador y tan emblemática para
el aficionado.
La Liga BBVA volvió por fin a tener uno de sus
partidos emblema y por ello la ciudad se vistió de gala. No faltó una
personalidad en el palco de autoridades, que se quedó corto de
localidades para todas las peticiones recibidas, y el Benito Villamarín registró una gran entrada para presenciar el duelo en directo.
Pero esta es la crónica de un derbi anunciado que se hizo esperar:
la huelga convocada por los futbolistas fue la que provocó que la
fiesta del fútbol entre Sevilla y Betis no se celebrase el pasado mes de
agosto, en la primera jornada de Liga, tal y como estaba previsto.
Quizá por ello el sabor de la revancha por parte de unos y otros ha
tenido más tiempo para incidir en el paladar y dar más picante a un
encuentro que ya lo tiene por sí mismo.
El choque disputado en Heliópolis pone punto y seguido a
una serie de derbis que nos han dejado momentos imborrables: la última
parada de este encadenado de retos a ritmo de castañuelas tuvo lugar en
el Sánchez Pizjuán en 2009, donde los verdiblancos lograron el triunfo por 1-2 en casa del eterno rival.
Kanouté solo pudo maquillar el resultado en el descuento, y Sergio
García y Oliveira llevaron a la gloria a un Betis que ese mismo año
descendería a la Segunda División para consumar un drama que todavía se
recuerda.
Tras
las lágrimas llegaron los sufrimientos en la categoría de plata viendo
cómo resultaba complicado para un histórico de la Liga regresar a la
élite, aunque lo hizo por la puerta grande la pasada temporada, consumando su ascenso en 2011 para recuperar el puesto que nunca debió perder.
Por
su parte, los sevillistas saben en los más profundo de su alma
rojiblanca que han recuperado a un rival imprescindible para entender la
realidad del equipo de Nervión. Sin derbi, como ha ocurrido durante
estos tres años, la capital pierde un evento emblemático y fundamental, que acrecienta la historia de los dos equipos.
UN DERBI ESPECIAL | Dos equipos únicos |
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Durante los últimos años de duelos en la tierra de La Feria de Abril, los trajes de gitana, La Maestranza y los balcones llenos de plantas y flores,
hemos visto de todo: toneladas de buen fútbol y emoción, piques de
época entre los jugadores e incluso una agresión a Juande Ramos cuando
era entrenador en el Pizjuán...
Sin
embargo, ambos rivales dieron la talla en uno de los momentos más
tristes y emotivos para el fútbol andaluz y el resto del país: la marcha precipitada de Antonio Puerta, que murió con las botas puestas haciendo lo que más le gustaba, hermanó para siempre a dos equipos enfrentados de por vida: siempre hubo una palabra de cariño para la familia, un abrazo para el aficionado y una flor para el recuerdo de un futbolista que se convirtió en un símbolo.
Por
esto, y por cada uno de los detalles que se han disfrutado del derbi
hispalense, es un placer que veintidós rivales, once verdiblancos y once
rojiblancos, vuelvan a luchar por un balón dentro de un campo de
fútbol, un lujo para el espectáculo y una prueba para los corazones, no solo del hincha local, sino del aficionado al fútbol.
Buen partido y reparto de puntos.